Algunas invenciones están motivadas por el instinto de sobrevivir o de vivir mejor. Otras, por el simple placer que provoca hacerlas. Y luego está el sexo, que podría ser una mezcla de ambas. Quizás por eso el sexo es un motor en sí mismo para la propia creación.
Esa es la teoría que tenía el padre de la evolución, Charles Darwin. Un ejemplo de ello es que unía la aparición de la música precisamente a la necesidad de seducir a una pareja sexual.
Al fin y al cabo, los sonidos de la naturaleza también tienen una connotación sexual, como puede ser el canto de los pájaros macho para seducir a las hembras. Esta idea llevó a Darwin a escribir en El origen del hombre, porque, según creía, tanto las notas musicales como el ritmo «fueron adquiridos al principio por los ancestros masculinos y femeninos de la humanidad con el propósito de cautivar al sexo opuesto».
Esta idea, que en principio era solo una teoría observacional, parece cobrar su sentido tras un reciente estudio del psicólogo Benjamin Charlton, de la Universidad de Sussex en Brighton, que explica, entre otras curiosidades, que durante la fase más fértil de su ciclo menstrual, las mujeres prefieren parejas sexuales que pueden producir música más compleja.
La explicación a este hecho, también teórica, es que «la capacidad de crear música compleja podría ser un indicador de habilidades cognitivas avanzadas». Es decir, que las mujeres perciben esa mayor inteligencia como un rasgo atractivo genético en sus parejas sexuales. Eso explicaría por qué los músicos ligan tanto.
La música como arma de seducción masiva
La sexóloga Ana Lombardía afirma que la música es un arma muy útil en la seducción. «La música nos mueve, genera sensaciones, despierta emociones, crea un ambiente… Cuando nos sentimos seducidas por alguien es porque transmite algo atractivo, que mueve algo en nosotras y nos hace sentir muy bien. La música puede conseguir ese efecto».
De hecho, la música y el ritmo nos lleva a bailar, y como aporta Lombardía, «ahora mismo intento pensar en algún baile que no esté hecho para seducir… y ¡me cuesta!». En este sentido, recuerda que «los bailes, ya sean en pareja o no, intentan seducir, crear una conexión. En el baile desplegamos todos nuestros encantos, contoneamos el cuerpo, lo exhibimos. También con el baile mostramos nuestra mejor actitud, nuestro carácter y personalidad».
¿Es una cuestión evolutiva o meramente cultural? Según la experta, «la música ha estado muy presente a lo largo de la historia en los cortejos y los rituales de seducción y apareamiento», luego no puede ser casualidad. Pese a ello, también es cierto que «cada cultura tiene distintas músicas dirigidas a la seducción y al cortejo», y eso implica que también hay un componente social y cultural.
Otro ejemplo es la atracción sexual que generan las estrellas del mundo musical. No en vano los músicos siempre han tenido ese halo de seducción que ha servido como sex-appel a las groupies. Tampoco es casualidad que el fenómeno groupie se dé más en mujeres jóvenes que persiguen músicos masculinos, y no tanto al revés.
Utilizar la música para mejorar el sexo
Teniendo en cuenta todos estos factores, parece claro que la música puede ser una herramienta más para mejorar nuestra sexualidad. Para saber qué usos podemos darle, Ana Lombaría añade que, para empezar, «la música puede mejorar nuestro estado de ánimo. La música que nos genera emociones positivas y buen rollo puede resultarnos una gran aliada para mejorar la vida sexual». Una forma de romper el hielo e iniciar una situación agradable.
De hecho, no es casualidad que los bares, garitos y discotecas donde no solo hay alcohol, sino también música sean el lugar por excelencia para ligar. O que si se planea una cita romántica con segundas intenciones, se piense bien en cuál va a ser el hilo musical.
«La música también puede servir para crear un ambiente erótico y sensual. Una música que nos relaje, pero que a la vez nos permita sentir sin distraernos demasiado, puede ser una estupenda aliada en la cama», insiste Lombardía.
De hecho, hay canciones que parecen pensadas para pasar un buen rato en la cama, y que incluso parece que estén marcándonos un ritmo en los movimientos de la penetración.
Porque la música inunda el sexo antes, durante y después. Es una forma de llamar la atención de la otra persona, hacerla sentir bien, pero también es una herramienta para cortar el hielo para empezar a tocarnos y movernos, o para descansar después abrazados en un momento especial de intimidad.