Muchos se han marchado a causa del precio de los alquileres. Pero todavía pueden verse algunos de los comercios abiertos en los años noventa por los inmigrantes dominicanos que llegaron al barrio de Sant Pere (Barcelona).
Las peluquerías son mucho más que lugares donde uno acude a arreglarse el pelo. Son verdaderos centros de reunión donde mujeres y hombres se encuentran por separado. Muchos de ellos desempleados.
Siempre se escucha música de fondo. Se habla con nostalgia de los buenos tiempos. Se denuncia la falta de trabajo y se mira al futuro con el optimismo indolente de quien tiene poco que perder.
Anna Baeza es fotoperiodista y documentalista
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