Normalmente, los guías turísticos destacan entre la marabunta con un paraguas o una banderola. Erik Harley lo hace por su imponente altura y su casco de obra. Además, hay pocos turistas en la periferia de las ciudades, allí donde Harley organiza sus rutas pormishuevistas.
Con este rotundo nombre, este licenciado en Bellas Artes formado en estudios urbanos da a conocer los desmanes de la arquitectura más estrafalaria y rimbombante, aquella ligada al bum del ladrillo, a los proyectos megalómanos y a los arquitectos estrella.
Empezó a hacer estas rutas al salir de la pandemia. Durante el encierro, había colgado en sus redes un par de vídeos denunciando desmanes urbanísticos. Siempre había querido contar historias, y entonces tenía mucho tiempo y muy poco dinero. Igual podía probar.
Hizo un vídeo sobre Paco, el Pocero de Seseña, y los seguidores empezaron a crecer. Hizo otro sobre Calatrava y la cosa explotó. Sus vídeos se hicieron virales, empezaron a llamarle de la tele (colaboró con El Intermedio) y la radio (en Las Mañanas de RTVE).

«Cuando salimos a la calle, tenía ya como un grupito chulo en Telegram y dije: “encontrémonos todos”, que iba a pasar por Madrid. Y vemos la Castellana, los rascacielos, y luego nos tomamos unas cañas…», rememora. «Ahora todo es virtual y muy viral y estupendo, pero a mí me gusta mucho lo presencial».
Es fácil entender por qué. Harley es un animal escénico y gana en vivo y en directo. Es divertido y compagina las explicaciones políticas, sociológicas y artísticas con petardeo y referencias a la cultura pop. Hizo esta entrevista en los jardines del Basque Culinary Center, en el marco de Diálogos de Cocina, un encuentro interdisciplinario que reflexiona en torno a la importancia de la cocina. Él es uno de los ponentes.
«Me sorprendió mucho que me invitaran, porque, en realidad, yo cocino muy mal», confiesa. Pero concede en que entre la alta cocina y la arquitectura puede haber ciertas similitudes. «También hay restaurantes pormishuevistas. Son esos que tienen estrella Michelin, pero que las prácticas no las pagan con dinero, sino con visibilidad. Ellos lo llaman prácticas, yo lo llamo prácticas abusivas; y espero que en el futuro sean prácticas remuneradas».
[pullquote]«El pormishuevismo es un falso movimiento artístico creado con el fin de explicar aquella arquitectura especulativa, corrupta, gentrificadora y salchichera»[/pullquote]
Las rutas pormishuevistas de Harley son un éxito. Ha hecho más de 300 grupos en 12 ciudades. Están Madrid, Barcelona y, cómo no, Valencia, ciudad donde vive y donde más obras tiene Calatrava, arquitecto pormishuevista por antonomasia. Pero también hay lugares más pequeños como La Manga del Mar Menor, Benidorm o Marina D’Or. Harley reconoce una fascinación por estas dos últimas localizaciones; tan locas, extremas y barrocas que son admirables desde una distancia irónica.
El pormishuevismo tiene un nombre llamativo que la gente tiende a recordar. «Bueno, es relativo, ayer me pararon por la calle y me dijeron: “Ah, tú eres el del sudapollismo”», matiza Harley divertido. En cualquier caso, es un adjetivo que se explica solo. Pero, por si acaso, acudimos a su página web en busca de una definición oficial: «Es un falso movimiento artístico creado con el fin de explicar aquella arquitectura especulativa, corrupta, gentrificadora y salchichera».
Es un movimiento especialmente fecundo en la España de los últimos 30 años. «El nombre nace de la peli de Bigas Luna, Huevos de oro», rememora Harley. «De repente, fue como muy claro. Es que existe una manera de construir, una manera de entender, una manera de proyectar futuro, que es el “por mis huevos morenos”. Más allá del contexto social, la filosofía o la estética, el hacerlo mal solo para beneficio de los míos es una filosofía demasiado extendida en nuestro territorio».

Harley habla de arquitectura y urbanismo en un país que, durante muchos años, ha ignorado estos temas. «Han estado excluidos del debate público», señala, «y me glichea que no entendamos que el modo en el que construimos nuestras ciudades afecta a la forma en la que vivimos». La arquitectura se usa en el debate político, puntualiza.
En los próximos meses veremos a cargos públicos cortando cintas e inaugurando edificios dándole la razón. «Más que utilizado, se ha pervertido, porque lo que se ha hecho durante las últimas décadas es pensar que inaugurar un mamotreto grandilocuente, automáticamente situaba una ciudad en el mapa».
Sin embargo, defiende Harley, eso no es hablar de urbanismo. Tampoco lo es criticar las supermanzanas de Barcelona como ocurrencia moderna («Ildefons Cerdá ya las proponía en 1860») o señalar que la Ciudad de los 15 minutos es una conspiración de las élites políticas para encerrar a la gente en sus barrios.
[pullquote]Hay mucha ideología en priorizar al coche o al peatón, en planear las calles teniendo en cuenta a la mujer, potenciar el uso mixto de espacios o convertir los centros de las ciudades en lugares de paso[/pullquote]
El negacionismo ha llegado a la política urbanística. Y tiene su lógica: «Como estos temas no forman parte del relato social o de la conversación, en general, de la sociedad, se aprovecha el desconocimiento para generar ideología», analiza el experto. Esto no significa que el urbanismo no sea político, hay mucha ideología en priorizar al coche o al peatón, en planear las calles teniendo en cuenta a la mujer, potenciar el uso mixto de espacios o convertir los centros de las ciudades en lugares de paso.
Al preguntarle a Erik Harley por una ciudad donde el urbanismo esté condicionado por la política, no tiene ninguna duda, y eso que, echando un vistazo a su currículo, ha vivido en unas cuantas. «Yo siempre defiendo que Madrid no está diseñada para vivir. Puede estar diseñada para trabajar, para hacer networking, tienes posibilidades de que te salgan cosas nuevas. Pero lo que es calidad de vida es una mierda, quizá porque es la capital del neoliberalismo».
Tampoco es que Harley sea muy benévolo con su Barcelona natal, una ciudad «que ha cometido muchos errores en las últimas décadas en cuanto a gentrificación y masificación turística», o con Valencia, donde vive, y que parece estar repitiendo los mismos errores. «En los últimos años, ha cogido carrerilla, pero en la dirección equivocada», sentencia.
Estos males no son exclusivos, pero sí están agudizados en las grandes ciudades. También son los que más se ven y se denuncian en medios de comunicación, pero Harley sabe que casi cada pueblecito tiene una rotonda horrorosa; cada ciudad mediana, un palacio de los congresos en el que se despilfarró una cantidad de dinero vergonzoso. Y que la mayoría de estos hechos pasan desapercibidos.

Para poner remedio a esta desmemoria colectiva, ha creado un buzón de denuncias en su página web. Con todos los mensajes recibidos quiere hacer un mapa nacional del pormishuevismo. «Se ha creado una red muy chula con gente que cuenta historias que no se veían».
Puede que este comunicador tenga un discurso crítico con la forma de hacer ciudad, con las construcciones de la periferia. Pero las críticas, explica, son constructivas. «Yo creo que la periferia es un lugar maravilloso para vivir», señala. «Hay que valorarlo muchísimo más, vivir a las afueras de la ciudad es una cosa de la que estar orgulloso».
Desde ese orgullo defiende la crítica. Porque las ciudades no solo las construyen políticos, urbanistas y arquitectos. Y porque para construir, a veces, hay que deconstruir antes.