A juzgar por el ruido que hace nuestro estómago cuando llega esa hora tonta a media mañana, más que un gusanillo parece que tengamos dentro un tiranosaurio rex cabreado como una mona. Lo sorprendente es que cuando nuestros abuelos hablaban de acabar con ese invertebrado estomacal no se estaban refiriendo a ingerir sólidos, precisamente.
![](https://yorokobu.es/wp-content/uploads/2014/02/6345352741_8ff03df636_b.jpg)