Un ejército de mimos para agilizar el tráfico de las ciudades latinoamericanas

10 de octubre de 2011
10 de octubre de 2011
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Parece una noticia sacada de El Mundo Today. De hecho lo es. Así que la próxima vez que un mimo te asalte en un semáforo con sus gestos, en vez de cerrarle la ventanilla en las narices piensa por un momento que esa persona en silencio podría ser un agente del orden, que vive por mover el tráfico y no para retenerlo.

Así ocurre ya en Venezuela, donde alrededor de 120 mimos vestidos con trajes de payaso y guantes blancos fueron contratados la semana pasada para instalarse en las calles del Municipio Sucre, en el este de Caracas, para agilizar el tráfico y señalar las infracciones de los conductores imprudentes por medio de gestos silentes.
Las autoridades de la capital venezolana han recurrido a la ley del hielo para controlar el tráfico en uno de los barrios más problemáticos de la ciudad, donde según la cadena Televisa, los motoristas campan a sus anchas por las aceras, los autobuses dejan bajar a los pasajeros en medio de la calle y donde pararse en un semáforo parece (y a veces lo es) poco más que una sentencia de muerte.
Carlos Ocariz, alcalde de Sucre, unos de los cinco municipios de Caracas, recurrió a los mimos para fomentar el civismo entre los conductores y peatones imprudentes. Lo hizo siguiendo los pasos de Antanas Mockus, ex alcalde de Bogotá, Colombia, que combinó la labor de los mimos y una acción policial más estricta en un programa que ha sido considerado todo un éxito.

Antanas, cuyo nombre completo es Aurelijus Rutenis Antanas, el hombre pegado a una barba de Abraham Lincoln que gusta de disfrazarse de superhéroe (y el que fuera candidato a las pasadas elecciones colombianas), le metió mano a Bogotá, considerada a mediados de los noventa como una de las urbes más peligrosas y caóticas de toda Latinoamérica, a base de mimos.
La receta, tremendamente sencilla, consistió en sacar 500 mimos a las calles, quienes tenían como misión señalar con el dedo de su guante a todos aquellos cuya conducta vial se apartara del código de la buena conducta vial.
Así, si alguien cruzaba por fuera de un paso de cebra, inmediatamente era perseguido por un mimo que le cantaba las cuarenta con circunspección, sirviendo de escarnio público ante el resto de observadores.
Por supuesto, más de algún caricato se llevó de premio una somanta de palos por parte de los conductores y peatones, aunque es de suponer supieron resistir en perfecto silencio estos inconvenientes, como bien manda su estirpe.

Pero funcionó: en pocos años los habitantes de Bogotá se habían convertido en ciudadanos ejemplares vialmente hablando, terminando por ceder ante el peso de la vergüenza de la mímica.
Y todo gracias a un programa que en su conjunto resultó mucho más económico y efectivo que cualquiera de los intentos de hacer cumplir las leyes viales anteriores, que habían fracasado durante muchas generaciones.
Ahora la pantomima desembarcan en Venezuela también con ganas de cambiar las cosas. Las calles de Caracas, sin embargo, puede que sean más caóticas si cabe que las de la capital colombiana. Sólo el tiempo dirá si pueden con ese morlaco.
De momento, en una ceremonia con los mimos en formación, el alcalde de Sucre presentó su ejército de caras blancas y se comprometió, como Antanas Mockus, a mantener el esfuerzo “hasta llenar todas las calles de Sucre con creatividad y educación”.

Fuente: Noticieros Televisa

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