El mítico sello underground Epitaph Records nació entre otros motivos, y según su fundador Brett Gurewitz, para que un puñado de bandas de punk de instituto pudieran grabar sus primeros discos, para hacer que una escena totalmente amateur fuera algo más profesional. Es decir, nació «por los motivos correctos», como diría Pepo Márquez, músico y miembro de The Secret Society, otros graduados en underground.
Luego se dio la circunstancia de que grupos destinados a un nicho puramente hardcore como Bad Religion crecieron hasta magnitudes catedralicias y que todo lo que tocaba Epitaph Records se convertía en oro. Que se lo pregunten a NOFX, Rancid, Pennywise, Millencolin o The Offspring. Esa irrupción a los focos del rock masivo dejaron tocado a Gurewitz, pero esa es otra historia.
De lo que venimos a hablar hoy es de la necesidad de identificar a la gente que hacer cosas «por los motivos correctos». De aquellos que se meten en la música, además de para ligar y beber gratis, para crear desde las tripas sin valorar cuánta pasta les va a traer eso. De los que se pelean con el lienzo con la casi seguridad de que, en un país como este, eso nunca va a ser una ocupación a tiempo completo. De los que dedican años a una revista, es un poner (guiño guiño codazo codazo), que nunca tendrá millones de lectores sólo porque creen que es la revista que deben hacer y porque es la revista que les gustaría leer.
Todos tenemos una responsabilidad como consumidores: necesitamos detectar por qué ciertas personas sacan adelante según qué proyectos y debemos situarlos en los puestos más altos de la lista de «cosas en las que me voy a dejar dinero próximamente». Cada vez que compramos algo, lo que sea, estamos escogiendo qué mercado, qué sociedad, qué tipo de políticas y qué país queremos. Hay que usar ese poder con sabiduría porque de él depende que el mundo sea más bello, más independiente, más inteligente y más auténtico.
Investiga qué hay detrás de esa editorial cuyos libros te gustan tanto; o cuánta gente hay detrás de ese sello de música que saca discos que parece que están pensados sólo para ti. Te sorprendería saber que, en la mayoría de los casos, son intrépidos que se adentran en la tormenta casi en soledad. Y que lo hacen por los motivos correctos.
Ah, si llegamos a tener millones de lectores y nos hacemos millonarios, gastaremos la pasta con sabiduría.
Amén «Cada vez que compramos algo, lo que sea, estamos escogiendo qué mercado, qué sociedad, qué tipo de políticas y qué país queremos»
Mucho en lo que trabajar y pensar.
¡Muy buen artículo!
Y por las referencias a la revista, podríais abrir un apartado de donaciones en la web. Personalmente, no me suscribo al papel porque aunque adoro Yorokobu, acumularía las revistas hasta no saber donde meterlas y probablemente las acabaría tirando, muy a mi pesar… También adoro el espacio.
En cambio, sin duda estaría dispuesta a hacer donaciones al proyecto a través de internet, así, de forma voluntaria (igual que lo de deshabilitar el Ad-Block). No sé si ya lo habíais pensado. Seguro que mucha gente os apoyaría.
Hola Agnes, es una idea a la que hemos dado vueltas y que, de momento, hemos descartado. Si lo hacemos, que podría ser, querríamos que mereciese la pena.
Lo que nos pone muy felices es tu comentario, tu fidelidad y tu apoyo.
De verdad, gracias de parte de todo el equipo.