Mi madre dice que soy gilipollas. Yo, por supuesto, asumo que una madre siempre tiene razón y, además, lo último que querría hacer yo como hijo es decepcionarla. Por eso, en un alarde de originalidad, he decidido hacer algo que, antes de hoy, solo se ha hecho 1.376 veces: una selección de regalos imbéciles para triunfar en esta navidad.
No crean que es fácil hacer una selección que deje contento a todo el mundo. Ser cuñao es complicado. Mantener ese status a base de alimentar el fuego del odio es, conforme pasa el tiempo, cada vez más difícil. Para facilitar la labor de caer mal a todo el mundo, en Yorokobu hemos hecho esta selección dirigida a todos: niños, mayores y salidos.
Empezaremos por los últimos, que son los que más ayuda necesitan en estas fechas tan señaladas. Un tiempo tan familiar aumenta el número de abrazos y cariños que todo ser humano necesita. En el caso de los salidos, amplifica la necesidad de aplacar los descontrolados impulsos vitales.
Cuando la creatividad de una persona se descontrola y los límites de la imaginación dejan de constreñir la mente, cualquier cosa puede ocurrir. Si les soy sincero, no acabo de entender qué puede pasar por la cabeza de una persona que decide poner una silla de montar sobre una lavadora de carga frontal, pero quizás ese sea el encanto de la innovación. Dominic Wilcox creó hace ya algún tiempo el Orgasmatron 3000. Con ese nombre tan poco descriptivo, el objeto en cuestión podría ser cualquier cosa enchufable que se pudiera encontrar en un sex shop. Pero no. Es, concretamente, esto.
No es, no sabemos si por suerte o por desgracia, la única opción disponible para las mentes perversas del mundo. Los masoquistas están también de enhorabuena. The Humiliator Gag System es el homenaje supremo al concepto de versatilidad. En principio, nada nuevo. Se trata de la clásica mordaza tantas veces antes vista. ¿Qué la hace especial entonces? La cantidad de complementos disponibles para hacer de sus relaciones de dominación y humillación algo fresco, vibrante y diferente cada día.
The Humiliator Gag System ofrece 18 accesorios para ser enganchados a la boca tales como una escobilla de váter, un cenicero, un cepillo para quitar la pelusa de la ropa o, qué diablos, una polla de goma.
La mordaza está disponible en dos versiones. Una de piel y una segunda de plástico, por si es usted vegetariano. No me digan que no son detallistas.
Sigamos con juguetes. Todo ‘cuñao’ tiene una intención en la vida: hacerse notar. Con los sobrinos, esa tarea es sencilla. Basta con causarles un trauma en la infancia que les haga recordarte para toda la vida. El campo de acción es aquí tan extenso que permite realizar un despliegue de ingenio muy favorable para la propia satisfacción personal cuñadista.
Si, por ejemplo, se opta por la traumatización a través de la concienciación, se nos ocurre recomendar los juguetes creados por un tipo que se define como un tipo «que pasa la mayor parte de los días entre realidades, ya sea aquí o explorando otros lugares en el espacio y el tiempo. David Foox regresa de sus viajes con visiones en las cuales ciertas verdades se convierten en universales e incorpora la belleza externa a esta realidad en la tercera dimensión».
Si uno analiza estas palabras, cabe deducir dos cosas: 1) no tenemos ni idea de qué diantres significan y 2) David Foox está como las maracas de Machín. No sorprende, por tanto, que haya tenido la brillante idea de crear muñecos con diferentes cabezas, pero con un hilo argumental común: la donación de órganos.
En la colección creada por Foox, podemos encontrar la Muñeca Pulmones de Fumador, la muñeca Riñón de Mercado Negro o la muñeca Hígado de Borracho. Más instructivas que la colección de DVD de Ginger Lynn.
Más muñecas. En este caso, sabiendo la historia de la autora de las mismas, la cosa promete. Dejemos que Susan se presente a sí misma. «Soy una exempleada funeraria y taxidermista y ahora me dedico a crear muñecas coleccionables únicas. Lo único que tienes que hacer es darme una descripción o una foto de lo que tienes en mente. ¡Yo puedo crearlo!».
Susan me ha solucionado un problema. No tenía a quien enviar la foto de mi tía Gladys. La que le hice en el tanatorio el día que nos dijo adios. Ahora, la tía Gladys podrá estar donde siempre quiso, junto a las figuritas de Lladró que tanto le gustaban y codo con codo con Michael Jackson.
Pasemos a los regalos mundanos. Este es el típico objeto con el que siempre se acierta. El que más o el que menos disfruta mimando a los seres vivos más queridos de su casa: las plantas. Ellas también necesitan lo mejor, aquello que les haga crecer sanas y fuertes. Por eso, el Museo de Historia Natural de Londres ofrece un recurso que, además, se adecúa a los tiempos que corre ya que es muy económico. Por solo cinco libras esterlinas, llévese a casa una mierda de rinoceronte en una caja, el mejor sustento para hacer crecer un platanero.
Si la elección de regalo está destinada a satisfacer necesidades tanto terrenales como espirituales, una tapa para el váter es exactamente lo que necesita. Dado que, a día de hoy, un servidor no sabe cuál de todos es el dios bueno, la elección ha venido determinada por una tirada de dados que ha ganado el judaísmo.
Baronbob.com ofrece, a un precio más que justo, la tapa del váter Let My People Go, un objeto que, como dice el texto del anuncio, «lleva esa frase a otro nivel». Moisés estaría orgulloso.
Para terminar, ofreceremos un recurso muy socorrido para los tiempos que corren. Dado que la lucha por la subsistencia alimentaria está cada día mucho más cercana (son batallas que, de hecho, llevan años librándose en pisos compartidos), The Fridge Locker es el complemento que todo superviviente debe poseer. Se trata de una jaula que, por menos de 25 euros, mantiene el jamón bueno y las cervezas a salvo de intrusos. ¡Y manteniendo todo fresco!
