Retrato de un niño español

17 de abril de 2012
17 de abril de 2012
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Ser niño ya no es lo que era. Es algo francamente mejor que hace no demasiadas décadas. Sin embargo, las estadísticas hacen ver que el niño es, en sí mismo, una especie en riesgo de extinción. En las sociedades modernas cada vez nacen menos y resulta complicado mantener la tasa de reposición generacional sin ayuda de la inmigración. En las sociedades más desfavorecidas el riesgo en sí mismo es ser niño, pero carecer de infancia. El niño español, aunque un privilegiado en comparación a lo que hay en el resto del planeta, es una especie a cuidar y proteger. Por si acaso.

Hace no demasiado tiempo nacer en España no garantizaba ni una formación ni un futuro. En muchos casos de una España no tan lejana se nacía para trabajar el campo o para continuar el negocio familiar. Pero los tiempos han cambiado para bien. Aunque ahora nacer en España no garantiza poder trabajar, siquiera, continuando el negocio familiar el día de mañana, sí es cierto que ofrece unas garantías y derechos de los que ni mucho menos gozan en otras partes del mundo. Para empezar resulta casi imposible nacer para trabajar la tierra: en España el 77% de la población es urbana, según el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas.

Pero no es esa, ni mucho menos la única diferencia con el pasado. En el lado bueno el informe sobre la infancia española que Unicef publicó hace poco más de un año se observaba que los más de ocho millones de niños españoles (considerando como niño a todo menor de edad) es que hay unos derechos, una protección social del menor y unas intenciones que, si bien no siempre se cumplen, atañen incluso al contenido de los medios de comunicación en los horarios en que los menores pueden ver la tele.

Fuente: Unicef

Lo negativo, que sobre estas garantías hay muchos datos que muestran que el futuro es, si no negro, algo gris en cuanto a que los niños españoles pierden calidad de vida comparados con los niños de la generación anterior. De hecho, del 23-24% de niños en riesgo de pobreza en España de 2008 y 2009 se ha pasado al 26.5% en 2011, según el INE. Hace cuatro años los niños griegos y portugueses estaban mejor que los nuestros, que eran los quintos por la cola de la UE.

Donde España sí sale bien parada es en la tasa de mortalidad de niños menores de cinco años, donde sólo le superan tres países con una tasa 2, siete con tasa 3 y 14 países con tasa cuatro, apareciendo en mejor posición que Estados Unidos, por ejemplo. De hecho, la esperanza de vida al nacer ahora mismo es de 81 años de media, según el último informe sobre infancia de Unicef.

Niños españoles, castizos o inmigrantes

Las zonas con mayor porcentaje de población infantil (Ceuta y Melilla primero, las islas y el sur peninsular después, seguido del noreste peninsular y Madrid y por último el área del noroeste peninsular) coinciden sólo en parte con los flujos migratorios: en España las zonas con mayor porcentaje de inmigrantes están en el Este del país, se atemperan en el la meseta y se reducen drásticamente en el Oeste, a excepción de la provincia de Huelva, que tiene una media moderadamente alta. En números absolutos eso quiere decir que España sigue teniendo niños, pero no conviene descuidar que en la actualidad son las familias de origen inmigrante las que más hacen por la natalidad dado que nuestra tasa de natalidad era apenas del 1,5 en 2010 y que será de la mitad en 20 años.

Eso se traduce en que en casi tres décadas la población española apenas habría crecido tres millones (de los 38 millones de 1986 a los 41 de 2008), mientras que si se cuenta con la población inmigrante el crecimiento se multiplica, hasta los 47 millones de españoles que somos ahora mismo. De hecho hace un par de años casi el 14% de los niños españoles tenían origen extranjero.

Fuente: lainformacion.com

Cuestión de educación

La educación en España, obligatoria desde muy pronto, es eminentemente pública: sobre el 70% de los niños matriculados en 2010 estudiaban en escuelas públicas, apenas un 8% en escuelas privadas y el resto en escuelas concertadas, según la OCDE. Sin embargo, la educación pública cuesta al estado apenas una tercera parte de lo que cuesta la protección social total. Pese a esa obligatoriedad de la educación, en 2010 casi uno de cada cuatro jóvenes de entre 18 y 24 años no habían terminado la educación secundaria obligatoria, aunque al menos la alfabetización es casi universal en España, con un 98% entre los adultos. Otra cosa es que nuestra educación sea del todo buena o, una vez titulados, que eso nos sirva de algo a la hora de encontrar trabajo.

Lo que posiblemente se observe en el futuro serán las consecuencias sociales de la crisis. Toda una generación no está pudiendo irse de casa para formar una familia a causa de no tener trabajo y quienes lo hacen empiezan a tener hijos a edades elevadas. Los expertos ya han alertado de los efectos de un hábito social cada vez más extendido, que repercute directamente en la educación de los hijos porque no es lo mismo educar con quince años más o menos y, junto a factores como la nula conciliación laboral, hace que los niños pasen muchas horas frente al televisor o la consola. De hecho, uno de cada cinco adolescentes españoles pasa más de cuatro horas frente a la televisión y, en parte por culpa de eso, más de un 27% sufren de obesidad, según datos del año 2010.

De puertas adentro

Las familias cambian con el paso del tiempo en España. Cada vez hay más hogares, pero de menos miembros. De los 12 millones de hogares de unas 3.2 personas de media en cada uno que teníamos a principios de los ’90 se ha pasado a casi 17 millones de hogares de 2.7 personas cada uno a finales de la década recién terminada. El INE muestra, además, una caída de los hogares formados por una pareja con hijos (del 53.5% al 43.4%) y un fuerte repunte de los hogares monoparentales (del 13% al 20.3%). También es considerable la cifra de familias que adoptaron niños: más de 3.000, lo que sitúa a España en los puestos de cabeza mundiales al respecto.

Siguiendo con las estadísticas del hogar, cuatro de cada cinco lo forman personas solas o parejas con un máximo de dos hijos. Pasar de eso se ha convertido en excepcional. Como excepcional es que algún menor de edad se case, apenas 206 lo hicieron hace un par de años. Lo que no es tan excepcional es que una adolescente dé a luz, tasa que rondaba el 1,3% el año pasado. Para esas cosas mejor esperar unos años, aunque si se da a luz es que se es mujer y, visto lo visto, el futuro entonces será menos halagüeño.

Fotos (CC): Michiel Hendryckx | Dûrzan Cîrano

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