Hay que ser muy rastrero y miserable. Si la Ley de la Memoria Histórica no contempla casos como el que aquí se propone pierde completamente todo su significado. Sin embargo, con todo, voy a seguir adelante.
Llega un momento en la vida en el que comienza a ir tocando mirar atrás. Aunque sea doloroso. aunque se haga de la manera más amarillista, es decir, apelando directamente a los sentimientos que han construido la personalidad de cada uno. Por eso, este repaso en formato GIF a esos videojuegos que llenaron la infancia es un golpe a los bajos instintos, a tardes de natillas y azúcar refinado; a interminables cargas en casetes y broncas de los padres porque, qué diablos, cómo va a ser bueno pasar ocho horas enfrente de una tele de tubo.
No pasa nada por admitirlo: este texto es para señores mayores que no aceptan que se hacen mayores. Si tienes menos de 25 y quieres saber cómo se divertían unas personas que decían palabras como ‘perita’, ‘molongui’ o ‘trifásico’, sigue leyendo.
Galaxian
Los marcianitos por excelencia. Ahora Ikea los vende en forma de vinilo para que decores con ellos las paredes de tu casa, pero mucho antes tenían un sonido capaz de taladrar las mentes de toda una generación. Por algún motivo desconocido, en los salones recreativos su sonido sobresalía por encima del resto de la jungla decibélica de máquinas arcade.
Galaxian ha visto cómo las fortunas de muchas familias se han dilapidado de 25 en 25 pesetas. Y todo con una recua de invasores que no eran capaces de moverse más de un par de pasos para cada lado.
Daley Thompson’s Decathlon
Imaginad a un escuadrón de clientes de ortopedia compitiendo en los juegos olímpicos. Esa es la definición más ajustada del simulador deportivo Daley Thompson’s Decathlon.
Daley Thompson era un decatleta igual Richard Pryor, solo que hinchado a clembuterol. Thompson era fue campeón olímpico en los juegos de Moscú 1980 y Los Ángeles 1984 pero su mayor gloria la alcanzó como protagonista de este (de todo menos trepidante) videojuego. ¿A cuánta gente le importaba el decthalón en los 80? Exacto. A Nadie. ¿Cuánta gente flipaba con los primeros videojuegos? Teniendo en cuenta que aquello parecía magia, ya podéis imaginar.
Daley Thompson’s Decathlon era una sucesión de pruebas en las que la clave era machacar las teclas del ordenador para que los atletas aumentaran su velocidad y conseguir ángulos de batida de 45 grados en saltos y lanzamientos.
Como veis en este GIF, todo resultaba tremendamente cómico.
Football Manager
Mucho antes de que existiese el mítico PC Fútbol, un simulador del deporte rey permitía jugar con fichajes, finanzas, tácticas y alineaciones. Aquello era tan precario que, en comparación, un avión de papel podría haber llegado a la luna.
Los que no lo crean, que lo comprueben en esta digerible partida de más de cinco horas y media. Lo sorprendente de todo esto, es que aquella danza de mocos negros y blancos, aquella sucesión de salarios y características numéricas, eran más adictivas que los capítulos de V.
Fred
Por aquella época, todo era lineal. La vida era lineal. La geometría se llamaba Dibujo Lineal en incluso la ciudad era Ciudad Lineal.Por eso, cuando se cambia de eje en el movimiento, cuando se practicaba la ortogonalidad de manera activa, pasaba lo normal: uno lo flipaba.
El Fred, de campo abierto no tenía nada. De hecho, se desarrollaba en el interior de una pirámide egipcia que ni siquiera tenía forma piramidal. Un explorador perdido tenía que huir de ratas y fantasmas para escapar de la susodicha pirámide. Pero su visión era en alzado, no cenital, y podías ir hacia la izquierda, hacia la derecha, hacia arriba o hacia abajo. ¡Cuatro putas direcciones! ¡Dos más que en el resto de juegos! Teniendo en cuenta que lo que se estilaba en su mayoría a principios de los ochenta era el to’ p’alante, Fred era todo un hallazgo.
Saboteur
Los juegos de Spectrum se cargaban en un casete y se cargaban de esta manera. Durante diez minutos. Durante diez interminables minutos. Durante diez minutos en los que te daba tiempo a sacarte el Graduado Escolar, merendar y volver.
Una vez que aquello terminaba de cargar —ojo, no siempre lo hacía y en ocasiones se producían cortes que obligaban a volver a empezar—, uno estaba tan predispuesto al juego que se metía completamente en el papel. Teniendo en cuenta, además, que un ninja, junto a un robot y a Butragueño, era el máximo escalafón de lo molón de la época, el Saboteur fue un éxito rotundo. Sí, un éxito que dio con los huesos de muchos chavales en las urgencias de los hospitales a causa del emocionamiento, pero un éxito al fin y al cabo.
Shurikens, sigilo y patadas voladoras rococó. Llega a funcionar la katana y acabamos todos muertos.
Jetpack
Mucho antes que la odisea de Gravity pero mucho después de que Bowie se preguntara si había vida en Marte, todo lo que ocurría de la atmósfera para afuera tenía un halo indómito que resultaba decididamente atractivo. Por eso, no podía haber nada más trepidante que montar tu propio cohete y llenarlo de combustible para volver a la Tierra. Eso era Jetpack y se convirtió en una experiencia mitica.
Green Beret
En los años previos a la caída del Muro de Berlín, lo que más ponía a los amantes de la libertad era combatir el comunismo con ferocidad. Green Beret proveía al jugador de todo lo que uno necesita para acabar con los hijos de Lenin: un cuchillo de asalto y un lanzallamas. Aquello olía a Rambo que daba gloria y, además, el juego funcionaba con una fluidez que era sorprendente en la época del píxel gordo.