Imaginemos a una mujer que se acomoda en un tren de regreso a casa tras visitar a su marido internado en una clínica psiquiátrica.
«¿Le apetece que le cuente mi vida?», dice un hombre sentado frente a ella que se presenta como psiquiatra de esa misma clínica.
La mujer (Pilar Castro), editora de libros de profesión, y el psiquiatra (Ernesto Alterio) se convierten en dos extraños que inician una cadena de relatos interconectados espeluznantemente delirantes.
Así arranca la película Ventajas de viajar en tren, basada en la novela homónima de uno de los narradores españoles más audaces, Antonio Orejudo. La personalidad del autor es acusada e impregna el guion adaptado por Javier Gullón y dirigido por Aritz Moreno.
Ventajas de viajar en tren es una película inclasificable. No hace referencia a otras películas ni a obras conocidas de la literatura universal. No hace alusión a mitos griegos ni a leyendas populares. No es una metáfora de nada. Y esto es extraño. Quien vea Ventajas de viajar en tren no encontrará en ninguna aplicación recomendaciones de películas similares.
Ventajas de viajar en tren solo hace referencia a sí misma. De manera literal. Cada personaje narra una historia de otro personaje, que narra la historia de otro personaje, que narra la historia de otro personaje…






FOTO: Camaleónico Luis Tosar
La mujer del coprófago escucha cómo un psiquiatra reproduce la carta de una mujer apesadumbrada (Belén Cuesta) cuyo hermano (Luis Tosar) ha estado en Kosovo. Este militar relata su relación con una doctora en Kosovo (Stéphanie Magnin). La médico relata cómo conoció a un hombre de negocios (Javier Godino) que confiesa su participación en una conspiración sórdida, que encubre otra conspiración mayor —tan delirante como un mal viaje psicodélico— narrada por un basurero.
Complementan estas historias las relaciones tóxicas de la editora con los hombres (Alberto San Juan y Quim Gutiérrez), y una relación íntima entre un hombre que usa un armazón para caminar (Javier Botet) y una mujer con dismetría en las piernas (Macarena García).
Historias divididas en tres capítulos… en apariencia. Las pantallas con los títulos de cada sueño son un truco: como la breve parada en una estación antes de continuar hacia el destino.
¿Tiempo? A veces es el tiempo de las pesetas. Otras, el de los euros. En los sueños todo es posible.
El paisaje apenas cambia: estamos insertados en la naturaleza de los sueños. Historias llenas de humor, sordidez lynchiana, bolsas de basura, croquetas deificadas, amores perros, policía política, retazos cromáticos de Wes Anderson, brazos y piernas postizos que funcionan como elementos recurrentes, igual que algunos objetos en los sueños nos sugieren que no estamos percibiendo la realidad.
FOTO: Momento Accidentally Wes Anderson
No sabemos dónde comienza ni acaba cada historia ni qué hay de verdad o mentira en cada una. Pero no importa: personaje puesto en pie acaba tomando forma y queremos que, como en una carrera de relevos de sueños, pase el testigo.
Es el principio de incertidumbre (es imposible conocer simultáneamente la posición y la velocidad del electrón y, por tanto, es imposible determinar su trayectoria) aplicado a la manera de narrar historias. Es decir, podemos saber dónde estará un personaje en un momento dado, pero no de dónde viene ni a dónde irá. El mismo principio que se veía en la serie Breaking Bad y que ahora se aplica en esta película.
Sabemos que cada film construye su propia realidad, pero, en cualquier caso, una realidad con reglas limitada. Pero Ventajas de viajar en tren rompe esta idea. La película se reconstruye y deconstruye palabra a palabra. Un ejemplo: el relato de la mujer cuyo hermano está en Kosovo:
Todo esto es un ejercicio de riesgo. Mise en abyme (puesta en abismo) es el nombre de esta técnica narrativa de insertar historias dentro de historias dentro de historias, como espejos enfrentados. Mise en abyme fue el nombre que usó el surrealista André Gide, maestro espiritual de los artistas que no se atienen a las reglas.
Si el cine es riesgo —como han apuntado recientemente algunos de los últimos directores clásicos de Hollywood—, Las ventajas de viajar en tren es auténtico cine.
Un tren que no es matemático: no va del punto A al punto B. Estamos en un tren mágico que nos lleva de una fantasía a otra. Esta es una de Las ventajas de viajar en tren.


Escrito por: Javier Meléndez Martín