TrueqART, una feria de arte que se recorre como en un videojuego y en la que se paga con trueque

Iba a ser una subasta de arte rompedora, pero las circunstancias han obligado a que sea revolucionaria. TrueqART quería cambiar el ambiente elitista y especulativo de la subasta de arte tradicional. Nada de paletas alzadas prometiendo cifras astronómicas por una pieza. En esta subasta las ofertas no son monetarias. El comprador puede pagar la obra con un trueque, ofreciendo todo tipo de bienes o servicios. Clases de yoga, flores durante un año, una semana en una casa en la playa, una cena para dos, el diseño de una página web… O, por qué no, otra obra de arte.

Esta nueva forma de coleccionismo promete acercar el mundo del arte a nuevos públicos, limitando las barreras de clase y dinamizando el mercado. Además su planteamiento  dinamita los circuitos cerrados de galerías y ferias que cercenan la carrera de muchos creativos. «El dinero aquí no tiene valor», sentencia María Bonet, fundadora de la feria . «Fomentamos el coleccionismo a través de una economía circular. Potenciamos, de esta manera, eventos sostenibles, sociales, familiares, divertidos y diferentes. Abiertos a todo el mundo». 

TrueqART se preparó y diseñó con la vista puesta en el extranjero, imitando otros modelos de ferias internacionales y adaptándolo al ecosistema español. Todo estaba listo para su primera edición cuando, de repente, algo cambió los planes. Era marzo de 2020. 

La pandemia obligó a cancelar la feria entonces. Y ha obligado a modificarla ahora, haciendola más virtual. TrueqART propone un formato híbrido entre lo físico y lo digital. «Nosotras lo llamamos ecosistema creativo de 360 grados» , apunta Bonet.

Así se ha creado una plataforma digital para dar cabida a la feria, que se celebrará los próximos 26, 27 y 28 de marzo. En ella se distinguen tres espacios: las salas, como espacio expositivo donde los artistas muestran sus obras. La comunidad, como lugar donde los artistas ponen en común sus problemas e ideas y tienen la posibilidad de formarse. Y por último, los eventos virtuales, que complementarán una agenda de eventos físicos.

Para evitar la frialdad de los bits y los clics, los creadores han replicado una sala de exposición en 3D.  Nos adentramos no tanto en una web como en una galería virtual, y el visitante tiene que recorrerla  no con un puntero, sino a través de un avatar. Cuando este se encuentre frente a una obra que le interesa puede escribir en papeletas virtuales su oferta. Hay que tener en cuenta que después el creativo elegirá entre el trueque que más le convenza. Así, con el pasar de las horas, las obras se irán glosando de papeletas con las ofertas, convirtiendo este rincón virtual en un espacio dinámico y vivo.

La gamificación llega al mercado del arte. TrueqART supone una experiencia estimulante no solo por la posibilidad de conocer (y de adquirir) nuevas piezas. La misma forma de hacerlo, recorriendo virtualmente una galería como en un videojuego y ofreciendo sus servicios, es muy divertida.

Aunque tanta innovación puede acabar dando miedo. Sería una pena. Bonet anima a cualquiera que tenga interés a apuntarse, y lo hace tirando de una experiencia personal. «TrueqART nace de un evento físico que se celebra en Bruselas cada año», explica. «La primera vez que fui pensaba que no tenía nada por lo que trocar una obra, pero ese pensamiento era y es un error, porque todos tenemos algo que ofrecer. Y no solo eso, sino algo muy bueno que dar a cambio, y muchas veces nos sorprendemos a nosotros mismos».

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