Cuando surgieron los análisis de la sociedad, el big data, la visualización de datos o la gamificación como vehículo de desarrollo, Richard Buckminster Fuller (Milton, EEUU, 1895) ya estaba ahí, abriendo camino de innovación en la jungla del conocimiento.
El diseñador e inventor estadounidense convirtió en dogma una pareja de vocablos, diseño y ciencia, y los utilizó para entender el funcionamiento del mundo y proponer un futuro alternativo y sostenible, un futuro posible y mejor.
El Espacio Fundación Telefónica (C/ Fuencarral 3, Madrid) inaugurará el 16 de septiembre una exposición de uno de los mayores visionarios de la historia. Aunque terminaríamos antes enumerando las cosas que no hizo, el rigor obliga a explicar que Richar Buckminster Fuller fue diseñador, arquitecto, filósofo, inventor, científico, profesor, escritor y un ferviente defensor de la reutilización de recursos y de la sostenibilidad.
Curiosidad radical. En la órbita de Buckminster Fuller es una mirada al interminable trabajo del estadounidense. Este retrato es un encuentro entre los principales trabajos de Fuller y algunas propuestas de creadores contemporáneos como Norman Foster, Olafur Eliasson o Neri Oxman.

Transformar el mundo desde las ideas
Buckminster Fuller entendió perfectamente la estructura del mundo, esa relación perfecta o imperfecta de elementos que conforman un sistema completo. Y se propuso cambiarlo.
Aunque pudiera parecer un proyecto ambicioso y algo utópico, Fuller instauró la idea de que una sola persona puede ser el pivote alrededor del cual se cambia toda una civilización.
Lo de Fuller fue la instauración del trayecto que va de la ensoñación a la idea, de la idea a la experimentación y de ahí al entendimiento humano. Se convirtió en algo así como un diseñador científico, un creador apegado al rigor, la economía de recursos, la sostenibilidad y la innovación.
Cuando inventó la cúpula geodésica –porque sí, Fuller es el inventor de este hallazgo constructivo–, la idea subyacente era la de una sostenibilidad suprema: la de la estructura y la de la conservación del medioambiental. Habría que cubrir el mayor espacio posible con la menor cantidad de material. Y sin cimientos.
Sus anhelos tocaron la arquitectura, la movilidad o la ilustración en el conocimiento de la sociedad. Se propuso aniquilar las pedagogías que recortan la curiosidad, las ganas de mancharse las manos, de experimentar y de observar el entorno.

Buckminster Fuller llegó antes
Cuando en pleno 2020 observamos los problemas de la sociedad actual y las urgencias que atañen al desarrollo, se muestra la clarividencia de Buckminster Fuller.
El pensador anticipó algunas de las crisis que se debaten como nuevas. Llamó la atención acerca de la limitación de recursos en el planeta o diseñó vehículos más aerodinámicos para impulsar una movilidad más eficiente y sostenible.
Su legado, ese recorrido que se puede descubrir en Espacio Fundación Telefónica hasta el próximo 14 de marzo, transformó la forma de pensar y de entender el mundo. Por muy grandilocuente que parezca la sentencia.
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Foto de cabecera: World Game: Primer seminario sobre El Juego del Mundo, dirigido por Buckminster Fuller y Edwin Schlossberg, Nueva York. Julio de 1969. Cortesía The Estate of R. Buckminster.