¿Qué es lo más conocido de Bélgica después del chocolate? ¿Jaques Brel… TinTin… Van Damme? Sí, a todo. Pero últimamente ha aparecido Hannes Coudenys, autor de Ugly Belgian Houses, un compendio de lo que no se debe hacer a la hora de construir. El mordaz fotógrafo aficionado y crítico arquitectónico creció en un pueblecito del oeste de Flandes. Para quienes no lo sepan, Flandes es ese tramo gris entre París y Ámsterdam.
La travesía de Coudenys hacia la fealdad comenzó en 2011.Durante veinte años pedaleó veinte kilómetros diarios por una comarcal para llegar a su instituto. La carretera estaba bordeada por viviendas dispersas, sin ninguna uniformidad estilística. Finalmente decidió tomar la foto de una vivienda que hería su sensibilidad. La colgó anónimamente en internet y le añadió un comentario cáustico. La respuesta fue inmediata, positiva y masiva.
Continuó tirando fotos, subiéndolas a varias plataformas y sumando seguidores, recibiendo likes y comentarios a granel. Había tocado un nervio estético. Y si bien nunca había mencionado las direcciones ni los nombres de los propietarios, un día recibió una carta firmada por un notario.
«Estimado señor, ha llegado a mi atención una fotografía de la propiedad de mi cliente que usted colgó sin su permiso. Adjunto aquí las capturas de pantalla. Al publicarla sin aprobación usted no solo ha dañado la reputación de mi cliente, y además invadido su privacidad e infringido las leyes de propiedad intelectual. Por tanto, le solicito formalmente que quite dicha fotografía de todos los medios en los que aparece. De inmediato».
Coudenys se asustó. Se imaginó acosado por juicios y multas, y dio de baja todas sus cuentas. Sin embargo, ya se había vuelto una suerte de celebridad local y daba entrevistas de forma regular a varios medios. Pero seguía resistiéndose a volver a publicar sus fotos por temor a las represalias legales.
Su reticencia duró un año, pero pronto volvió a las andadas. Eso sí, su blog ahora resalta que si un propietario se sentía ofendido puede escribirle directamente y la fotoserá retirada inmediatamente. Además rebajó la acidez de sus comentarios. Una concesión a la corrección política.
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Como Bélgica carece de código de planeamiento urbano, los propietarios pueden construir casi cualquier cosa que se les ocurra: eso es precisamente lo que Coudenys vio. Por eso quiso hacer un catálogo de lo que él denomina ‘monstruosidades’, y, quizá sin saberlo, creó un archivo de los variados estilos que asume la fealdad.
Estas son algunos de los estilos predilectos de sus compatriotas: las casas-castillo, las que recuerdan un montón de cajas apiladas, las piramidales, los bunkers, las casas hiperdecoradas, las que parecen gesticular al observador, las de colores estrambóticos y las que han quedado a medio hacer. Algunas sencillamente escapan a todo tipo de clasificación.
Pero la fealdad no es un fenómeno estrictamente belga. Ugly Belgian Houses ha tenido gran repercusión en otros países. Ya han nacido proyectos similares, aunque no tan logrados, en EEUU, Irlanda y Australia. Lo curioso del fenómeno, y probablemente la razón de que muchos propietarios se sientan ofendidos, es que esas viviendas fueron construidas y decoradas para cumplir con sus sueños. Sueños que, en opinión de Coudenys, son pesadillas arquitectónicas.
Todo lo contrario a lo ocurrido con la reconocida serie fotografías de tanques de agua y torres de los alemanes Bernd and Hilla Becher. Esas edificaciones, consideradas en su momento ‘feas’ y sin más atractivo que su utilidad industrial, con el tiempo fueron reconocidas como excéntricos símbolos de belleza.
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«La fealdad supera a la belleza en una cosa: dura más», decía Serge Gainsbourg. Pero uno podría disentir con el cantante francés. Aquellos tanques y torres nunca aspiraron a ser bellos. En cambio, las casas fotografiadas por Coudenys, sí. Ese es el quid de la cuestión.
En la actualidad las cuentas de Ugly Belgian Houses en Facebook, Tumblr, Instagram y Twitter atraen varios millones de seguidores y su autor aparece reseñado en revistas del mundo entero. Los abogados continúan amenazándolo, es cierto, pero no con tanta frecuencia.
En cualquier caso, la belleza está en los ojos de quien mira. Será por eso que la renombrada arquitecta y Dama Comendadora del Imperio Británico Zaha Hadid –cultora de un estilo muy… ejem…. ‘belga’— no perdió el tiempo y adquirió su propio ejemplar del libro maldito. Después se murió.
Minientrevista a Hannes Coudenys
¿Qué es la fealdad?
La fealdad es muy difícil de definir. En el caso de estas casas, la fealdad es la ausencia de estilo, o quizá una superabundancia de estilo. Pero la fealdad es bastante más interesante que la belleza. Me encanta la arquitectura bella, pero se la dejo a los profesionales.
¿En tu oficio en el sector digital, aprendes más sobre la fealdad o sobre la belleza?
No hay fealdad sin belleza, además las necesito a las dos. Pero para la fealdad bruta uso Snapchat; para la belleza comisariada, Instagram.
¿Cuáles fueron las mejores y las peores reacciones?
Las peores: cuando un arquitecto me culpó de su futuro suicidio, me dijo que sus hijos iban a morir de hambre debido al daño que yo le había causado a su imagen profesional. La otra, cuando un propietario casi me da un puñetazo en la cara.
Las mejores: el hombre que me estaba esperando, orgullosísimo de su casa fea. Y también la de la hija que convenció a su padre de que me diera el permiso necesario para que la casa familiar apareciera en el libro.
¿Te autopublicaste?
No, me contactó la editorial Borgherhof & Lamberigts.
¿Cuánto viajaste? ¿Necesitaste asistentes?
Bélgica es un país pequeño, he visitado todas las casas en persona. Pero recibí la ayuda de dos fotógrafos: Kevin Faignaert y mi hermano, Jachim Coudenys.
¿Habías publicado libros antes?
Ninguno. Pero sí muchos blogs y otros proyectos para las redes sociales.
¿Qué equipamiento técnico utilizas? ¿Tienes una furgoneta tipo Google Maps?
¡Ojalá, sería muy útil! (Se ríe). Pero sólo uso un coche y un iPhone, que, por cierto me sacó de un apuro. En estos últimos tres años no había logueado ninguna foto y solo pude localizarlas para utilizarlas en el libro gracias a la metadata del teléfono.
¿Piensas publicar un libro sobre las casas feas de Francia?
No, pero creo que alguien va a sacar uno de las casas feas de Melbourne.
¿Tu libro lo financió la Unión Europea?
No, pero debieron hacerlo. En Bélgica estamos orgullosos del revuelo que causó Ugly Belgian Houses. Además muchos de mis compatriotas residentes en el exterior se llevan ejemplares del libro para mostrarle al mundo lo especial que es nuestro país.
El edificio del gato no es belga, está en Karlsruhe, Alemania, y es una guardería.
En este tramo «gris» entre París y Amsterdam se encuentra una ciudad aún más gris, llamada Brujas… Cada cual con sus «grises», ¿cierto?…
Some of them aren’t ugly at all and some are horrible
En estos tiempos de Belén Rueda cualquiera puede tener una opinión sobre la física cuántica o la biología molecular. Decir de la obra de Zaha Hadid que es remotamente asimilable a los ejemplos de la fotos que ilustran el artículo dice múcho del autor y nada bueno.