Rodrigo Zayas tiene treinta años, pero su bigote y su forma de construir las frases le hacen aparentar algunos más. Es un contador de historias y la primera lo asaltó nada más llegar. Se acordó de cuando era niño y se deslizaba por un tobogán hasta la planta baja de esa misma cafetería. A partir de ahí, la hora y media de charla con él fue una sucesión de relatos: la historia de cuando le cogieron en la Escuela de Cine con solo 19 años a pesar de no haber cursado una carrera universitaria. La de su trabajo en la película Ágora sólo dos años después. La de cuando dibujó los diseños de Tatiana Hernández para Lope, que después se alzó con el Goya al mejor vestuario.
Cada mañana, Zayas (sólo su familia lo llama Rodrigo) se levanta para ir al gimnasio. Después comienza su jornada de trabajo frente a su Wacom Cintiq de 24 pulgadas. Hace dos años que dejó de dibujar en papel. Es ilustrador profesional autodidacta y tiene proyectos «para no aburrirse en diez años». Cuando en su cabeza surge un «anda que no molaría», ya está perdido. «Mi madre dice que soy un caprichoso. Lo que quiere decir es que soy un cabezota, pero como es mi madre…».
Cuando conoce a gente nueva, suelen preguntarle sobre su trabajo, como a cualquiera. Él cuenta, entre otras cosas, que ilustra para Marvel. Pero entonces, inevitablemente, sale el tema del wrestling o lucha libre, su otra pasión. Al igual que los superhéroes que dibuja, Zayas experimenta una metamorfosis los fines de semana. Se viste con su característico calzón de lucha y se sube al ring. Cuando lo menciona, todo lo demás pasa a un segundo plano.
—Pues no tienes pinta de luchador —le dicen muchos.
—Y eso que como muchísimo, hago crossfit dos días por semana y lucha libre otros dos. Pero no gano volumen. Soy de músculo largo… —se lamenta él.
Cuando sube al cuadrilátero, Zayas sigue contando historias. Sobre todo entonces.
—Lo planteamos como una temporada de una serie de TV, de septiembre a junio. Jugamos con unos personajes que tienen una evolución, les pasan cosas que producen giros en la trama.
—¿Y qué tipo de historias pueden pasar encima del ring?
—Puede haber un luchador que, cuando empieza, no parece gran cosa. Después se pica con otro que le hace sufrir, y entonces va ganando credibilidad. Cuando está en la cima, un amigo lo traiciona… Ese tipo de cuestiones dramáticas. Los más veteranos elaboramos los guiones, pero también aceptamos propuestas de los luchadores.
Todo está conectado. Zayas plasma en los superhéroes que dibuja algunos gestos o acrobacias que ve en las sesiones de lucha. Las tramas de los cómics también le ayudan a crear los guiones de los combates.
Tan importante es el argumento que Zayas no pudo reincorporarse a los espectáculos cuando volvió recientemente de un viaje de trabajo en China («Pekín es como viajar a otro planeta, y un planeta que está en el futuro»), sino que tuvo que esperar a que la vuelta de su personaje encajara bien en la trama.
El wrestling en España
En Estados Unidos, la WWE, que es una potencia mundial en el mundo del wrestling, tiene un canal de televisión propio, e incluso cotiza en bolsa. En España, hasta hace muy poco, no existía la lucha libre. Zayas y su asociación, La Triple W, tuvieron mucho que ver en la popularización de la disciplina.
La Triple W se fundó en 2009 y organizó el primer combate al año siguiente. Desde entonces, ofrece espectáculos todos los meses en el centro cultural autogestionado Tabacalera (Madrid). No cobran entrada ni llegan a acuerdos publicitarios. A cambio de esa cesión, ellos colaboran en el mantenimiento y la gestión del espacio.
En el recinto caben unas 600 personas y a veces han llegado a quedarse fuera casi 300. Algunos vuelven siempre, se visten como ellos, suben vídeos con reseñas a internet y los buscan en las redes sociales.
«Es nuestra casa. Tiene una atmósfera visual muy especial», comenta el luchador sobre Tabacalera, aunque su objetivo es tener en 2017 al menos un espectáculo fuera de allí. Una vez hicieron uno al aire libre, en el Campo de la Cebada de La Latina, al que asistieron 1.200 personas.
«El wrestling no me va a dar de comer nunca», dice convencido. «Nuestro objetivo principal es hacer de la lucha libre un espectáculo viable en España. Que haya una escena de lucha libre al igual que en países como Inglaterra o Alemania, por no decir Estados Unidos, México o Japón. Que los que sí tengan la oportunidad sean los que vengan después».
La Triple W, con unos 40 alumnos actualmente, no es la única escuela de lucha libre en España. También están Riot y SPW en Barcelona, que nacieron prácticamente a la vez y tienen una política muy similar. Cuando se menciona la posibilidad de rentabilizarlo, Zayas tiene dudas. «Primero queremos crear una cultura del wrestling. Es como cuando un restaurante sirve gratis el primer día para que la gente lo conozca, pero nosotros lo hemos llevado al extremo», dice entre risas, ya que llevan seis años haciéndolo por amor al arte. «Además, en el caso de otras asociaciones que lo han intentado, cuando ha habido dinero por medio se ha fastidiado la cosa». A veces ganan dinero con determinadas labores, como los eventos para marcas. Pero lo invierten en la asociación. Por ejemplo, en mejorar las luces o el sonido o en invitar a luchadores extranjeros a impartir seminarios.
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¿Quién puede dedicarse a la lucha libre?
En España hay poco más de un centenar de personas que se dedican al wrestling. Algunos de los que lo intentan terminan tirando la toalla (imposible usar esta expresión en un contexto mejor) porque la curva de aprendizaje es muy dura. «En otras disciplinas, puedes hacer cosas desde el principio. Aquí hay una especie de flatline hasta que lo dominas y entonces puedes hacer casi de todo. Eso puede desmotivar». Lo primero es aprender a caer, porque si lo haces mal, te haces daño. Hay cuatro tipos básicos de caídas: front, side, back y flip (que incluye una vuelta en el aire antes de caer de espaldas).
Se puede ser luchador con cualquier complexión física. Personas musculadas, gordas o pequeñas. Aunque no todas pueden hacer todos los movimientos. «Si te quedas con el rango de los que más te convengan como persona, puedes hacerte una trayectoria como luchador», explica Zayas. «Hay jugadores menos acrobáticos pero que tienen un carisma arrollador, y puedes emplearlos en un show. Sólo en casos muy especiales se da que un luchador tenga un físico imponente, capacidades acrobáticas y carisma arrollador».
Ellos, en Triple W, tienen una de estas personas. Zayas enlaza la historia con la anterior con naturalidad, como suelen hacer las personas que tienen más cosas que contar que tiempo para hacerlo.
—Tiene 19 años y está estudiando matemáticas. No sin cierta intención, porque la lucha, al igual que la composición de música clásica, tiene mucho que ver con las matemáticas. En el ring aplicas unos ritmos a la estructura del combate para provocar determinadas reacciones en el público. Carlitos llegó a la escuela con 10 años. Es nuestro mejor luchador. Los padres lo querían apuntar a fútbol, pero él veía el wrestling en la tele, lo buscó por internet y localizó la escuela. Se puede decir que lo hemos criado nosotros.
Se nota que esa historia le suena. Él también veía combates de wrestling en la tele cuando tenía cinco o seis años. Cuando era adolescente, los emitían de madrugada. Después, con internet, se le hizo más fácil acceder al contenido. Coincidencia o no, Carlitos es su hermano pequeño en la ficción que recrean mensualmente en Tabacalera.
Lucha y arte
«Pegarse de mentira es un oxímoron» es su respuesta a la pregunta inapropiada que tantas veces le han hecho: «Pero os pegáis de mentira, ¿no?». A él, sin ir más lejos, le rompieron la nariz en un combate.
—O te pegas o no te pegas, no puedes pegarte de mentira. De hecho, entre los luchadores está un poco mal visto que vengan especialistas de cine, por ejemplo, que no llegan a pegarse. En los entrenamientos aprendes a dar y a recibir, juegas con un margen de lo que tu cuerpo puede controlar. Hay trucos para que impactes y parezca más de lo que es, como por ejemplo dar con el puño «flojo» en zonas blandas para que el público pueda oír el golpe. Se trata de dar credibilidad al espectáculo aunque sea una ficción.
[pullquote author=»Rod Zayas» tagline=»Luchador de wrestling«]Pegarse de mentira es un oxímoron. O te pegas o no te pegas.[/pullquote]
—Entonces, ¿dónde se enmarca el wrestling si no es una competición?
—Me gusta defender el wrestling como una disciplina artística. Varios luchadores están empezando a rebelarse contra la idea de que es una farsa o una pantomima. Puede ser más o menos bonito, pero es como si vas a ver el Circo del Sol. Es un tipo de narración muy viva. Da igual cómo lo tengas preparado, que si el público reacciona de una forma que no esperas, tienes el control de cambiar completamente su percepción. Imagina un pintor que pudiera hacer eso, cambiar su obra en función de la reacción del público.
—¿Y qué elementos de las artes escénicas utilizáis?
—El wrestling es, en realidad, como una serie de ficción sobre wrestling. Bebe de muchas disciplinas y hay segmentos entre medias en los que hay interpretación o conversaciones. Algunos utilizan técnicas de improvisación. Por ejemplo, si tu personaje es un villano que está pegando a otro y el público te corea para que sigas, una técnica utilizada es la de hacer que vas a darle otro golpe y de pronto frenar. El público te odia porque no le das lo que quiere.
Los combates de La Triple W son bastante transmedia. No sólo porque la asociación tiene canales sociales con los que complementa sus espectáculos, sino también porque, en ocasiones, comienzan difundiendo en vídeo algunas de las historias para luego continuarlas en el ring.
«No recuerdo qué combates he ganado y cuáles he perdido», dice. «Al igual que en una obra de teatro no buscas ganar. Lo importante es que sea increíble y consigas emocionar al público, que se meta en el combate, que coree, que se involucre».
Zayas apura su té y se va a dibujar. Mañana tiene que entregar unos ninjas.
Fragmento del cómic autobiográfico dibujado por Rod Zayas para Converse.