El 19 de noviembre de 1962, por primera vez en la historia, se envió un mensaje al universo. Un grupo de científicos de la Unión Soviética envió la palabra mir, que en ruso significa al mismo tiempo paz y mundo. Lo hizo en código morse y aprovechó para añadir después las palabras Lenin y CCCP.
Cincuenta y cinco años después, la DJ rusa Nina Kraviz repite el primer mensaje lanzado al universo. Ha obviado las referencias a dictadores comunistas y el morse y ha vestido su mensaje con un lenguaje mucho más internacional, quizá incluso interplanetario: la música. Ella es una de las artistas que ha elegido el festival Sónar para su proyecto Sonar Calling GJ273b. Después de 25 años buscando y propagando la mejor música de la escena electrónica, el festival ha decidido girar sus altavoces al espacio y compartirla con el universo.
Para conseguir tamaña gesta se han asociado con el Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña (IEEC) y con METI, una organización dedicada a enviar mensajes a extraterrestres. Tal cual. Sus siglas son una clara alusión al SETI, el instituto dedicado a la búsqueda de mensajes en el universo.
Lo cierto es que en sus 50 años de vida, el mayor éxito de SETI ha sido inspirar la película de Contact. Por eso, desde hace algunos años y no sin cierta polémica, hay muchos partidarios de dejar esta actitud pasiva y lanzar sus propios mensajes al espacio. «Gracias a Sónar, y por primera vez en la historia, se han enviado tres transmisiones a un específico exoplaneta potencialmente habitable», explica Doug Vakoch, presidente de METI, en uno de los vídeos promocionales de la iniciativa.
[pullquote author=»Ignasi Ribas» tagline=»director del IEEC»]Si recibimos una respuesta esto va a ser una revolución[/pullquote]
El planeta en cuestión es CJ273b y está a 12,4 años luz de la tierra. Sus hipotéticos habitantes conocerán la Tierra de la mano de la música de artistas como Richie Hawtin, Carsten Nicolai, Modeselektor, Laurent Garnier o The Black Madonna. Una carta de presentación completa, y no solo a nivel musical, porque los mensajes que introducen los artistas en sus canciones basculan entre lo tierno, lo irónico y lo crítico.
Carsten Nicolai ha realizado una grabación de los latidos del corazón de su hija antes de nacer; Autechre, una música hecha con los primeros 449 números primos; BFlecha, una pieza basada en los ciclos de los ecosistemas terrestres; y Laurel Halo ha optado por un grito de socorro. Please save us!, dice en su canción.
En total, el mensaje de Sónar Calling incluye 33 piezas de música de 10 segundos cada una y viene acompañado de un tutorial en código binario, una especie de instrucciones para aliens. Está siendo transmitido por una gigantesca antena de 32 metros de diámetro durante los días 16, 17 y 18 de octubre, y en abril se mandará un segundo mensaje por si los hipotéticos xenomorfos se han quedado con ganas de seguir la marcha.
Al estar desprovisto de forma física, los datos viajarán a una velocidad considerable. En cinco horas, el mensaje de Sónar habrá llegado a Plutón, es decir, a los confines de nuestro sistema solar. En 20 horas habrá alcanzado la distancia máxima a la que ha llegado una nave espacial (al menos una humana), la Voyager 1.
En un año y medio estará saliendo de la nube de Oort, una concentración de cometas con unos dos trillones de partículas. Para poner las cosas en perspectiva, la Voyager 1 tardará 300 años en llegar hasta aquí. En cuatro años llegará a Próxima Centauri (que de próxima solo tiene el nombre) y en ocho, pasará cerca de Sirius la estrella más brillante que vemos desde aquí. En 12 años el mensaje habrá llegado a su destino.
Teniendo esto en cuenta, un hipotético mensaje de respuesta tardaría un cuarto de siglo en llegar. «Si recibimos una respuesta, esto va a ser una revolución», clama Ignasi Ribas, consejero científico del proyecto. Si no ocurre, al menos seguirá siendo una iniciativa más que interesante.