Invisible e infinito: 5 proyectos a través del espejo

Espejito, espejito: ¿hay alguien que haga cosas chulas con el reflejo? ¿Qué aproveche las propiedades refractarias y reflectantes de los cristales de la vanidad? Pues sí, sí que los hay. Y molan un montón.
De hecho, los espejos se han usado con frecuencia en el mundo del arte y la literatura, aunque casi siempre más por sus características de reflexión psicológica que por su propia naturaleza física. Desde Alicia a través del espejo de Lewis Carroll hasta El matrimonio Arnolfini  de Jan van Eyck o el mismo Espejo Mágico que los Hermanos Grimm adaptaron del folclore popular en el siglo XIX y Walt Disney readaptó para el cine en 1939. Además, hasta la aparición de las cámaras digitales y los smartphones, el espejo era elemento indispensable para que la gente se hiciese sus selfies. Y ojo, que esos autorretratos se los hacían los fotógrafos y los cineastas más importantes del momento. Que si Jordi Socias , que si Richard Avedon, y por supuesto, Stanley Kubrick, que se gustaba a sí mismo más que a nada en el mundo.

Kubrick, engañando a Jack Nicholson en el set de El resplandor.
Kubrick, engañando a Jack Nicholson en el set de El resplandor.

Sin embargo, en el mundo de la escultura o la arquitectura, el espejo casi siempre se ha considerado un elemento bastardo. Un objeto tramposo que servía para imitar espacios inexistentes o incluso para dar un brillo hortera a las fachadas de los edificios. A veces, hasta extremos bastante absurdos, como el del rascacielos londinense en el número 20 de Fenchurch que en septiembre pasado fundió, literalmente, partes de los coches que estaban aparcados al lado, gracias al reflejo focalizado del sol en su superficie curva. Que ya hay que joderse para que el sol te estropee el coche en Londres, donde llueve trescientos días al año.
Por suerte, hay unos cuantos artistas contemporáneos que han decidido emplear las propiedades físicas del espejo para sus obras. Porque cuando se usan con ingenio, los espejos dan unos resultados enormemente creativos, expresivos y divertidos.
1. La cabaña semitransparente
Se llama Lucid Stead –el Lugar Lúcido- y la levantó el año pasado el artista norteamericano Phillip K. Smith III en el Parque Nacional de Joshua Tree. Esta pequeña construcción de tablas, espejos y LED’s, juega con las posibilidades de la iluminación y reflejo parcial. Observada desde la distancia, el objeto se funde con el entorno como si solo fuesen unas pequeñas líneas maestras de madera flotando en medio del desierto californiano. Sin embargo, por la noche brilla como una caja multicolor. En la web de Royale Projects, la galería de arte que auspició la instalación, puedes saber más de este peculiar objeto.
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2. La casa de los juegos
Esto es genial por dos motivos. El primero porque el edificio era un antiguo pabellón en desuso en un parque de Copenhague, y los arquitectos del estudio MLRP lo han transformado en una construcción bellísima. Y el segundo porque gracias al uso de los espejos, este nueva construcción es una experiencia interactiva. A la manera de los parques de atracciones, en esta Mirror House los niños –y los adultos, vamos- pueden jugar por dentro y a su alrededor, mirándose en los reflejos grotescos y divertidísimos de las superficies onduladas, curvas, cóncavas y convexas de los espejos que la cubren.
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3. La casa-árbol invisible
Ya hemos hablado alguna vez de casas-árbol, el sueño de todo aquel que ha visto alguna vez Los Simpson. O sea, de todas las personas del mundo, vamos. Pues en el Treehotel de Harads, en Suecia, nos acogen cómodamente en nuestro sueño, con sus casas entre las ramas del bosque, que hacen las veces de habitaciones del hotel. La más chula es la que llaman MirrorCube y que es, efectivamente, un cubo suspendido y forrado de espejos por sus seis caras. Lo ha proyectado el equipo Tham & Videgård Arkitekter y, bajo ciertas condiciones de luz, la casa-árbol sencillamente desaparece. Es apenas una perturbación, una levísima vibración flotando entre los abetos.
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4. El caleidoscopio gigante
En los periódicos y en más de una novela se ha usado la expresión “caleidoscopio humano”, normalmente como metáfora de narraciones corales o para referirse a ciudades o áreas urbanas con gran mezcla de razas o culturas. Los diseñadores Masakazu Shirane y Saya Miyazaki dicen que pasan totalmente de metáforas, así que han construido un caleidoscopio a tamaño humano. Lo llaman Wink Space (Espacio del guiño), y ganaron el premio A’Design de la Bienal de Kobe de 2013, que pedía construir un espacio en el interior de un contenedor marítimo. El resultado es reciclado, reciclable y juguetón.
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5. El columpio infinito
Seguramente conoces la TARDIS, el vehículo espacio-temporal del Doctor Who con forma de cabina azul, y que es más grande en el interior que en el exterior. Pues el artista berlinés Thilo Frank quiso hacer algo así cuando diseñó su instalación The Phoenix is closer than it appears, que expuso en el Museo de Arte Moderno KUNSTEN de Dinamarca en 2011. Es un paralelepípedo de 8 x 4 x 4m. completamente recubierto de espejos, tanto por fuera como por dentro. Así, al exterior, la caja es prácticamente invisible; sin embargo, por dentro, la repetición múltiple del reflejo convierte al espacio en una experiencia infinita. Y con los pies colgando del columpio que aparece en el centro, prácticamente inabarcable. Como balancearse en un campo fuera de la realidad.
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Patrick Thomas

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