«Supondrá el mayor movimiento desde la creación de la Unión Europa». Así ve Julian Assange al Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP). «Cuando algo tan enorme se produce en la estructura internacional es porque son muchas las potencias que se unen para lograr sus intereses».
El fundador de Wikileaks lo exponía así por videoconferencia desde la Embajada de Ecuador en Londres donde se encuentra confinado desde hace más de 5 años. Lo hacía después de que Pablo Soto, concejal del Ayuntamiento de Madrid, le informase del texto aprobado esta semana por el consistorio madrileño por el que la ciudad se declara contraria al TTIP.
«En ese caso, Madrid tendrá que independizarse de España, o España de la Unión Europea…»
Lo que Hillary Clinton ha denominado como «la OTAN económica» es para Assange un acuerdo que cambiará la vida a millones personas y que obstaculizará cualquier movimiento que vaya de lo privado a lo público. «Algo así resultará imposible después con el TTIP», le respondía a Soto cuando este le hablaba de la remunicipalización de los servicios funerarios de la capital.
Las grandes multinacionales, dice Assange, han conseguido que las estructuras occidentales les ayuden a consolidar un nuevo liberalismo financiero «y a jugar la baza china» para seguir ampliando sus intereses. De ahí movimientos como la inclusión de Vietnam en el TTIP, país al que considera como «la parte más blanda y accesible de China». «Han embutido a Vietnam mediante un régimen legal que no es compatible con el de China. Es algo muy complejo. Incluso Estados Unidos ha fundado una Universidad en Vietnam para formar a los futuros líderes del país».
Durante su intervención en la conferencia internacional Ciudades Democráticas, Assange también recordó el miedo que surgió en el poder con las primeras filtraciones de Wikileaks. «Ocurrió ya en 2007 cuando destapamos el saqueo económico que el presidente del gobierno de Kenia había perpetrado en su propio país. Entonces, las estructuras del poder comenzaron a resquebrajarse. La élite financiera comenzó a darse cuenta de que durante años se habían estado engañando los unos a los otros. Ahora todo se había desvelado y temían no poder mantenerse en el poder».
Assange reconoce la influencia que estas revelaciones pudieron tener en los movimientos sociales que surgieron a escala global y que desembocaron en el 15M o en la Primera Árabe. «Las estructuras de poder se mantienen gracias a una serie de relaciones. Cuando las revelamos con nuestros informes comenzaron a desgastarse. Y la gente empezó a enfadarse a medida que iba conociendo cómo era la naturaleza del sistema».
El fundador de Wikileaks tiene una visión «mixta» del poder: «Salvo cuando la gente se une, por definición es la élite la que lo ejerce. Para cambiar esto es necesaria la información, pero no es suficiente. Hay que conseguir fracturar y debilitar desde dentro las estructuras del poder».
Algo de eso se consiguió, según Assange, cuando su organización destapó la parte más oscura de las relaciones internacionales. «Estados Unidos tenía presencia prácticamente en todos los casos de una manera u otra. Eso hizo que tuviera que enfrentarse a varias crisis a la vez, algo a lo que no estaba acostumbrado. Eso le originó un gran desgaste».
Reconoce que fue algo intencionado, como intencionadas y estratégicas son sus presencias en los medios: «Tenemos que hacer marketing de esa gran biblioteca que es Wikileaks, que dispone de más de 11 millones de documentos. En ellos se pueden encontrar procesos grandes, pero también causas pequeñas a través de las cuales la gente puede entender cómo funcionan las instituciones con las que interactúan».
Antes de cortar la conexión, Assange no quiso dejar de agradecer el apoyo que recibió de Madrid cuando el Ayuntamiento de la ciudad envió una declaración a los gobiernos de Reino Unido y Suecia en la que exigía que reconociesen el dictamen de la ONU sobre su «arbitraria» detención: «Lo considero un gesto muy importante, el que una ciudad de millones de ciudadanos reclame que se cumpla una ley que tiene que ver con los derechos humanos».
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Julian Assange se merece un puesto de honor en la historia, seamos o no capaces de sustraernos a las poderosas multinacionales, sin Wikileaks la mayoría de la población seguiría en la más profunda ignorancia de los planes que nos tienen destinados esos monstruos y de la degradación y la burla que los gobernantes y dirigentes hacen a sus ciudadanos.