Se habla mucho de cuidar la «marca persona»l y la «huella digital» de cada uno. Dicen que los cazatalentos y responsables de selección ya casi se fijan más en eso que en el propio CV.
Se me ocurre que en lugar de ver en qué foros participas o a qué playa vas en verano, existe un baremo mucho más representativo de tu perfil profesional: tu nivel de Candy Crush. Es un nuevo termómetro profesional. Candy Crush es una lección de vida.
Todo el mundo, absolutamente todo el mundo empieza en el mismo punto. No hay ventaja de inicio para nadie, ni enchufes, ni reputación previa, ni estudios, ni especialización. Aquí todo empieza en uno mismo.
El proceso de aprendizaje es idéntico para todos, intuitivo, requiere dosis de autodidactismo (sí, la palabra existe), mucha dedicación, lógica deductiva. Alinear caramelitos de colores, tres, cuatro, bolas de rayitas, el caramelo con funda que explota, una supergominola de colores que parece una bola de discoteca….
Es un entorno nuevo al que uno llega y debe medrar. Superar retos.
Enseguida encuentra cierto gustillo en los halagos “Tasty” o “Divine” con esa voz de Barry White que engancha. Pero debe aprender que no siempre son sinónimo de éxito. Debe aprender a renunciar a la vanidad.
Pronto llegan las pruebas con cronómetro que son auténticos retos de trabajo bajo presión. Requiere de una alta resiliencia, que es otra de esas palabras clave para un buen directivo.
Candy Crush absorbe y uno debe hacer malabarismos para conseguir cierta conciliación familiar. ¡Deja el móvil de una vez! Es un mail de mi jefe….(mentira)
Uno empieza a sentirse cómodo y avanza. Pero llegan las dificultades, los nuevos retos, aprender nuevas técnicas, los bloqueos. Obstáculos desconocidos hasta el momento. Los malditos chocolates, la gelatina, los pasillos conectados…. Empiezas a necesitar ayuda de otros, pides vidas extra. Asumes tus carencias, pero reaccionas porque tienes un objetivo.
Solo sabes que tienes que seguir intentándolo y no tienes todas las oportunidades que quieras. Candy Crush te obliga a periodos de descanso. Una reflexión para abordar el problema de otra manera… con energías renovadas.
Es un entorno muy competitivo, ves cómo tus amigos de Facebook avanzan mas rápido que tú, algunos se alejan y se alejan y tú solo esperas tu racha… Sospechas de sus tácticas, incluso dudas de tu propia capacidad. Otros en cambio van quedando irremediablemente atrás…
Pero como todo en la vida, llega el momento en que hay que tomar decisiones serias. ¿Pagar un precio o no pagarlo? ¿Comprar beneficios? ¿Usar un atajo para conseguir una meta? O seguir trabajando con empeño y esperar una recompensa a tu esfuerzo.
Y es un proceso que no termina nunca. Tus retos iniciales ahora parecen infantiles, ya no eres un junior, ya tienes un nivel. Ahora aspiras a llegar al final, a donde nadie ha llegado aún. ¿Qué habrá más adelante?.
Por todo eso yo creo que cualquier buen cazatalentos debería ver el nivel de Candy Crush de cada candidato. Yo, más allá de mis años de estudios, mis inicios, mi carrera profesional, mi edad, mi nivel de retribución, mis batallas profesionales, mi actitud, mis logros o mis fracasos, creo que encabezaré mi CV con un único dato: Nivel 159 ( y a mucha honra..)
Porque a veces tengo la sensación de que a muchas personas se las prejuzga por cosas que en realidad son irrelevantes y que en absoluto las describen como profesionales: un tatuaje, el colegio al que fueron, el coche que conduce, la empresa en la que trabaja… Unas veces para bien y otras para mal.