Se acababa de inaugurar la década que pasaría a la historia como la de «los felices años veinte» o «los años locos». La Gran Guerra había concluido por fin y, mientras Europa se lamía las heridas, Estados Unidos se adentraba en un periodo de auge económico.
Nada hacía presagiar aquel Crack del 29 que explotaría la burbuja especulativa que se había ido hinchando durante el decenio que ya acababa. Los estadounidenses disfrutaban al máximo de aquella supuesta prosperidad. El consumo se disparó y los automóviles se convirtieron en uno de los artículos más demandados, sobre todo por quienes habían descubierto la posibilidad de pagarlos a plazos.
A medida que los viajes por carretera se popularizaban, el paisaje alrededor de estas se transformaba. Los bares, restaurantes y tiendas de souvenirs comenzaron a proliferar en estas rutas, y los empresarios pronto cayeron en la cuenta de la necesidad de que sus negocios destacaran por encima de los de la competencia. Los propios establecimientos tenían que convertirse en el principal reclamo para los conductores.
Se abrió entonces la veda para todo tipo de propuestas arquitectónicas, a cada cual más histriónica. En la franja sur del país, conocida como Sunbelt, pero, sobre todo, en la zona meridional de California, proliferaron excéntricas construcciones que reproducían todo tipo de objetos, animales, personajes, frutas… Mientras la mayoría de los viajeros se acostumbraban a las vistas, los más críticos calificaban a las nuevas edificaciones de «monstruosidades».





La crisis de los treinta y el transcurrir de los años confirmaron el lugar marginal de estas construcciones en la historia de la arquitectura norteamericana. Tuvieron que pasar varias décadas para que muchas de estas «anomalías arquitectónicas californianas» volvieran a ser celebradas. El antropólogo e historiador de la cultura popular norteamericana Jim Heimann lo ha hecho al recopilar imágenes de algunas de las construcciones más pintorescas. Un compendio que ha dado lugar a California Crazy, publicado por Taschen America, donde Heimann ejerce como editor ejecutivo. Las fotografías del libro se acompañan de ensayos del propio editor y del arquitecto David Gebhard, quien hace ya más de 40 años profundizó acerca de las influencias precursoras de este movimiento arquitectónico made in USA.


