Haz la prueba de preguntar a la gente cuál es su palabra favorita. De todo: De «carabela» a «patidifuso» pasando por «clavícula», «zoquete» o «esternocleidomastoideo». Por supuesto sin dejar nunca de lado ese manido «ornitorrinco» que a todo el mundo le sale como originalidad inédita cuando quiere pensar algo raro. Con palabras así en el diccionario, ¿a quién se le va a ocurrir responder con una preposición? Pues que sepas que, aunque no seas consciente, tu palabra predilecta es «de». Así de escueto, así de insonoro. Tan solo leyendo este párrafo la has repetido siete veces y ni siquiera te has dado cuenta.
«Los monosílabos más comunes son palabras que inundan nuestras frases en el lenguaje oral y escrito y ni siquiera nos percatamos de estar usándolos», explica José Antonio Pascual Rodríguez, miembro de la RAE –letra k- y Catedrático de Lengua española de la Universidad Carlos III de Madrid. «Por hacerlo entender de alguna manera, diré que la fuerza melódica, la longitud y el significado propio que tienen el resto de palabras, nos permiten acordarnos de si las hemos dicho o no; y por los motivos contrarios, la falta de casi todo eso en las pequeña palabras que utilizamos como conectores hace que apenas nos acordemos de haberlas pronunciado».
Exactamente eso hizo el astuto «de». Sin llamar la atención, discretito, se ha subido al trono de ser el vocablo más usado por los 500 millones de hispanohablantes del mundo actualmente. Lo dice el listado de frecuencias del CREA (Corpus de Referencia del Español Actual –De la Real Academia Española-). Este banco de datos existe desde 1996 e incorpora una ingente variedad de textos escritos y orales procedentes de todos los países de habla hispana producidos entre 1975 y 2004.
Visto de otro modo, es el ranking que hacía falta para bajarle los humos a esos esdrújulos pretenciosos. Ni «execrable», ni «rimbombantes», ni «entelequias», ni «tuétanos». El palmarés, en estricto orden de posición, lo componen los jugadores más bajitos del diccionario: 2. «la», 3. «que», 4. «el», 5. «en», 6. «y», 7. «a», 8. «los», 9. «se», 10. «del», 11. «las»… y así sucesivamente. No es hasta el puesto 16 donde aparece en el banquillo, en representación de los bisílabos, «una» (que no deja de ser una palabra de tres letras igual de sosa e inadvertida). Eso, por no hablar de trisílabos, que entran en escena en el 73 de la lista, gracias a la palabra «ahora».
¿Dónde están todos esos que jamás pensaron elegir una pequeña palabra como palabra favorita? ¿Es que piensan seguir negando su importancia?
Apunta: 39 veces has dicho «de» mentalmente leyendo este texto; 15 «la»; 22 «que» y 16 «el» ¿Cuántas veces has visto escrito aquí «tarambana»? ¿Cuántas leíste «enjuto»? ¿Cuántas «alborada»? ¿«Muchedumbre»? ¿«Melifluas»? ¿«Empalagoso»? Nosotros los humanos y nuestra historia, con la misma piedra. Siempre nos gustan esas que aparentan en lugar de reconocer a las que les debemos todo.
Pues que quede clarito: dice Pacual que «el español se sostiene, en el más alto de sus porcentajes, por ese montón de monosílabos» a los que nunca hacemos caso. «De» wins.
Tu vida no tendría sentido sin la palabra «de»
