Estoy comiendo en un bar de viejo de la calle Pez y leyendo simultáneamente una entrevista al economista chino Mao Yushi publicada por El Mundo. Digo bar de viejo porque, además de ganar el ‘Plato de Oro’ en el año 60 y no haber cambiado el mobiliario desde entonces, solo comen allí pensionistas. El menú es el más barato de toda Malasaña y está disponible los fines de semana. Ellos lo saben y yo lo sé después de rastrearlos. Donde come un pensionista se come bueno y se come barato. Te tratan de usted y te ofrecen un Farias como alternativa al postre o al café. Me flipa.
Así que yo leo El Mundo –el periódico que leen los jubilados y la gente de bien de este país– mientras devoro la dorada al horno evitando mirarle los dientecillos. Y como las entrevistas a economistas chinos tampoco me apasionan, no puedo evitar poner el oído en las mesas vecinas. «Yo siempre he sido muy fogosa, Manolo. Otra cosa no, pero siempre he sido muy fogosa», dice una sexagenaria a la que evito mirar a los ojos para no romper el encanto perturbador de sus confesiones (continuará en la misma línea durante toda la comida, elevando cada vez más el tono de voz hasta terminar describiendo con todo lujo de detalles «la mejor noche de mi vida, Manolo, la mejor noche de mi vida»). A su lado, una pareja de ancianos que podrían haber sido compañeros de tropa durante las Guerras Carlistas, discuten dulcemente sobre la mejor forma de abrocharse el cinturón.
Algo de aquellas dos escenas perfectamente guionizables para una comedia de clichés de la tercera edad, producida por Telecinco, se cuela entre las líneas de Mao Yushi. Nacido en 1929 y disertando sobre valores bursátiles europeos como Falete de su loro Maricón: con facilidad. Pienso que los abuelos chinos envejecen escribiendo columnas contra las políticas totalitarias de Mao Zedong y los nuestros discutiendo sobre el agujero exacto para abrocharse bien la hebilla. Que los chinos liderarán el mundo dentro de poco o muy poco y nosotros nos hundiremos cada vez más, o nos hundirían, en este pozo de profundidad ilegal excavado en el solar de algún primo del concejal de algún ayuntamiento, sobrino a su vez de un diputado y ahijado de un senador. Pienso que hay más de la marca España en este comedor que en todos los esfuerzos del actual ejecutivo por financiar su absurdo ejercicio de branding.
De postre pido piña y corro hacia casa para bucear en Marcaespaña.es y ser afilado y consecuente en mi razonamiento.
(Aquí el lector, vamos, tú, notará un punto de inflexión en la voz narrativa. Lo que descubro en la página me cabrea mucho y no puedo continuar con mi redacción sosegada sobre abuelos. Te animo a que hagas lo mismo, e intercales el texto con breves y fugaces miradas a la página abierta en otra pestaña. Si eres uno de esos superdotados capaces de hacer ambas cosas al mismo tiempo o simplemente una mujer, pues mejor).
Un gigantesco banner de portada, donde una modelo con bata y gafas de lista juega al Minority Report, dice:
EMPRESAS MULTINACIONALES ELIGEN ESPAÑA PARA INSTALAR SUS CENTROS DE EXCELENCIA E INVESTIGACIÓN POR SU ELEVADO NIVEL DE DESARROLLO EN ALGUNOS SECTORES.
¿Qué? ¿Qué, qué, qué? El titular no termina ahí:
ESTOS CENTROS CONTRIBUYEN AL DESARROLLO TECNOLÓGICO E INDUSTRIAL Y SITUAN A ESPAÑA COMO PAÍS PUNTERO EN EL I+D+I.
Vamos, no me jodas. Diariamente nos salpican las noticias de investigadores teniendo que exiliarse por la falta de becas en este país. Semejante afirmación en tipografía de neón es un insulto, una mentira tan demagógicamente retorcida como llamar movilidad exterior a la irreparable fuga de cerebros. Una perla de nuestra eficaz ministra de Empleo, a la altura de Wert diciendo que considera positivo que nuestros mejores científicos desarrollen sus carreras fuera de España.
Conclusión Nº1: Mexan por nós e temos que dicir que chove, que dicen en mi tierra. Pero da igual. La orina nos resbala por la cara y seguimos saliendo de casa sin paraguas. Nos han acostumbrado tanto a su mediocridad, que un ejercicio de autopropaganda tan descabellado, un titular tan alejado de la puta realidad ya no nos sorprende. Eso es lo más terrible de su ejercicio político: que sus mentiras calen tan hondo por desgaste, que nos zarandeen de forma coordinada para que nos acostumbremos al desequilibrio del barco y no recordemos cómo se distinguía la calma chica de una tempestad.
O el vómito ya no nos sepa a vómito de tanto tragarlo en cubierta.
Dejo a un lado la bilis y el carrusel de gráficas de portada, a cada cual más rocambolesca:
ESTADOS UNIDOS ES EL PRIMER PAÍS DE LENGUA NO ESPAÑOLA CON MAYOR POBLACIÓN HISPANOHABLANTE
ESPAÑA ENTRÓ EN LA UNIÓN EUROPEA EN 1986. EN 2013, UN 66% LO CONSIDERA BENEFICIOSO
EN ESPAÑA HAY 14 EMPRENDEDORES POR CADA 10.000 HABITANTES
EL 13% DE LA COSTA ES ANTROPOMIZADA (MODIFICADA POR EL HOMBRE (El paréntesis explicativo es suyo. El porcentaje, también).
Continúo vagabundeando por el site haciendo clic en las pestañas superiores. Una que dice ‘Con nombre propio’ me hace especialmente gracia, y al deslizar el cursor por encima se abre un desplegable de subsecciones que van desde los Españoles universales –cómo no: Julio Iglesias. A.K.A. La que no folle que no entretenga– hasta los embajadores y amigos de la marca España. Espero encontrar en este último apartado a Diego el Cigala, y recuerdo que ha renunciado a su doble nacionalidad para abrazar sin temor la mitad dominicana de su origen. Tiene una isla a la que huir y lo hace públicamente. No como Antonio Banderas, que sí figura como embajador y amigo de la marca España, aunque resida en L.A., o Fernando Alonso. De Fernando Alonso mejor ni hablar.
Moderno descubrimiento: ¡Marca España tiene Pinterest! Y el primer espacio de su tablón está formado por cinco tableros que envían un mensaje coordinado de texto e imagen:
EN MARCA ESPAÑA TENEMOS UN LUGAR DONDE CONTAMOS TODOS.
Todos los que tengamos una renta per cápita superior a la media e hijos que sean compañeros de colegio opusino/elitista de nuestros hijos, cabría añadir. Aunque sorprende la innovación digital del mensaje. Marca España, al filo de la creatividad digital enviándonos mensajes desde el tablón de Pinterest… Termino cerrando a machete el buscador con el dedo derecho temblando del chute de e-basura.
Conclusión Nº2: El Gobierno Popular debería contratar a mejores publicistas. La marca España es un desperdicio de campaña teniendo en cuenta el briefing. Parafraseando el alegato del mejor primer ministro de todos los tiempos, Hugh Grant en Love Actually, «puede que seamos un país pequeño, pero somos un gran país».
Y podemos decirlo sin necesidad de entrar en casposidades de anuncios de embutidos o ironías sobre valencianos hipertrofiados. Podemos gritarlo en corro sin tener que esperar a que nuestra selección de fútbol gane una copa del mundo, o los vecinos de arriba nos vacilen con sus guiñoles. Podemos creérnoslo desde el instante en que no dejamos espacio a la desesperanza inútil, y salimos y cantamos aunque nos apaleen.
Porque no es su marca España. Es la nuestra. La que llevamos en la piel aunque a veces queramos arrancárnosla (como Máximo su tatuaje de legionario romano). Una marca España como un estigma. Una marca España como un lunar en el culo que puede resultar benigno o cancerígeno. Una marca de nacimiento. Un antojo de nuestros padres. Una herida a veces sangrante, a veces cerrada y aparejada a una historia que narramos con orgullo a nuestros compañeros de viaje.
La perspectiva, una vez más, nos la dará el tiempo. De nosotros dependerá el final del cuento cuando nos pregunten el motivo de la cicatriz.
Una cosa está clara: no vamos a consentir que nos termine cosiendo un médico privado. Nosotros somos los abuelos del futuro. Nos corresponde trazar ahora el camino que nos aleje de las hebillas.
Las mejores noches de nuestra vida podemos dejarlas. También son patrimonio.
Imágenes: Pinterest de marca España