Hubo un tiempo en el que las aulas con tarima y pupitres de madera era lo más parecido a una sala de tortura. Los profesores podían alegar eso de que ‘la letra con sangre entra’ para emprenderla a reglazos contra sus alumnos cuando se terciase. Afortunadamente ese tiempo pasó y, quizá porque no dio los resultados esperados o porque si los dio fue a costa de demasiados traumas infantiles, muchas de las teorías educativas actuales se basan precisamente en lo contrario: que el aprendizaje surja de la diversión, nunca del sufrimiento.
Los serious games entran dentro de esta tendencia. Hace años que los juegos no sólo entretienen. También educan y, en ocasiones, sus enseñanzas pueden servir para salvar vidas.
Es el caso del videojuego que tiene como fin instruir a los obstetras con el fin de paliar el alto índice de mortandad de neonatos en partos de nalgas practicados sin cesárea. Su desarrollador, Jurriaan Van Rijswijk, lo citó como paradigma de lo que los serious games pueden contribuir a la formación de los profesionales de la sanidad, durante la celebración de la 4ª edición de Creativity Meeting Point.
Y no fue el único. Según el presidente de Games for Health Europe la tasa de errores entre los enfermeros ‘jugones’ es hasta un 32% menor que entre los que no son asiduos a los videojuegos. La razón, explica, la mayor coordinación mano-cerebro que proporciona esta práctica.
En definitiva, el entretenimiento puede ser la mejor vía para el aprendizaje. Y para apoyar la tesis, Van Rijswijk demostró que no hay nada mejor para no olvidar nunca cuál debe ser la cadencia entre los movimientos de una maniobra de reanimación cardiorrespiratoria que un vídeo divertido con una canción de los Bee Gees de fondo.
Fotos: Jurriaan Van Rijswijk