En México mueren cerca de 16.000 personas al año por accidentes de tráfico. 24.000 si atendemos a los datos del Consejo Nacional para la Prevención de Accidentes (Conapra), que contabiliza los subregistros de decesos no publicados oficialmente. De esas dos docenas de miles, la organización registra que cerca de un tercio (7.269 en 2013), son defunciones por causa de atropellamiento. PintARTE es un proyecto creativo que dos jóvenes de Querétaro (México) tratan de sacar adelante para combatir esta trágica estadística en su país, uno de los diez con mayor índice de siniestralidad mortal del mundo.
«Nuestra idea surge a raíz del peligro que corren especialmente niños y ancianos al cruzar una calle o avenida a pie», explican Itsi Alveano y Janet Chacón, las dos promotoras de la iniciativa. «Nuestra propuesta es un proceso en el que se pinta un mural de alta visibilidad y armonía sobre suelo, que invita a los automovilistas a disminuir la velocidad. Algo que creemos generará seguridad para todos».
Madres de tres hijos en total, Alveano y Chacón se inspiraron en proyectos de placemaking de asociaciones de otros países como Village Building Convergence, City Repair o Project for Public Spaces. «Pintar murales en las calles o intersecciones hace que el espacio urbano se pueda disfrutar», explican las ideólogas. «Cuando haces uno en un espacio horizontal, con la visibilidad suficiente, trasformas un lugar de separación en un lugar comunitario».
Los objetivos de su proyecto, según indican, pasan por «promover la seguridad en las intersecciones peligrosas; demostrar visualmente que el espacio que está cruzando la persona es espacio artístico y de convivencia; y hacer comunidad, acercar a la gente entre sí, promover el sentido de pertenencia de la ciudad», desglosan.
Saben que no podrán atajar la siniestralidad de peatones mexicanos ellas solas, pero al menos en lo que a su estado concierne, quieren poner su granito de arena. Para llevar a cabo su próxima intervención piden ayuda económica por crowdfunding, y si logran juntar el dinero, entre junio, julio y agosto desarrollarán un programa que incluirá un diseño participativo que quieren encargar a primarias públicas y artistas; reuniones de trabajo con las escuelas y organizaciones vecinales que se involucren; un trazado del boceto de lo que se quiere hacer; y una «gran fiesta final con músicos» en la que, entre todos los vecinos y participantes, se convertirá uno de los cruces más peligrosos de Querétaro en un espacio de intervención artística abierto a la convivencia ciudadana.
«En realidad pintar las calles no es el objetivo principal de este proyecto», esgrime Chacón, «sino hacer comunidad, conocer a tus vecinos». Teniendo en cuenta teorías como la de John Armstrong en su libro El Arte como terapia, estás heroínas del civismo han interiorizado que «crear algo hermoso a las personas les sirve, primeramente, de recordatorio de aspectos que son importantes para su comunidad y su barrio. Segundo, para crear la esperanza de que se pueden hacer grandes cambios, y por último, para mejorar las relaciones vecinales que construyen y permiten al individuo manejar mejor sus problemas».
Alveano confiesa que no fue consciente de esta problemática ni de la necesidad de interacción con el resto de miembros de la sociedad civil hasta que no se animó a participar en los recorridos en bicicleta que se organizaban en Querétaro para familias. «Ahí fue cuando me di cuenta de la importancia de hacer actividades que hicieran comunidad y que hicieran de la ciudad un espacio de convivencia».
Chacón, por su parte, no cayó en la cuenta de lo mismo hasta que descubrió «la movilidad no motorizada» ocho años después de mudarse aquí. Aquel abandono del coche le provocó «un enamoramiento de la cuidad, a la cual me gustaría ver llena de vida y vibrante», argumenta; «desearía enseñarle a mi hija pequeña que las soluciones a los problemas sociales deben de venir de la sociedad».
En PintARTE consideran que «el arte urbano también es promovido a través de expresiones visuales y musicales», y que con este proyecto, por su propia vistosidad y base social, además logran «comprometer a la población, algo que a su vez compromete a los conductores a reducir la velocidad de su marcha».
En total son cerca de 25 millones de vehículos los que circulan por este país de 120 millones de peatones. «Somos muchos, por eso pensamos que las ciudades tienen que ser lugares para compartir en vez de lugares de hostilidad», opina Alveano. «Yo, que soy madre de dos hijos, cuido la importancia de hacer urbes para la gente, donde la gente es la prioridad. En definitiva, estamos haciendo ciudad. Pintemos».