Si los molinos fueran gigantes, este sería su vibrador 

Vortex Bladeless, una empresa de Ávila, recoge la energía del viento con cilindros vibradores, no con molinos. Son más pequeños, más silenciosos y menos peligrosos para las aves. Y quieren hacerse un hueco en tu casa
Vortex Bladeless

El paso del tiempo los ha estilizado, pero, en el fondo, siguen siendo iguales. Los molinos son casi tan viejos como el mismo viento. Surgieron en la Persia del siglo VII, aunque sus antecedentes se remontan al 2000 a. C. Desde entonces, se han expandido por las llanuras y montañas de todo el mundo, se han tecnologizado para pasar de moler el grano (la función original que les dio su nombre) a convertirse en una fuente de energía renovable. España es el quinto país del mundo en energía eólica instalada. Tiene más de un millar de parques eólicos que generan, de media, más del 19% de la energía consumida en el país.

Los molinos son únicos de una forma literal. Hasta hace poco, solo ellos eran capaces de arañar la fuerza del aire. Pero una pequeña empresa de Ávila está a punto de cambiar esto. Vortex Bladeless crea molinos sin aspas. Son cilindros de apariencia aerodinámica que vibran ante la brisa. Su tamaño, más reducido, y la posibilidad de colocarlos mucho más juntos suponen una clara ventaja respecto a los molinos tradicionales.

También son capaces de aprovechar rachas de viento irregulares o más leves que sus primos mayores. Además, su implantación no supone un riesgo para los pájaros. Uno de los inconvenientes de los molinos de viento es que se sitúan en las mismas corrientes de aire que usan las aves migratorias en sus rutas, convirtiéndose en trituradoras de pájaros. Los distintos aparatos de Vortex no tienen ese problema.

Todos estos factores los hacen ideales no solo para uso a gran escala, sino de forma urbana y residencial. Los cilindros de Vortex Bladeless se comparan con los molinos por aprovechar la energía del viento, pero se asemejan más a los paneles solares si atendemos a algunas de sus características y su rentabilidad. La idea es que dentro de poco los veas en tu casa o en la casa del vecino. Pero ¿cuándo?

«Los más pequeños, llamados Vortex Nano, son con los que más hemos trabajado. Y los que mejor resultado dan», explica Jorge Piñero, responsable de marketing de la empresa. «Estamos aprendiendo a industrializar su fabricación e instalando pilotos beta para su estudio en universidades y centros de investigación».

Cerca de 100 unidades se han repartido por el mundo, principalmente por España, para obtener mediciones y estudiar su comportamiento. El siguiente paso será aumentar la muestra y poner estos pequeños aerogeneradores en manos de los usuarios finales. Para ello, existen planes de una segunda campaña en la que se lanzarán entre 1.000 y 10.000 unidades. Paralelamente se están desarrollando también modelos más grandes, de hasta 3 metros. «Escalar hacia tamaños más grandes nunca es sencillo en ingeniería», explica Piñero. Se llaman Vortex Tacoma. Y el nombre no es casual.

El funcionamiento de estos cilindros no se basa tanto en la mecánica de un molino, sino en la de un puente. El puente de Tacoma se construyó en los años 30 en EEUU. Iba a ser la mayor obra de ingeniería civil del estado de Washington, pero acabó siendo la más espectacular obra de arte eólico. Desde antes de su inauguración, los ingenieros se dieron cuenta de que el puente, con el efecto del viento y de los coches, vibraba y oscilaba. Esto se debía a un efecto aerodinámico denominado desprendimiento de vórtices.

El puente balancín se convirtió en un espectáculo, y conductores de todo el estado hacían largos viajes para cruzarlo. Los responsables del proyecto aseguraban que este balanceo no afectaría a la estructura del puente. Pero esta teoría se vino abajo pronto. De forma literal. El 7 de noviembre de 1940 un fuerte viento hizo que el puente se retorciera sobre sí mismo hasta colapsar. No hubo víctimas. Vortex Bladeless se basa en este fenómeno de la física de fluidos para recolectar la energía de la vibración.

Sus cilindros aún no han salido al mercado, pero han levantado un enorme interés. La empresa fue apoyada por la Fundación Repsol, pasó por una aceleradora en Harvard y tiene el apoyo del gigante estatal noruego Equinor. También ha sido financiado por el programa Horizon 2020 de la Unión Europea para la investigación e innovación. Pero la auténtica sensación no se ha dado en el mundo empresarial, sino en internet.

«Seguramente sea por una suma de cosas», explica Piñero. «Pero a nosotros nos gusta pensar que la gente comparte nuestra pasión y nuestro espíritu emprendedor por querer ver mejorar el mundo». Puede. Pero seguramente también haya ayudado la forma fálica del invento en cuestión. Enormes cilindros que surgen erectos de la tierra y se ponen a vibrar al contacto con el viento.
Vortex Bladeless

Si los viera un Quijote moderno, los confundiría con el dildo de un gigante. Es lo que pensaron los usuarios de Reddit, donde la turbina ha sido rebautizada con el nombre de Skybrator y ha sido valorada positivamente por más de 20.000 usuarios. «Somos conscientes de este fenómeno, obviamente, jaja», reconoce Piñero. «Al principio tenían una forma más similar a un bate de béisbol, pero al final llegamos a la conclusión de que la geometría actual es mucho más acertada. Si lo sumas con que oscila, pues ahí tienes el meme».

En Vortex Bladeless aceptan las comparaciones sexuales. Pero, poniéndose técnicos, no les encanta el término Skybrator. «Básicamente, porque nosotros hablamos de vibración puesto que es el término físico correcto, pero la gente piensa en su lavadora cuando centrifuga, y nuestro movimiento es muy diferente».

Ni vibrador ni lavadora. Ni siquiera molino de viento. Vortex Bladeless ofrece un objeto totalmente nuevo que no encaja en ninguna de las categorías. Es una tecnología nueva que viene a llenar un sector nuevo. Quizá por eso, explican desde la empresa, no pretende sustituir a los molinos tradicionales, sino ayudar a llenar los huecos que estos dejan. Complementar su uso y hacer que la energía eólica pueda ser utilizada a pequeña escala. Que cualquiera pueda sembrar vientos y recoger energía.

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