Cuerdas, muchas cuerdas, cables, un calcetín, un cuchillo, un cinturón: objetos aparentemente inofensivos, y que sin embargo fueron usados para acabar con una vida, o mejor dicho, con varias vidas.
«Son pequeños ataúdes, porque cada uno de ellos fue empleado para destruir una vida». Pablo Chacón es un fotógrafo metódico y persistente. Su obsesión particular es la muerte. «Creo que trabajo mucho con este tema por el miedo que le tengo. No tanto a morirme yo, sino a perder algún ser querido, algo que se ha agudizado desde que he sido padre», explica.
En Colapso, explora un tema tabú en la sociedad española y en sus medios de comunicación: el suicidio. «Cada año en España se matan cerca de 3.500 personas y nadie habla de ello», señala.
Chacón pretende convertirse en una piedra en el zapato colectivo al abordar un tema tan poco explorado. Niega tajantemente que eso pueda instigar a cometer más suicidios. «La psiquiatra Carmen Tejedor, del hospital Sant Pau de Barcelona, ha llevado a cabo una investigación exhaustiva con la que intenta demostrar que esta afirmación es rotundamente falsa. Es más, hablar de ese tema sin tapujos puede ayudar a salvar vidas», asegura.
Todos los objetos retratados en Colapso han sido utilizados para cometer un suicidio. Chacón llegó a ellos después de una complicada búsqueda. «Después de que los forenses hacen sus averiguaciones para establecer la causa de la muerte, es decir, que realmente se trata de suicidio y no un homicidio encubierto, estos objetos acaban en la basura de la institución correspondiente. Yo los he rescatados antes de ser destruidos con la intención de retratarlos. Después los he devuelto a su lugar originario», explica el fotógrafo, que ha dedicado más de un año a este proyecto.
«Estos objetos están cargados de energía. Yo lo he pasado francamente mal durante las sesiones fotográficas. Llegué a temblar pensando en que cada objeto representa un cuerpo. De hecho algunos huelen, hay incluso restos de sangre. No habría podido quedarme con ninguno de ellos», agrega. Colapso acaba de ser galardonado con la beca profesional del Seminario de Fotografía y Periodismo de Albarracín.
El autor resalta la importancia de trabajar con estos objetos reales, que personas desconocidas usaron para matarse. «La razón por la que hay tantas cuerdas y cables es que los suicidas suelen dejar muy pocos restos. Los que se tiran por la ventana o toman pastillas no dejan rastros. Por otra parte, en España apenas hay personas que se suicidan con armas de fuego», señala Chacón, que está cavilando sobre la posibilidad de ampliar el proyecto con entrevistas grabadas.
No es la primera que este fotógrafo se mide con esta temática. Con Descenso, Chacón intenta reconstruir la odisea de un suicida que intentó quitarse la vida en varias ocasiones, sin conseguirlo. Presentado en formato multimedia, ese trabajo trata de dar voz propia a las 90.000 personas que cada año deciden borrar su existencia en un proceso doloroso, que muchas veces acaba en frustración.
Con Autopsia, su primer trabajo, Chacón documenta con la precisión de un CSI accidentes de tráfico mortales 24 horas después del suceso, retratando los objetos que sobreviven y los escenarios del suceso. En 2014, Autopsia ha sido expuesto en la exposición colectiva Fotografía 2.0, comisariada por Joan Fontcuberta dentro del festival PhotoEspaña.
«Muchas veces me tachan de artista por incluir este tipo de objetos en mi exposición. Yo digo que en realidad hago trabajos muy fotoperiodísticos, porque utilizo cosas que han sido usadas ayer. El accidente de coche ha sido ahora, pero yo lo llevo a un terreno más conceptual, y por eso parece que pierde su carga noticiosa», explica.
Su próximo trabajo también hablará de la muerte, aunque de una forma diferente. «Llevo un año y pico volando en los aviones de Salvamento Marítimo, los que buscan las pateras en el Mediterráneo. Es allí donde se produce el primer contacto visual con las pateras», explica. Su idea es llamar este proyecto Fosa común, «porque en eso se ha convertido nuestro mar, en la fosa común más grande del mundo».
En este proyecto, desarrollado en colaboración con el fotógrafo Eduardo Nave, empleará técnicas de fotografía subacuática. «Precisamente para eso me he sacado el título de buzo. Pero precisamos financiación para poder retratar estos paisajes submarinos en las costas donde se ahogan los inmigrantes, en España, en Grecia, en el sur de Italia», afirma.
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