Largas jornadas laborales y dedicación absoluta a la empresa que te contrataba. Así se entendía el trabajo. Y si se ponía más esfuerzo, más dedicación y se echaban más horas, la recompensa venía en forma de salario alto que se traducía en cochazo, pisazo y apartamentazo en la playa. O, al menos, a eso se aspiraba. Producir, producir, producir y ser alguien de provecho.
Pero ahora llegan ellos, esos a los que nos empeñamos en meter con calzador en las definiciones de milenials y generación Z, para ocupar los puestos que dejan los baby boomers al jubilarse. Y lo de producir, producir y producir, y el cochazo y el pisazo y el apartamentazo les hace arrugar el morro.
«Hay como un cambio de paradigma en el que la gente es mucho más consciente de lo que significa el bienestar, cómo puedo hacer yo para estar bien». Así lo cree Juanito Jones, de 32 años, que trabaja como autónomo en industrias creativas. Para Jones y otros muchos de su generación, el trabajo es eso que les tiene que dar de comer, sí, pero para lo que no quieren sacrificar su crecimiento personal y su libertad.
El relevo generacional en el mundo laboral se está produciendo y es un hecho que los que entran llegan con una visión de la vida muy diferente. Mucho más digitales que sus antecesores, los jóvenes que llegan ahora al mercado del trabajo empiezan a introducir poco a poco un nuevo paradigma laboral.
Para empezar, muchos de ellos buscan flexibilidad y la posibilidad de teletrabajar. «Para mí, una de las cosas fundamentales en como yo entiendo el trabajo es la flexibilidad», corrobora Juanito Jones. «La gente empieza a ser más consciente de que necesita estar mejor. Para estar mejor no se puede estar todo el día trabajando porque entonces no se tiene tiempo para sí mismo. Deciden sacrificar ese pensamiento de “me voy a forrar lo antes posible porque lo que lo peta es tener coches grandes y casas grandes”. Prefieren prescindir de eso y cambiarlo por “voy a ganar en estar mejor yo”, que significa tener más tiempo. Y la flexibilidad es tener más tiempo o es un tiempo más ajustado a lo que yo necesito». Y concluye: «Creo que hay un shift, una traslación de lo que significa el lujo. El lujo ahora tiene mucho más que ver con las experiencias y con el tiempo».
Según un estudio realizado por la consultora PwC entre sus empleados, para los jóvenes el trabajo es una ocupación, no un lugar. Pero van un paso más allá de la mera posibilidad de quedarse en casa determinados días para tratar de conciliar o simplemente teletrabajar. La flexibilización, tal y como la entienden ellos, consistiría en adaptar su trabajo a su forma de vida y no al revés. Y eso podría traducirse en teletrabajar o en cambiar las horas de su jornada laboral en función de sus necesidades. El cuidarse más al que hacía alusión Juanito Jones.
LOS ‘MUST’ QUE DEBE CUMPLIR UNA EMPRESA PARA TRABAJAR ALLÍ
La posibilidad de seguir formándose cuando empiezan a trabajar para una empresa, la reputación social de esta, el ambiente de trabajo que se propicie entre sus empleados y lo que la compañía aporte a la sociedad son factores importantes para los jóvenes de la generación Z y los milenials, según el informe Randstad Employer Brand Research 2019 que realizó el año pasado esa conocida empresa de trabajo temporal.
«Para mí, el trabajo tiene que ver con enriquecerme como persona, no necesariamente tiene que ver con progresar en estatus ni nada de eso», corrobora Juanito Jones. Este trabajador en industrias creativas al que hemos elegido para testar las ambiciones de los más jóvenes cuando buscan trabajo es autónomo, pero asegura que las pocas veces que ha trabajado para otros ha sido para acercarse y colaborar con gente a la que admiraba profundamente y de la que creía que podía aprender. Incluso aunque eso supusiera renunciar a su libertad de horarios o aceptar un salario que no se correspondiera con su formación. «Lo bonito de trabajar con otras personas es crecer. Mi manera de ver el mundo podría verse ampliada si entraba en contacto con estas personas. Y la única manera en que creía que podía hacerlo era trabajando para ellos».
Y eso ocurría, sobre todo, al principio de su carrera profesional. «Lo que buscaba era adquirir más conocimiento, crecer como profesional, para luego situarme en el mercado laboral como alguien especial», explica sobre su trayectoria. «Yo entiendo que en el mundo hace falta generar perfiles diferentes y crear una diferencia que genere un valor añadido para quien tú vayas a trabajar. Mi compromiso con el mundo ha sido pensar en cómo hacerlo mejor a través de aquello a lo que le voy a dedicar un montón de tiempo de mi vida, pero que, a la vez, necesito que me remunere».
Según el estudio de Job Today La Generación Z en el lugar de trabajo (2018), estos jóvenes nacidos entre 1995 y 2010 buscan que sus empresas generen entornos participativos y colaborativos, donde la relación entre compañeros y jefes sea cara a cara y no a través de emails. La comunicación y la colaboración son sus puntos fuertes y les motiva más trabajar en equipo que la competitividad entre compañeros. Y, más que jefes, buscan mentores, líderes honestos que sepan escuchar y que les den con frecuencia feedback de su trabajo.
¿ESTÁ PREPARADA LA EMPRESA PARA ACEPTAR LO QUE VIENE?
Pero una cosa es lo que se desea y otra lo que se encuentra. A pesar de que empiezan a soplar aires nuevos en el mundo laboral, y que empiezan a sonar con fuerza propuestas como la jornada laboral de cuatro días o la regularización del teletrabajo, lo cierto es que suelen entrar en conflicto los intereses de los que buscan empleo y los de quienes lo ofrecen. ¿Están dispuestas las empresas a adaptarse a la nueva forma de entender el trabajo que tienen los jóvenes? Podría decirse que sí, al menos en lo que a trabajar desde casa o desde otras ciudades se refiere, y en cuanto a flexibilización de horarios que permitan la tan traída y llevada conciliación familiar.
«El teletrabajo es una expresión más de la flexibilidad laboral que se defiende en CEOE como mecanismo para conciliar vida laboral y personal, especialmente», declaran fuentes de esta organización empresarial. «Ahora bien, se considera que, a falta de seguir trabajando en ello, no se debe orillar el trabajo presencial porque las relaciones personales en los ámbitos laborales también son muy importantes».
«La conciliación es positiva y se puede facilitar de muchas maneras —concluyen desde la CEOE—. Cada sector, cada empresa, tiene su propia realidad y la flexibilidad horaria es una cuestión que ya se aplica para conciliar en muchas empresas de acuerdo con las partes».
LO QUE SE AVECINA: ABRAN PASO, QUE LLEGAN LOS Z
Dicen de ellos que son la generación más tecnológica de todas, más incluso que sus antecesores, los milenials. Y eso, a la fuerza, marca su carácter y su forma de entender el mundo.
Los Z son los primeros que han incorporado internet y las nuevas tecnologías a su proceso de aprendizaje. Son muy autodidactas y no están demasiado interesados en las titulaciones oficiales, lo que no implica que por haber menos titulados entre ellos no haya talento. «Estas nuevas formas de aprendizaje están centradas en la vocación y las experiencias, por lo que la generación Z prefiere tener un trabajo que esté relacionado con sus pasiones y sus hobbies», afirman en el estudio de Job Today.
La tecnología es algo natural para ellos. El uso de pantallas les resulta tan familiar que son capaces de manejar hasta cinco dispositivos simultáneamente. Esto, llevado al ámbito laboral, puede traducirse en capacidad de hacer multitask (escriben un email en el ordenador mientras gestionan otros asuntos desde el móvil), pero también puede suponer un punto débil: atender a tantas cosas a la vez puede traducirse en falta de concentración (8 segundos frente a los 12 de los milenials, según Job Today).
Otra de las características de estos jóvenes, según un estudio realizado por IMF Business School en 2019, es su facilidad para adaptarse a los cambios. ¿Que hay que aprender a manejar un nuevo sistema informático de hoy para mañana? No hay problema. Ellos sabrán hacerlo sin que suponga ningún drama.
Son jóvenes que priorizan su carrera y su vida profesional y tienen muy claros sus objetivos en este terreno. Un rasgo de su personalidad es la impaciencia y la búsqueda de resultados inmediatos, y suelen mostrarse muy seguros de sí mismos, lo que mueve a muchos de ellos hacia el emprendimiento. De hecho, un 55% por ciento de estos jóvenes está interesado en crear su propia empresa, según datos de la compañía sueca de recursos humanos Universum.
Los que optan por trabajar para otros, buscan un trabajo estable que les aporte seguridad, pero no fijo. La mayoría busca trabajar en una empresa grande o mediana, que les ofrezca oportunidades de aprender y crecer profesionalmente. Pero prefieren empezar en empresas pequeñas donde puedan aprender a manejarse en el oficio.
IMF Business concluye en su estudio que los Z son mucho más solidarios que otras generaciones ya que se han criado en época de crisis y recesión. Un estudio de Sparks & Honey revela que el 26% de estos jóvenes se dedica al voluntariado y, además, 6 de cada 10 afirman que quieren realizar un cambio positivo en el mundo. Para poder dedicarse a estas acciones necesitan tiempo, que muchas veces debe salir de su horario laboral. Por eso la flexibilización es fundamental para ellos y huyen de los horarios cerrados. A cambio, dice el estudio de IMF Business, están dispuestos a realizar su trabajo desde donde sea y en el horario que sea.