La maldición de Hill House angustia cuando el subgénero de casas encantadas parecía agotado. ¿Cómo lo consigue partiendo de un material conocido: la novela La casa encantada de Shirley Jackson llevada dos veces al cine? ¿Cómo, si además, rompe con la fórmula del terror?
La fórmula
Una historia tradicional de terror son dos historias:
1) La vida cotidiana de gente corriente.
2) El terror que interrumpe la primera.
Así lo expuso el guionista y productor de cine Val Lewton (La mujer pantera, Yo anduve con un zombi). Una regla que sigue vigente y que obliga al guion a poner énfasis en el drama. Por esto, aunque hoy las producciones de terror de RKO no provoquen espanto, funcionan como dramas atmosféricos.
Podemos representar la fórmula así:
El terror, representado por los PUNTOS, crece y crece, enturbiando la vida cotidiana.
Vemos la fórmula en películas donde una familia es protagonista: La semilla del diablo, El resplandor, El exorcista…
Otras veces, el terror irrumpe violento en la vida cotidiana: Psicosis, Alien…
Por supuesto, hay películas que comienzan en el punto de ruptura: Suspiria (1977), La noche de Halloween, La matanza de Texas…
En cualquier caso, comenzada la historia, solo hay una dirección: hacia delante… Hasta que llegó La maldición de House Hill. Antes de comentar la serie de Netflix, hablemos de la miniserie It (1990), recordada estos días como posible precedente. Sí y no.
Los saltos al pasado de ‘It’
Cada recuadro sería una escena del pasado. Un atrevimiento en aquel entonces, 14 años antes que Lost. En el siglo pasado, la televisión consideraba que el flashback era un mal recurso.
—El teléfono, los niños, el de la pizza… —decían los directivos de las cadenas— y la gente se despista con los flashbacks.
¡Y los cortes publicitarios!
Se admitían flashbacks brevísimos para acompañar explicaciones. It utilizó escenas del pasado siguiendo la novela de Stephen King. Un lector decide en qué punto parar, pero en la televisión en abierto está el riesgo de romper la atmósfera. El mérito se debe al director y guionista Tommy Lee Wallace, amigo y discípulo de John Carpenter.
Wallace presenta a cada personaje-niño con flashbacks entre 6 y 10 minutos. Cada uno desarrolla una secuencia con principio, nudo y desenlace siguiendo un esquema:
- El niño en su entorno cotidiano (la casa o la escuela) con sus problemas.
- Cierra la secuencia el payaso diabólico, amenazador.
Hay secuencias del pasado brillantes, pero el conjunto de It se resiente. Es el problema de las películas musicales con escenas de baile y canto no hilvanados con la trama.
¿Si podemos ver la miniserie It ordenada, por qué tiene saltos al pasado? Para sentirnos identificados con los personajes-adultos. En una narración ordenada sería costoso.
La maldición de Hill House no podría verse reordenando las escenas. De ninguna manera.
Los agujeros de gusano de ‘Hill House’
Si dibujamos la línea de progresión de la serie de Netflix, sería más o menos así:
Un hilo no extendido con principio y fin, y partes que coinciden.
La historia del verano de 1992 de la familia Crain no queda atrás. Forma parte del presente. Y el presente influye en el pasado de la familia. ¿Quién fue primero? ¿El huevo o la gallina?
El guionista y director Mike Flanagan propone una estructura de agujeros de gusano (atajo espacio-temporal) que permite viajar en el tiempo a los fantasmas.
Espíritus atemporales, estribillos espectrales (como las frases repetidas en una canción) que cohesionan los tiempos: la señora del cuello torcido, el gigante del sombrero, la madre muerta… Cuando no son fantasmas, son representaciones de una obsesión como la esposa para Henry, el padre de familia.
Pegamento visual
Los estribillos no son el único pegamento visual. Están la sucesión de escenas por analogía visual: de las manos a las manos; de los pies a los pies; entre objetos similares.
Otro pegamento es la concentración del drama, aunque está destilado:
1) El velatorio y entierro de Nell y el regreso de la familia a la mansión se desarrollan en un día y una noche.
2) La noche de la muerte de Olivia, la madre de la familia, está dividida a lo largo de la serie. En cada capítulo, vemos el punto de vista de uno de los Crain. Esto despierta el apetito del público por esclarecer qué ocurrió y se presta a teorías durante el visionado (maltrato, asesinato, suicidio…).
3) La caída en la locura de Olivia, esparcida entre los nueve primeros capítulos, a través de los ojos de los pequeños… y que concluye con la su muerte.
Los estribillos, la última noche troceada y la locura de Olivia son el esqueleto de La maldición de Hill House… y la mansión.
La casa encantada como protagonista
No es raro que la serie abra con Hill House en la noche y con el comienzo de la novela de Steven Crain, el mayor de los hermanos. Palabras que recrean el comienzo de Shirley Jackson:
«Hill House, perturbadora, se alzaba en soledad frente a las colinas, albergando la oscuridad. Llevaba así 100 años antes de que mi familia se mudara allí, y podría seguir otros 100 más».
Hill House como enfermedad degenerativa que descompone almas y destruye familias. ¡Ese es el terror! Cada personaje se enfrenta consigo mismo y con los demás mientras huye de los fantasmas.
La carcoma interior
Henry Thomas se alejó de sus hijos «para protegerlos» pero sirvió de poco… Sus hijos acumulan obsesiones y adicciones para huir o reinterpretar el pasado:
- Steven es un novelista de terror que busca explicaciones racionales.
- Shirley maquilla muertos buscando la paz que experimentó de niña ante su madre reconstruida en el ataúd.
- Theo rehúye el contacto con la piel de los adultos huyendo de las oscuridades del alma. (Theo no se llama casualmente así. Theo es una contracción de Theodora, Teodora, que significa «don de Dios»).
- Luke es alcohólico y drogadicto.
- Nell se medica para mitigar su angustia.
Peleas de hermanos
Está feo que los hermanos se peleen, dicen las madres, dicen las abuelas. Feo y agotador. La desunión o desapego de los hermanos Crain y de estos con el padre potencia la angustia del público.
La novela de Steven sobre Hill House divide a los hermanos. No importa que el escritor reparta los beneficios. Para Theo es una novela hipócrita porque Steven no cree en lo paranormal. Shirley rechaza su parte porque es «dinero manchado de sangre».
Los personajes están solos… dentro de sí mismos y contra los demás.
¡Cuánto desasosiega la soledad! Más que un tipo con un cuchillo tras una puerta. (¿Cuántas aplicaciones hay para encontrar pareja o una relación furtiva como tirita?).
«Siempre he estado aquí», dice Nell en el pasado y en el presente, pero nadie repara en ella. Nell como metáfora de la desunión de una familia.
Traumas y soledades a los que sumar el agotamiento por las recaídas de Luke y las reclamaciones de atención de Nell… hasta que la casa la devora.
Un velatorio, un ring de boxeo verbal
El velatorio por la muerte de Nell (capítulo 6) se convierte en una olla a presión. Mike Flanagan ha conducido a cada personaje a un punto cercano al abismo… El guionista añade en este capítulo elementos dramáticos al dolor por la muerte de Nell:
- El matrimonio de Steven se rompe.
- El marido de Shirley ha aceptado el dinero del cuñado a sus espaldas. Ella tampoco sabe que su hermana vive de ello.
- Luke lleva 90 días sin consumir drogas, ha sido traicionado, robado y golpeado… parece inestable.
Los planos secuencias del velatorio acercan la escena a lo que realmente es un velatorio:
- El tiempo parece estancado.
- Quienes amaron a los difuntos, agotados por las lágrimas, por el desconcierto y las vueltas a la pregunta: ¿ahora qué?
Una realización con los planos de tres segundos de la televisión popular hubiera roto la atmósfera.
Con los planos secuencias, Flanagan también refuerza dos ideas:
1) Hill House como jaula invisible: la casa los tiene atrapados aunque no estén en sus muros.
2) Un ring de boxeo para los Crain. Salen todos los trapos sucios: el abandono del padre; por qué no escucharon a Nell; el dinero manchado de sangre; la aparente infidelidad del marido de Shirley con Theo… Y en esto, llegan los fantasmas para atormentar aún más al padre y los hijos, a los creyentes y los escépticos.
Llegados a este punto solo cabe la desintegración de los vínculos, pero quedan cosas pendientes… de los personajes con Hill House y de Hill House con la casa. Hay un punto en La maldición… en el que es imposible soportar más la angustia por la destrucción de los personajes, en concreto, por el estado físico y emocional de Luke.
Flanagan recurre a la marcha de Luke a la casa como elemento unificador. Esto obliga al padre y a los hermanos mayores a congelar las desavenencias para recuperar a Luke. Se llega así a una solución creíble y a la vez satisfactoria para el público.
Flanagan monta a los protagonistas en dos coches; en cada uno, un creyente y un escéptico predispuesto ya a aceptarlo todo. Un Quijote y un Sancho: Henry y su hijo Steven / Theo y Shirley.
La reunión obligada de contrarios acaba por poner al descubierto los últimos secretos y acaba en reconciliación justo antes de entrar en la casa para rescatar a Luke.
Hay una paradoja:
1) Hill House mata a la madre y rompe la familia.
2) Hill House mata a la pequeña Nell y esto, que parecía el golpe definitivo contra los Crain acabó por unir al padre y los hermanos.
La conclusión es que solo es posible luchar contra los monstruos —reales e imaginarios— cuando la familia está unida. La reconciliación se produce entre los Crain vivos y los Crain muertos. Y finalmente, de estos con la casa.
La maldición de Hill House es más que una historia de terror; como todas las grandes series USA… es un tratado de la familia americana.
Me encantó este análisis. Completo, completo.
Muy bien explicada la estructura de la serie.
Aunque a mí la verdad es que no me convenció. Desde el principio el espectador sabe que le están ocultando deliberadamente qué pasó con la madre y sabe también que probablemente tenga que esperar hasta el final para que se lo cuenten. El problema es que no hay nada en la propia historia ni en el punto de vista adoptado que justifique que se oculte esa parte tanto tiempo. Es como si te viene un amigo manchado de sangre de los pies a la cabeza, le preguntas qué le ha pasado y te empieza a contar toda su vida dando saltos en el tiempo, atrás y adelante, pero sin llegar nunca a lo que explica por qué está manchado de sangre. A no ser que tu amigo tenga un motivo muy poderoso para no contarlo (amnesia, delirios, etc) te vas a impacientar y te va a parecer que abusa de tu atención.