‘Hinchas del idioma’: cuando el fútbol marca un gol al lenguaje

Te guste o no el fútbol, este deporte que arrastra masas y paraliza países cuando se juega una gran final impregna gran parte de la vida. Para Jesús Castañón, profesor de Lengua Castellana y Literatura, doctor en Filología Hispánica y director de la web Idioma y deporte, el fútbol es también un fenómeno lingüístico. Nos casamos de penalti, nos quedamos fuera de juego en alguna ocasión y echamos balones fuera para escapar de ciertos marrones.

Hinchas del idioma. El fútbol como fenómeno lingüístico es el libro que Castañón acaba de publicar con la editorial Pie de Página. Y se presenta como un gran partido, una liga de fútbol donde el idioma español juega contra otros equipos.

«El libro es un paseo de divulgación por el lenguaje del fútbol como obra coral y viaje emocional, como punto de encuentro entre instituciones del deporte y de la lengua, deportistas, premios Nobel, académicos, periodistas, escritores literarios, creadores…», explica Castañón. «Presenta pistas y reflexiones personales sobre el uso del idioma en una esfera en la que predomina la comunicación sobre la corrección, y abrir la mirada a las relaciones culturales y sociales de sus formas de expresión».

En el fondo, ese predominio de la comunicación frente al buen uso de la lengua es lo que caracteriza al lenguaje del fútbol. El fútbol despierta emociones, pasiones, que buscan ser expresadas, que buscan impactar. La norma aquí no importa. O no es fundamental, en el mejor de los casos. Es la expresividad la que marca el camino y no la RAE.

Y esos usos lingüísticos han calado no solo en el hablante llano, sino también en intelectuales, académicos y escritores, que han contribuido también a difundir y asentarlos en nuestro idioma. Todo ello es fruto de una evolución, de un proceso que ha corrido paralelo a la historia de este deporte en todas partes del mundo. Y que en el caso del español, tuvo su gran impulso cuando la FIFA lo reconoció como uno de sus idiomas oficiales.

Foto: EFE/Alberto Morante
Foto: EFE/Alberto Morante

En el ámbito hispanohablante, «ha cambiado en función de los diferentes sectores que se han incorporado a él», comenta Jesús Castañón. «Primero, fueron la cancha y los medios pues los propios deportistas fundaron revistas para contar los beneficios del fútbol. Después, se fueron añadiendo las hinchadas y las aportaciones artísticas… Más tarde la evolución ha sido acorde con los cambios sociales vividos en los siglos XX y XXI en todos los aspectos hasta llegar a la actual vivencia tecnológica».

Así, se han ido quedando por el camino expresiones que una vez triunfaron como match de football, team y score para dar paso a partido, equipo u once y marcador. «Han dejado de usarse sistemas de juego como 2-3-5, 4-2-4 o 4-3-3; y términos como catenaccio, centrocampismo, cerrojo, fútbol total y WM o han desaparecido o tienen un uso muy restringido», aclara el profesor.

«Las partes del campo como el vértice del área han evolucionado a pico y su semicírculo se ha visto sustituido por balcón, corona, media luna. El trencilla era una forma curiosa de designar al árbitro. Y hasta el mejor jugador de un encuentro, que se llamaba la figura del partido, hoy se presenta en inglés como MVP (Most Valuable Player)».

No hay que ser un lince para observar que el lenguaje empleado para hablar de fútbol está cargado de extranjerismos que, en ocasiones, parecen innecesarios. ¿Qué necesidad hay de llamar míster al entrenador? Esta es una de las críticas que más frecuentemente se hacen contra este lenguaje.

Tampoco gusta el «abuso de frases hechas, tópicos, términos comodines, expresiones vacías, estereotipos…», señala el autor en el libro.

Sin embargo, en su opinión, «ha servido como ámbito de aprendizaje de idiomas en un entorno amable. También de las modalidades de redacción especial en las escuelas de periodismo. Ha mostrado una gran capacidad de adaptación a las nuevas tecnologías y ha sido observatorio de las tendencias más actuales del idioma para las instituciones lingüísticas por su creatividad, diversidad de expresiones, formación de neologismos necesarios, etc.».

«Es un ámbito que se puede definir como el punto de encuentro sin exclusiones y en el que conviven todas las tendencias del idioma: tradición e innovación, creatividad y resistencia a cualquier cambio, visión unitaria y policentrismo, unidad y diversidad…», concluye Castañón.

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El lenguaje coloquial y popular también está muy presente en la jerga futbolística, lo que hace que actúe «como una samba en la que se entrecruzan y refuerzan todo tipo de voces y timbres hasta llevar a las masas al entusiasmo».

Esto consolida la idea del fútbol como un espacio idiomático de convivencia entre deportistas, tribunas, medios de comunicación y recreaciones artísticas, opina el autor de Hinchas del idioma. «Su acción conjunta engrandece la lengua gracias a su fantasía, experiencia y conocimiento».

A esa creatividad contribuyen en gran medida la enorme cantidad de metáforas con las que juega el lenguaje futbolístico. Las más exitosas son aquellas que «expresan conceptos gráficos y emotivos, que generan mensajes fáciles de recordar, permiten sintetizar estados de ánimo y clasifican experiencias o crean opiniones», comenta Castañón.

Por eso están tan incorporadas al lenguaje coloquial expresiones como dream team para hablar del equipo con más éxito en una empresa; o gol de media cancha cuando se alcanza un gran éxito; o tener más moral que el Alcoyano cuando se tiene buena disposición de ánimo.

La expresividad cuando se habla de fútbol es común en un lado y otro del Atlántico. Tanto en Hispanoamérica como en España, el deporte rey es una pasión de multitudes, «un sentimiento compartido que engrandece las posibilidades expresivas del idioma».

Sin embargo, en la Península Ibérica no dejan de sorprender la fuerza y la enorme expresividad de hablantes como los argentinos. Basta recordar el aluvión de insultos que la afición de ese país dedicó a Higuain por su mal papel durante el encuentro amistoso entre las selecciones de España y Argentina el pasado mes de marzo. Algo que podría llevar a pensar que al otro lado del océano la creatividad en este sentido es infinitamente mayor. Como muestra, sirva este botón:

Para Jesús Castañón, la diferencia podría estar en que en América quizá exista «un ambiente de fiesta social más participativo que favorece la existencia de una forma de lenguaje innovadora que transmite alegría, fervor y esperanza». Y también odio visceral, claro.

¿Quién aporta más al lenguaje futbolístico entonces: el español de España o el de Hispanoamérica? «En el congreso internacional El idioma español en el deporte, que organizó la Agencia Efe en 1992, Matías Prats Cañete destacó la gran capacidad de expresión y de fantasía de América», responde el profesor.

«Probablemente, en los últimos tiempos de fútbol moderno y fuerte organización empresarial, y el reconocimiento en 2017 como mejor campeonato del mundo por el premio Globe Soccer, el fútbol español también está realizando numerosas aportaciones».

Pese a ser un deporte tradicionalmente masculino, al menos en cuanto a ejecución –apenas hay equipos femeninos de fútbol, aunque algo parece estar cambiando en este sentido–, la mujer siempre ha tenido un papel de espectadora primero y de comentarista después. Y esto es algo que también afecta al lenguaje futbolístico como la creación de términos femeninos para actividades que anteriormente solo desempeñaban los hombres.

«El fútbol no solo se juega en la cancha, también está en la estructura en la que se asienta el funcionamiento de los equipos en el día a día. A los diferentes puestos sobre el terreno de juego (jugadoras, entrenadoras, árbitras…) se han ido incorporando nombres de diferentes aspectos vinculados a la gestión y la administración», explica el autor de Hinchas del idioma.

«Probablemente, con el tiempo mejorarán los mecanismos para referirse a los logros deportivos o la importancia de sus triunfos y el uso de una adjetivación que, hasta ahora, ha mostrado más interés por el estado civil, la maternidad, la edad o la belleza en vez de atender a la calidad del trabajo deportivo y su importancia social», indica.

El lenguaje futbolístico, guste o no, ha contribuido a ensanchar las posibilidades expresivas del español actual. Como recuerda Castañón en su libro, este lenguaje ha invadido casi todas las áreas de la vida, tanto en publicidad como en la música, las imágenes y la propia cultura.

Está presente en los diccionarios y es una fuente de observación para los especialistas de la lengua. Y lo mejor es que aún queda mucho partido.

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Patrick Thomas

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