La cosa era representar una escena estereotipada de amor. Así que Iván Trueta (Ciudad de México, 1977) pidió a unos amigos que posaran en su estudio: uno se puso de rodillas obsequiando con una flor a una chica. La contradicción apareció cuando pidió a otros dos que simularan ser sus guardaespaldas con pistolas de juguete. Así creó la pieza ‘Love is in the air’, elaborada en grafito sobre papel, en un tamaño de 100 x 150 centímetros.
‘Love is in the air’ es una metáfora de algunos de los temas que interesan al artista mexicano Iván Trueta: la cotidianización de los males, el absurdo, la ironía y la moral flexible que cree que padece su país. «Me interesaba retratar las formas en las que nos acostumbramos a convivir con la violencia y, al hacerlo, la volvemos más normal que alarmante», dice.
Una violencia que, sumada a la impunidad, la pobreza, la discriminación y la corrupción, recrudece los problemas de México, opina. «Motivos para que algunos no logremos dormir tranquilos hay a manos llenas».
Otro proceso similar ocurrió con el dibujo ‘Hágalo usted mismo’ (grafito y lápiz de color sobre papel. Con un grupo de amigos, Trueta fingió una pelea, que registró en vídeo, hasta que tras varios bocetos, dio con el dibujo. «Después comimos y bebimos, así que resultó muy divertido».
Dos de los proyectos recientes de Trueta (Panic y Región 4) representaban armamento. Concretamente en Panic, exhibió una serie de armas dibujadas en un escaparate que colocó en una galería de Mérida (Yucatán). La policía local se detenía constantemente a ver la obra. «Era una representación de aquello que podría salvarnos de todo mal», explica este artista cuyos proyectos suelen salir de bocetos y que trabaja habitualmente con modelos.
«No persigo iluminismo alguno, mis piezas nunca ofrecen soluciones ni alternativas; tampoco tienen desenlaces ni moralejas. Importa mucho más que tengamos responsabilidad como ciudadanos que como artistas», dice Trueta, que jamás ha tenido un arma entre sus manos. «Como artista, si es que puedo pretender algo, sería sumar una pequeña reflexión o dos a un contexto histórico no muy agradable», abunda.
Trueta dice que, en principio, no quiere volver a retratar armamento ni gente armada.
Y se arranca a explicar uno de sus proyectos en marcha: un trabajo con buitres. «Zopilotes, como los llamamos en México». El proyecto de los buitres, sin título aún, presenta una invasión de buitres al mundo del hombre, en la que se da una suerte de lucha por el territorio y una convivencia pacífica provocada por la costumbre en tal contexto. «El conjunto de piezas atenderá, precisamente, a la flexibilización de la moral, cuando los males se vuelven cotidianos: los infinitos entremedios que existen entre los conceptos binarios (el bien y el mal, por ejemplo) que sustentan los códigos morales y la convivencia social».
Pero Trueta se toma sus tiempos de trabajo: desde sus dos últimas muestras, han pasado dos años. Y desde esas a la anterior, otros cuatro. «Mis proyectos suelen ser largos, así que sin duda los actuales los continuaré después de las exposiciones», dice en referencia a dos muestras que presentará próximamente. No le gusta hablar mucho de los proyectos que está desarrollando. «No porque sean secretos, sino porque siempre se modifican en ese proceso», dice.