Miren el absurdo. El principal medio de transporte en la historia de la humanidad, caminar, está hoy bajo sospecha. Dicen que es inseguro, que hace frío y calor, que resulta incómodo por los tacones. Andar, en muchas ciudades, está mal considerado. En las megalópolis, sobre todo. Y en algunas metrópolis de América Latina más.
El automóvil conquistó las urbes. Esa «cucaracha biónica que come ciudades», como lo describió Guy Davenport, desplazó a los peatones hasta las orillas de las calles. Esa máquina ruidosa no sólo lleva a las personas de un lado a otro. También estresa, contamina y, a veces incluso, cuando ve a un peatón cruzando una vía, en vez de frenar, acelera. Asusta. Impone su ley del terror.
Pero ni esto siempre fue así ni esa es la única forma posible en la que una ciudad puede organizarse. Así lo creen la Liga Peatonal y la editorial El Caminante. Y así lo reflejan en una Carta Ilustrada de los Derechos del Peatón que han editado en México junto al ilustrador Edgar Seis.
Esta obra explica en dibujos la Carta Mexicana de los Derechos del Peatón que presentó la Liga Peatonal hace dos años. Ahora la cuentan de nuevo, resumida e ilustrada, porque creen que así el mensaje llegará a más personas y volverá a retar a los ciudadanos a pensar cómo les gustaría que fuera su ciudad.
Los responsables de esta carta recuerdan algunos conceptos básicos que los coches han atropellado. Por ejemplo, el espacio público. Lo definen como «un espacio abierto a la ciudadanía, sin importar su credo, género, raza, etnia, condición física, sexualidad o apariencia».
O, también, el peatón: «andante del espacio público urbano, que puede ser una persona con discapacidad, un niño, un adulto mayor, una mujer o un hombre».
La carta habla de algo que suena tan lejano y desconocido como ‘los derechos fundamentales de los peatones’. Algo que hoy suena más poético que real. Atentos: «el derecho a cruzar la calle con calma y seguridad, a una ciudad hecha a nuestra medida, a servicios de transporte público adecuado, a centros urbanos organizados, a convivir en el espacio público, a jugar en la calle, a mobiliario adecuado, a banquetas amplias, a un ambiente sano, a disfrutar del espacio público y a caminar con calma por la calle».
Este proyecto de la Liga Peatonal (una red de colectivos que defienden los derechos del peatón en México), El Caminante (un sello especializado en temas de ciudad y urbanismo) y el ilustrador mexicano Edgar Seis surgió de un anhelo. «En América Latina apenas hay textos sobre estos temas. Por eso hace dos años decidimos crear la editorial», especifica Ximena Ocampo, fundadora de El Caminante. «Hemos publicado varios libros sobre el disfrute de la calle y cómo hacer las ciudades más vivibles. Ahora, con esta obra, queríamos acercar la Carta Mexicana de los Derechos del Peatón a más personas. Lo hemos hecho con un enfoque latinoamericano porque nuestro objetivo es llegar a todos los países de habla hispana».
Aquí puedes leer la carta completa.
Estoy en una etapa de mi vida laboral que me permite disfrutar el transitar por las calles camiando. ¡Me gusta mcuho! me ayuda a pensar con más claridad, tener mejor condición física, mirar la vida desde otro enfoque, cuidar mi economía; pero es verdad, muchas veces siento la presión de los autos presionando mi andar y por otra parte a muchos peatones que no respetan las señalizaciones. Gracias por darle importancia al tema. Hay muchas cosas que todos debemos saber para caminar confiados. Saludos
¡QUÉ BONITO! Yo voy por la ciudad en bici, hay que olvidarse de la mala educación e intentar convivir con la ciudad. Estoy a caballo entre Madrid y Asturias, el cambio es brutal. De todos modos disfruto de la autonomía y libertad que te da éste medio de transporte, así como la ganancia de tiempo para dedicarlo en otras cosas. Ilustraciones encantadoras.
Solia pasar en transporte publico o en mi auto, solo pensando en las cosas del trabajo y demas pensamientos asociados al trabajo, a las preocupaciones del dia a dia, hoy ya casi no uso el carro, ahora soy la transeunte, respirando el verde que me rodea, mirando pasar la vida en cada segundo, cuando corro< cuando las mascotas de los demas se acercan a saludar. Caminar la vida, agotando los espacios, sentir el frio en mi rostro y porque no, recoger las hojas q aun no han perdido su color.
Es un tema cada vez con más demanda social y por ello echo de menos alguna referencia más concreta sobre el ruido urbano (no sólo vehículos) y sobre la movilidad en las aceras (la invasión de terrazas y el consiguiente botellón de cuarentones en mi barrio empiezan a ser un verdadero problema para la gente mayor, que tiene que bajar a la calzada para avanzar)