Biblioterapia: leer mejora la salud mental

En una de las novelas de la escritora escocesa Jenny Colgan, su protagonista —una librera accidental— reflexiona sobre cómo puede ayudar a una niña que está pasando un mal momento en salud mental. En su infancia, todos sus problemas los había solucionado con libros, pero se cuestiona si eso servirá también ante una enfermedad.

A la niña de la novela, el sistema de salud le proporciona medicinas y citas con una psiquiatra. La librera suma libros —que nunca harán mal, piensa— que le ayudan a afrontar las cosas. «En ninguna de estas novelas hay madres», le dice la joven lectora. No fue un error de esa librera de ficción: las historias ayudan a su joven lectora a entender —y aceptar— la desaparición de su madre.

La novela de Colgan es un ejemplo de tantos, porque, en el mundo de las novelas, si hay una trama que se repite tanto como la de hacerte librera y que te cambie la vida es la de leer novelas y que te ocurra exactamente lo mismo. Puede que sea porque, al final, quienes escriben novelas también las leen —y mucho—, y han experimentado en carne propia cómo la lectura conforta. Refugiarse en un libro —como en esas historias— no parece tan extraño. Si la literatura ayuda a entender el mundo, también puede hacerlo cuando lo que se necesita comprender es a una misma.

Y lo cierto es que ese pálpito de novelistas y lectores tiene nombre y se ha convertido ya en una tendencia al alza. Es la biblioterapia. «La biblioterapia es el uso de libros y la lectura con una finalidad terapéutica», explica Eduardo Martínez Lamosa, psicólogo clínico y miembro de la Sección de Psicología y Salud del Colexio Oficial de Psicólogos de Galicia. El qué leer depende del momento y de lo que se quiera lograr. «Se puede hacer con libros técnicos o de la literatura, que pueden ser útiles», apunta el psicólogo.

El a quien pueden beneficiar es igualmente amplio. «Con niños y adolescentes se suele emplear bastante», explica el psicólogo clínico, señalando que existen muchos libros «y muy buenos» que exploran cuestiones con aplicaciones importantes. Pero lo cierto es que no existe un límite de edad: todo el mundo puede potencialmente beneficiarse de la biblioterapia. Si te gusta leer, ahí estarán los libros. «No todo el mundo se va a sentir cómodo con la lectura», recuerda Martínez Lamosa.

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JANE AUSTEN PARA CURARSE DE LA GUERRA

Aunque la idea de la biblioterapia puede parecer muy moderna, en realidad no lo es tanto. El pico de la presencia de biblioterapia en los libros en español, según los datos de Google Ngram (que no mide nada más reciente que 2019), está en la primera década del siglo XXI, pero las menciones arrancan ya en los años 20. De hecho, en 1928 se registra un curioso pico de subida de presencia del término. En Google Trends, el interés por el concepto tuvo también un pico en esos años, pero vuelve ahora a presentar una tendencia al alza.

En la introducción de Manual de remedios literarios, Ella Berthoud y Susan Elderkin recuerdan que «la biblioterapia ha sido popular en forma de libros de autoayuda de no ficción durante décadas». Incluso, y más allá de lo que señalan estas expertas, la autoayuda como género literario vivió un momento de oro en ventas e interés durante los años 20 y 30, en los que recurrir a esos libros para mejorar la vida o para reconciliarse con ella no era tan extraño.

Hasta leer de modo específico para sobrellevar momentos difíciles cuenta con una larga historia. Ya en la I Guerra Mundial, cuando todavía no se comprendían del todo los efectos traumáticos que las batallas tenían en los soldados, se recetaba la lectura de Jane Austen para paliar la neurosis de guerra. «Lo que el hombre en las trincheras no quiere es ficción sobre la guerra», publicaba una revista en 1915, insistiendo en que «le gustan las historias de fuerte interés doméstico».

Curiosamente, la visión de las novelas de Austen como refugio para tiempos turbulentos tiene un ejemplo mucho más cercano en el tiempo: durante la pandemia, las ventas de las novelas de Austen crecieron en un 20% en inglés. Volver a Longbourn a casa de la familia Bennet semejaba una idea mucho mejor que quedarse en el mundo del coronavirus.

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LOS BENEFICIOS DE LEER PARA LA SALUD MENTAL

«En muchos momentos los libros, escribirlos pero sobre todo leerlos, me han ayudado a saber que no estoy solo. Y eso es algo radical, subversivo, una línea de vida brutal, en un tiempo como este en que la soledad nos muerde insistentemente los tobillos (y más arriba), y los problemas se individualizan, se privatizan», reflexiona el escritor Isaac Rosa. «Leer (y escribir) me alivia, me repara y me consuela a menudo; pero sobre todo me ayuda a saber que lo que me pasa, lo que me duele, lo que temo, lo que deseo y no consigo, lo que me obsesiona, lo que me aprieta y lo que me rompe, no me pasa solo a mí, no estoy solo», añade.

Rosa es uno de los escritores que participa en la campaña #LibreríasdeGuardia, que ha puesto en marcha la Editorial Planeta aprovechando que el 10 de octubre es el Día Mundial de la Salud Mental. Además de una serie de encuentros en librerías explorando los vínculos entre libros y bienestar mental, la campaña está recordando los beneficios de leer para la salud mental.

Ahí está el estudio de la universidad de Sussex que apunta que con 6 minutos de lectura diaria se logran reducir los niveles de estrés en un 60%, que leer es un 30% más efectivo que caminar o que un 68% que escuchar música para aumentar el bienestar, o que es un 100% más recomendable para mejorar el estado de ánimo que hacerse una taza de té o café. La clave está en que, al leer, «la mente se distrae» y abandonamos, aunque sea de forma momentánea, las preocupaciones del día.

[pullquote]Entre los adultos de más edad, leer de forma regular reduce en un 20% la mortalidad frente a quienes no lo hacen[/pullquote]

No es el único estudio que ha afrontado cómo leer cambia las cosas. Un análisis neurocientífico concluyó que la lectura mejora la toma de perspectiva ante las cosas y otro que permite entendernos y entender a los demás mejor. Quizás, el más sorprendente de todos, el que casi parece que todas las librerías deberían poner en letras destacadas en sus escaparates, es el que concluye que, entre los adultos de más edad, leer de forma regular reduce en un 20% la mortalidad frente a quienes no lo hacen.

Martínez Lamosa apunta que la biblioterapia «puede llegar a ser útil en sí misma, pero sobre todo como una herramienta en un paquete más amplio». Quizás habría que hacer una pequeña llamada de atención porque la biblioterapia por sí sola no nos va a curar de todos nuestros males. Cuando le preguntamos por esta cuestión al psicólogo clínico, explica que es «una herramienta complementaria». «Puede ayudar, pero no tanto hablar de curar», indica, entrecomillando esa idea de cura. Por eso, confiar en un biblioterapeuta —lo ideal, la persona especialista en salud mental que ya está tratando— para integrar las lecturas en un proceso de tratamiento más amplio es recomendable.

Aun así, e igual que hacemos pilates para mejorar la salud de la espalda o cambiamos la dieta para prevenir el colesterol, leer para sentirse mejor no parece una mala idea, mucho más teniendo en cuenta que en los últimos 10 años la venta en España de antidepresivos ha crecido en un 45% o que las previsiones globales apuntan hacia que en 2030 la (mala) salud mental será la primera causa de discapacidad del mundo.

Leer es algo accesible: solo hay que acercarse a una librería o a una biblioteca y escoger qué título llevarse a casa.

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Patrick Thomas

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