Casi todo el mundo ha tomado notas y apuntes en algún momento. Pero la mayoría lo hace en horizontal, de izquierda a derecha, llenando los renglones en prosa sin permitirse apenas iconos o símbolos, como mucho alguna abreviatura o conector.
Imagine ahora el lector unos apuntes de la carrera o un memorandum de una reunión repletos de esquemas, cuadros, iconos, flechas, titulares con letras llamativas, destacados, dibujos y quizá colores. De ser así, seguramente se memorizarían más fácilmente o se comprendería mejor la relación entre sus ideas.
El sketchnoting es una técnica que consiste en plasmar ideas de la manera más visual posible, valiéndose de recursos como los mencionados.
Andy Baraja impartirá un taller sobre sketchnoting en La Cueva Fest, evento organizado por Aje Asturias en el marco Oviedo Emprende que tendrá lugar el próximo 16 de marzo en el espacio de coworking Talud de la Ería de la capital asturiana.
La experta asegura que el sketchnoting tiene beneficios para quien lo realiza y para quien lo recibe. «Tomar notas visuales nos ayuda a desarrollar la capacidad de concentración; a identificar, extraer y concretar la información más importante, a relacionar ideas, a procesar y asimilar conceptos. Además, estimula las dos partes del cerebro y nos proporciona una mayor agilidad mental», dice sobre las ventajas de usar esta técnica. Para el que la visualiza, por su parte, «supone una mejor comprensión de los conceptos y una mayor asimilación de la información, ya que está demostrado que el 80% de la información que recuerda el cerebro humano es visual. Además hay que contar con que el dibujo es un idioma universal».
No hay que ser un experto dibujante. En el sketchnoting la única regla es que las formas ayuden a la comprensión del texto, y para lograrlo se deben trabajar técnicas como la capacidad de síntesis o los códigos visuales. «Cada persona aporta su toque de una manera u otra. A mí me gusta dibujar, así que utilizo más imagen que texto, pero gente que viene del mundo de las consultorías o recursos humanos lo disfrutan a su manera por ser capaces de recoger información textual y darle un toque visual aunque sea mínimo», explica Baraja. «No hay que tener unas habilidades específicas porque todo se mejora con la práctica».
Ella dice que aprendió a dibujar antes que a escribir correctamente su nombre, y ahora se da cuenta de que lo que le parecían «cuatro garabatos» para estudiar con más ganas, era ya sketchnoting. «Utilizaba muchas llamadas a la acción, bocadillos y flechas de todos los grosores, formas y colores posibles para darle un toque más «resultón» a mis esquemas», recuerda.
La diseñadora considera que en casi todos los sectores podría resultar útil esta técnica. «Es práctico en eventos, conferencias, charlas, talleres, formaciones, reuniones, gestión de proyectos, presentaciones… Es fácilmente aplicable a cualquier ámbito en el que necesitemos transmitir un concepto de forma ágil y amigable». En la actualidad, algunos organizadores de eventos contratan sketchnoters para que hagan bocetos en directo del desarrollo del evento. En YouTube y Vimeo hay multitud de vídeos de personas realizando sketchnotes.
Algunas personas lo utilizan para ayudar al aprendizaje de personas con dislexia. Las utilidades y ventajas de esta técnica para la memoria y el aprendizaje son innumerables.
Relacionado con la plasmación visual de ideas están los talleres de visual thinking avanzado o de visual thinking para empendedores impartidos en La Cueva Fest por Philippe Boukobza.
El placer de dibujar letras
En esos sketchbooks se pueden mezclar distintas técnicas. Una de ellas es el handlettering o arte de dibujar letras. Los expertos insisten en diferenciarlo de la caligrafía (escritura bonita), ya que cuando se hace handlettering no se trata de escribir sino de dibujar letras.
Por eso es importante ser paciente y bosquejarlas primero con un lápiz antes de tomar el rotulador, la pluma, el pincel, el rotulador acuarelable o cualquiera que sea el instrumento con el que se va a proceder al lettering.
En La Cueva Fest, Aída García de Naranjas Chinas impartirá un taller de hand lettering básico y otro avanzado. Es una de las muchas artistas que muestran actualmente en Instagram sus frases dibujadas, ofrecen sus servicios e imparten cursos al respecto. «Yo creo que es más personal, que ponemos algo más de nosotros cuando escribimos a mano», dice.
No se puede negar que la técnica está de moda. «Aunque los trabajos más solicitados siguen siendo la caligrafía para eventos, las láminas decorativas y el diseño de letras para acompañar las ilustraciones de otros profesionales, últimamente tenemos cada vez más clientes que lo que buscan en nosotros es contenido visual para sus webs y redes sociales», revela.
Algunas de estas letras dibujadas con trazos ascendentes finos y trazos descendentes gruesos se parecen, pero cada artista intenta buscar su sello personal. «Hay algunos profesionales que son verdaderos maestros, que dominan los trazos de una manera que yo solo puedo soñar, que crean letras perfectas en cada uno de sus trabajos, de los que todos los que nos dedicamos a esto tenemos aún muchísimo por aprender. El resto de los mortales creo que pertenecemos a otra categoría, te diría que incluso a otra profesión diferente», dice con modestia.
A ella le gusta crear imágenes en las que el hand lettering sea solo un elemento más de la composición, tal y como se muestra en su web y sus redes.
La diseñadora asegura que cuando la gente ve el resultado final no percibe las horas de práctica. «Requiere mucho trabajo conseguir afinar los trazos, que la pluma o el rotulador hagan lo que tu quieras y que no vayan por libre. Hacer que se convierta en algo sencillo creo que es lo más complicado».
No es algo solo para profesionales: «cualquiera puede conseguir un resultado decente», dice García, que asegura que «es una disciplina de lo más agradecida» y que, conociendo algunas técnicas básicas, «la mejoría es exponencial». Aún así, como en todo, «tendrán mayor facilidad las personas que tengan más destreza, más paciencia y más capacidad de concentración». Eso sí, cuidado de enseñar esas letras a los que se dedican a ello, porque miran «con lupa cada uno de los trazos» y nunca dan por alcanzada la perfección.
No se trata de una afición cara, ya que para empezar es más que suficiente con un par de rotuladores de punta de pincel. Después, si te vicias, comenzarás a elegir «papeles específicos para cada técnica, tintas, plumas» y otro material.
¿Y por qué querría alguien aprender lettering? «Es una habilidad de lo más útil», asegura Aída García. No solo para relajarse, sino para mucho más: «Desde rotular los botes de la cocina, darle a tu agenda un toque especial, escribir tarjetas de cumpleaños, hacer pequeños proyectos de decoración para tu casa… aunque yo creo que lo que está enganchando a la gente a mundo del lettering es la satisfacción de hacer cosas bonitas con sus manos».
Los que prefieran lo digital podrán asistir al taller de lettering con blender ofertado por Trend 3D.
Otros talleres del evento se centrarán en Pixel Art, 3D y caricaturas. También habrá charlas como la de Boa Mistura, que versará sobre el arte como herramienta del cambio, la de Unos tipos duros sobre tipografía o la de Children of a darklight sobre light painting. La oferta se completa con una zona de niños.
De puño y letra
Ambas técnicas, sketchnoting y lettering, necesitan una mano y un instrumento de escritura tradicional. ¿Por qué están cada vez más de moda, si el mundo es cada vez más digital?
Andy Baraja hace su cábala: «Creo que escribir a mano es una de esas cosas que queremos seguir haciendo para mantenernos conectados a una parte de nosotros mismos que amenaza con desparecer. Me encantan los avances tecnológicos, la innovación y el mundo digital, pero reconozco que la magia de coger papel y lápiz no tiene precio. Hay una gran parte de la población que disfruta escuchando vinilos, que cierra los ojos cuando coge un libro de papel y reconoce ese olor, que prefiere usar una bici en la ciudad… porque es una manera de mantener viva esa esencia que no nos proporciona lo digital».
La visión de Aída, de Naranjas Chinas, coincide en gran parte: «Creo que precisamente ese bum de lo digital es lo que está haciendo que las cosas hechas a mano despierten tanto interés. Cada vez delegamos más decisiones, más información, a nuestros dispositivos informáticos. Las cosas van cada vez más rápido, son cada vez más fáciles y no tenemos tiempo de cuestionarnos cómo funcionan. La pintura, la costura, el punto o la caligrafía son disciplinas que nos conectan de alguna manera con la realidad».