La vida de Benjamí Villoslada parecía transcurrir en bucle. Cada 15 días grababa dos programas de radio en la emisora mallorquina Ona Mediterrània. Volvía a su casa en la localidad de Lloseta e inmediatamente lo subía a la plataforma de podcasts iVoox. Comenzaba la odisea. El marcador en la pantalla de su ordenador indicaba que quedaban cuatro horas para finalizar la subida de los archivos. Mientras, a los demás miembros de su familia les privaba de la oportunidad de poder utilizar la red ya que quedaba prácticamente incapacitada. Pasaban dos semanas y vuelta a empezar. Los supuestos 10MB no daban para más ni había posibilidad de aumentarlos. A 40 kilómetros de su casa, el aeropuerto de Mallorca es capaz de absorber 24 millones de pasajeros al año. En hora punta despega un avión cada 2 minutos, que traslada a cientos de pasajeros a 900 kilómetros por hora en aparatos que cuestan decenas de millones de euros. Mientras, Villoslada se tenía que conformar con una conexión equivalente a volar en un avión a hélices.
Como corresponsable y fundador de Menéame, un agregador de noticias sociales con más de 2 millones de usuarios únicos al mes, era inviable tener una base de operaciones donde vivía. Se tendría que trasladar a Palma. «Dejaba los trabajos relacionados con internet para cuando regresaba a Barcelona, donde pasaba el 80% de mi tiempo en aquel entonces. Allí tenía 300MB».
En julio de 2015 se produjo un cambio en la vida de Villoslada. Ese mes fue nombrado director general de Desarrollo Tecnológico por el nuevo Gobierno de Baleares. El bucle se rompió. Aunque la conexión en su casa sigue sin mejorar, «pronto habrá fibra», asegura. Pasó de ser un afectado pasivo del déficit digital a un agente activo cuyas responsabilidades incluyen cerrar esa brecha que sigue asolando al archipiélago balear.
Villoslada tiene grandes planes para la isla en materia tecnológica. «Queremos que los turistas que nos visitan atraídos por nuestro producto más conocido, ‘sol y playa’, se conviertan en residentes de ‘sol y datos’ tras descubrir que pueden trabajar mejor desde nuestro paraíso».
De primeras, existe una parte romántica en la propuesta del tecnólogo y su equipo. Hay millones de personas talentosas que viven en Oslo, Estocolmo, Londres o Stuttgart que cada invierno se hacen la misma pregunta existencial, «¿esto es todo lo que hay de la vida?», mientras se levantan por la mañana y se enfrentan al enésimo día seguido de lluvia, nieve o niebla.
«La insularidad significa que no podemos fabricar turbinas de avión, ni aviones, ni coches, ni trenes, pero podemos acoger a la gente que los diseña. Es mucho más fácil ser creativo en nuestras islas que en el Norte de Europa donde impera el gris», enfatiza el director general.
El francés Olivier Schulbaum es una de esas personas que decidió hace cuatro años trasladarse a la isla para practicar ‘sol y datos’, «aunque yo prefiero llamarlo luz y datos. Aquí también puede hacer frío en invierno, pero a las 5 o 6 de la tarde se instala una luz anaranjada que te transporta», explica el cofundador de Goteo, una plataforma de crowdfunding orientada a apoyar proyectos sociales e innovación social.
Fue esa misma luz la que trajo al pintor Joan Miró a la isla en los años 50. Buscaba un lugar para tener un perfil bajo y alejado de la dictadura. Dejó España en 1936 huyendo de la guerra civil. Escapó de Francia en 1940 cuando las bombas empezaron a caer sobre Normandía, donde intentaba refugiarse del bullicio de París. Llegó a Palma en el apogeo de su carrera con más de 60 años de edad, pero con la cabeza llena de proyectos y la necesidad de poder trabajar sin distracciones. Agotado por el ajetreo de los años anteriores, encontró lo que buscaba. Se quedaría aquí hasta su muerte en 1983.
Algo similar le ha pasado a Schulbaum en la isla, aunque influya el hecho de estar casado con una mallorquina (al igual que Miró). «Después de vivir muchos años en Berlín y casi una década en Barcelona, necesitaba un lugar para asentar la cabeza. Hay otro ritmo. No se solapan tantas actividades. Te levantas a las 6 de la mañana y vas a pasear el perro en la playa. En Berlín estaría todavía de fiesta. Aquí tengo tiempo para pensar. No hay esta actividad frenética que te distrae. Goteo es lo que es gracias a mi tiempo aquí».
[pullquote author=»Benjamí Villoslada» tagline=»Director general de Desarrollo Tecnológico del Gobierno de Baleares«]Queremos que los turistas que nos visitan atraídos por nuestro producto más conocido, ‘sol y playa’, se conviertan en residentes de ‘sol y datos’ tras descubrir que pueden trabajar mejor desde nuestro paraíso[/pullquote]
La Mallorca de hoy día es muy distinta a la que encontró Miró a mediados del siglo pasado. Cualquier día de la semana y en especial en temporada alta, el aeropuerto tiene una conexión con el continente europeo envidiable (es el tercer aeródromo de España por volumen de pasajeros). Un alemán, británico, nórdico, austriaco o español tiene donde elegir para dividir su tiempo entre la isla y su ciudad de origen. Sobre todo en temporada alta. «Las aerolíneas están aumentando su frecuencia en invierno. Ryanair acaba de anunciar que pondrá más vuelos en la temporada baja», explica Villoslada.
Cada vez hay más extranjeros que se trasladan a la isla atraídos por su calidad de vida. Multinacionales como Camper siguen manteniendo su base de operaciones aquí con un equipo muy internacional. La capital aparece en numerosos rankings de prensa foránea como un lugar envidiable para vivir, aunque este fenómeno no está exento de efectos negativos como la gentrificación y un incremento en la carestía de la vida.
Villoslada encuentra necesario capitalizar ese éxito con una conectividad que esté a la altura y que no se limite a los centros urbanos. «»Es imposible plantearse las islas como lugar de trabajo ‘sol y datos’ porque las operadoras solo tienen previsto conectar la mitad de la población mediante fibra antes de tres años. Es una desventaja importante en unas islas que merecen el tratamiento de ciudades isla porque todos los rincones son valiosos para trabajar, todo está cerca y todos deben tener la misma conexión que el centro de cualquier ciudad. Tenemos previsto compensarlo con fibra subvencionada por fondos FEDER».
La vulnerabilidad de estas infraestructuras se vio en 2013 cuando Formentera se quedó durante más de 48 horas sin internet. El ancla de un barco destrozó el único cable que traía internet desde Ibiza hasta la isla vecina. Esto no solo significó que los turistas estuviesen privados de poder subir selfis a Instagram. Dejó a los comercios sin capacidad para cobrar por tarjeta e inoperativos los cajeros. «Solucionar el problema en todas las islas no costaría más de 3 o 4 kilómetros de AVE. Una infraestructura que nosotros no disfrutamos pese a ser la comunidad que más dinero da al gobierno central per capita».
El responsable de desarrollo tecnológico espera que las buenas infraestructuras ayuden a replicar el éxito de empresas como Sanifit, una spin-off de la Universidad de Baleares que ha desarrollado un fármaco para tratar enfermedades cardiovasculares relacionadas con enfermedades renales. La biofarmacéutica, que tiene su sede en el parque tecnológico Parc BIT en Palma, captó 36,6 millones de euros en 2015 en su última ronda de inversión.
«Nuestros e-mayordomos necesitarán ver mundo»
Villoslada quiere que una empresa como Sanifit jamás se vea obligada a irse por encontrar que la isla no está preparada para los cambios tecnológicos que se avecinan. Una era el que «nuestras neveras serán capaces de hacernos la compra» y todos tendremos asistentes personales virtuales con capacidad para resolver tareas que harán parecer un juguete anacrónico a la primera versión de Siri.
Se ve ya en programas de inteligencia artificial como Watson de IBM, que se está empleando para ayudar a médicos a desarrollar complejas operaciones, a policías para predecir crímenes y a abogados para estar al día de la jurisprudencia.
Para que estas tecnologías funcionen con efectividad, será necesario mejorar la latencia, el tiempo que un paquete de datos tarda en llegar al servidor donde está alojado y vuelve a tu ordenador.
«En menos de 10 años nos preocupará más la latencia de las comunicaciones que los hercios y los megas porque lo tendremos todo en la nube, desde los datos hasta los procesadores que los gestionan en forma de asistentes digitales basados en inteligencia artificial que conversan y negocian con los asistentes de los demás. Será informática cognitiva, social, que encerrada en casa perderá agilidad. Nuestros e-mayordomos necesitarán ver mundo», explica Villoslada.
Esa nube está alojada principalmente en centros de datos en Irlanda, Holanda y Alemania. «Son enormes y pueden estar lejos porque ahora mismo la latencia con el ‘cloud’ no es tan crítica y en los lugares fríos ahorran energía en refrigeración mediante combustibles fósiles, un detalle secundario en pocos años, a medida que la energía solar sea más eficaz».
Una vez que la tecnología requiere un contacto constante y una respuesta inmediata de estos servidores, el retardo que produce tener que mandar y recibir datos de servidores situados a miles de kilómetros podría afectar la calidad de los servicios.
Una de las posibles soluciones que plantea Villoslada es convencer a empresas a abrir centros de datos en la isla para asegurar una baja latencia. «Los datos no son una industria secundaria; de hecho, se están convirtiendo en la base de cualquier producto porque la inteligencia artificial y el Big Data ya son indispensables para crear mejores máquinas y vehículos. A la hora de crear modelos de inteligencia artificial hace falta ser muy creativo y tener una gran capacidad de pensamiento lateral, cosa que es mucho más fácil en un entorno agradable».
Los navegantes necesitan mapas
Durante los siglos XIV y XVI también llegaban visitantes a Palma de todo el mundo en barco. Venían navegantes a comerciar, pero también en busca de una ventaja competitiva. En la isla estaban algunos de los mejores cartógrafos del mundo. La escuela cartográfica mallorquina era capaz de proporcionar los mapas más avanzados de la época.
Hoy la cartografía del siglo XXI está en nuestros dispositivos. Tener acceso a las mejores rutas permitirá navegar mejor y más rápido. Sólo así, esperan en el Govern que el Mediterráneo recupere su posición milenaria como lugar de generación de conocimiento. El sol será el gran aliado para revertir la fuga de cerebros al norte, pero siempre acompañado de infraestructura.
«Antes de 10 años nada será igual en informática. Sería una irresponsabilidad no estar preparados».
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Estas ideas no son nuevas en Baleares. Como tenemos unas islas bonitas, seguro que a todo el mundo le encantará venir a desarrollar las últimas tecnologías. Con este pensamiento se construyo un parque tecnológico (ParcBIT), que tenia que convertirse en en nuevo Silicon Valley. El ParcBIT fracaso y ahora es poco más que un polígono industrial, aunque sin chimeneas.
Ahora parece que se ha encontrado una solución más simple. Llenaremos la isla de fibra óptica y ahora si que vendrá todo el mundo. Pues creo que va a ser que no. Fibra óptica hay por muchos sitios, y bonitos paisajes también. El elemento diferenciador de lugares exitosos, como SIlicon Valley, es más complejo y parece que nuestros políticos no acaban de entenderlo.