En el cartel de la Feria del Libro de Madrid hay decenas de mujeres despertadoras. Mujeres que escriben, que leen, que pintan y que despiertan a muchas otras personas con sus obras y sus pensamientos. Mujeres de referencia que, por extraordinarias que sean, están mucho más amenazadas por el olvido, el silencio y la desmemoria de la historia por el hecho de ser mujeres.
Paula Bonet hace esta llamada de atención en el póster de la 77ª edición de la Feria del Libro de Madrid, que se celebrará del próximo 25 de mayo al 10 de junio, en el parque de El Retiro. Aquí, en este cartel, la artista gráfica ha reunido a muchas de las mujeres que admira y que le inspiran: sus despertadoras.
«Al leer Solterona, de Kate Bolick, descubrí un término que me parece maravilloso: despertadoras», cuenta Bonet. «Yo estaba entonces trabajando en La sed. Tenía mi pared llena de fotos de mujeres a las que llamaba madres. Sabía que no eran exactamente madres, pero no sabía cómo definirlas. Eran las mujeres a las que yo había llegado cuando me di cuenta de que mi formación emocional e intelectual partía de la experiencia masculina».
«Y busqué referencias femeninas para entenderme y para tener un ejemplo de cómo gestionaron ellas las cosas. Estaban Clarice Lispector, Gabriela Mistral, Camille Claudel, Silvia Plath, Virginia Woolf, Simone de Beauvoir… Cuando vi la magnitud de esa pared me asusté mucho. Pensé: “¡Huala! Cuánto silenciado”. Pero esa magnitud era irrisoria».
«Si empiezas a tirar del hilo, se hace mucho mayor. Ahora mismo mi pared de madres despertadoras es cinco veces más grande. Está Chimamanda Ngozi Adichie, la imagen del cartel; Mary Beard, Rebecca Solnit, Virginie Despentes…».
Estas letras de Kate Bolick le arrearon una sacudida. «Cuando llegó este libro maravilloso a mis manos, me di cuenta de que este es el término. Hemos estado mucho tiempo dormidas y hemos permitido que se nos narrara. Y ya está bien», reclama.
«Nosotras también tenemos voz. Lo masculino es lo universal, sí, pero lo femenino también. La lucha es esa: llegar al momento en que nosotras seamos leídas y valoradas como son ellos y que en los libros de texto no nos borren de la historia. Porque entonces las mujeres que vienen detrás no pueden partir de la experiencia que tuvieron otras mujeres».
Paula Bonet empezó a reflexionar entonces sobre la importancia de las palabras. «El léxico es el depositario de todos los prejuicios, de toda la cultura que nos hemos inventado y que hemos construido. Usamos el género masculino para hablar de lo universal. Partimos de ahí: lo masculino es lo universal. Lo femenino es lo otro. Es lo raro, lo de después, lo que no se nombra, lo que no se ve. De ahí podemos empezar a sacar hilos y podemos acabar siendo conscientes de que tenemos mucho trabajo por hacer y de que tenemos que empezar a hacerlo ya», indica.
Dice la pintora que en este cartel ha hilado varios detalles que evocan a sus mujeres despertadoras. El rostro es de Chimamanda Ngozi. La escritora nigeriana está vomitando lirios, igual que hace la andaluza Sara Herrera Peralta en uno de sus poemas.
«Y con los lirios y la tinta china empiezo a tejer, como Louise Bourgeois, en blancos y amarillos, una trama que cubre la cabeza de la nigeriana. Las alusiones a la tierra y a la vida del Cuaderno de campo, de María Sánchez, dibujan esa cabeza de vaca que asoma por la izquierda (pero podrían haber dibujado espigas, placentas de vaca o pájaros)», explica Bonet.
Cuenta que las manos arrugadas de debajo del animal llevan hasta el trabajo de Sofía Castañón. Son las manos de su abuela. «Las manos de bebé sostienen las de Luna Miguel, que se han frotado fuerte con agua después de masturbarse», continúa.
«El cuervo sale volando de un poema de Elena Medel. Un gorrión lo hace de uno de Emily Dickinson. Leemos a mujeres y nos encontramos con piedras (Luci Romero), almejas (Anne Sexton) gárgolas (Míriam Cano), orquídeas (Rossetti) o casas vacías y silenciosas (Anna Ajmatova)».
Explica Bonet que en el cartel «hay mujeres que, mientras escriben, sienten que son un volcán (Estel Solé), y otras que, como los tulipanes, se adaptan como mejor pueden a los acontecimientos que les depara la vida (María Leach). Gabriela Mistral canta a los montes y los ríos de Chile, y Violeta Parra lo hace a la vida y a todo lo que esta le ha dado. Faltan muchas. Pero con su trabajo dan voz a todas».
Hasta aquí los detalles, las pistas, las alusiones. No quiere contar más para que el póster no quede reducido a una serie de razones. «Mi idea es no darlo todo masticado», aclara. «Es más interesante que el lector, el observador, ponga de su parte y cree su propia historia. Así es como se establece el diálogo en el arte».
Paula Bonet es la tercera mujer que diseña el cartel de la Feria del Libro de Madrid. La tercera entre más de 70 autores. La primera que lo hizo fue Ana Juan en 2006 y no fue hasta el año pasado cuando el director de la feria, Manuel Gil, reparó en este hecho y entonces decidió que las siguientes obras tendrían como autora a una mujer.
El año pasado lo hizo la canaria Ena Cardenal de la Nuez y para esta edición invitó a la castellonense, que, decidida, pide «que este cartel sirva para denunciar la brecha de género, que todavía es demasiado evidente».
Y, de paso, hace hincapié en uno de los grandes retos del presente: «Las mujeres no pintamos, no escribimos, no creamos para mujeres. No hacemos cosas de mujeres para mujeres. Lo que nos afecta a nosotras también os afecta a vosotros y lo que nos afecta a nosotras es universal», declara.
«Me produce un gran malestar y mucha tristeza que haya tanta literatura sobre la guerra y no haya sobre temas más femeninos como qué significa tener un hijo y rechazarlo o qué nos ocurre a las mujeres cuando empezamos a tener la menopausia o se nos empieza a descolgar la piel».
«Las mujeres desaparecemos de la esfera pública cuando dejamos de ser jóvenes, de tener la piel tersa y de ser un objeto de deseo para el hombre. Ellos deberían acercarse a la obra de las mujeres sin prejuicios. Que no tengamos que hacer este experimento de publicar con un seudónimo masculino para que nos tomen en serio».
«¿Qué sucede en cualquier obra de arte? Que el que narra es un hombre; el discurso es de alguien del género masculino y la mujer suele aparecer cuando el personaje necesita que lo cuiden, que lo amen o necesita echar un polvo», continúa. «En el cine, por ejemplo, queda mostrado por el Test de Bechdel. Muy pocas películas pasan este test. Es tan sencillo como observar que haya dos personajes femeninos, que en algún momento de la trama hablen entre ellas y que el contenido de su charla no tenga que ver con el amor o con un hombre».
El cartel como altavoz
Este cartel de la Feria del Libro de Madrid en blancos, negros y oro parte de «la absoluta libertad». Ahí se hallaba Paula Bonet cuando empezó a trabajar. Y entonces se dio cuenta de la responsabilidad de hacer esta obra. «Fui consciente del poder que tenemos los que creamos y de lo importante que es aprovechar cada vez que nos dan un altavoz. La literatura, la pintura, la ilustración son vehículos maravillosos para poder denunciar lo que creemos que no es justo, lo que nos incomoda o lo que admiramos».
Piensa que hay que aprovechar todas las ocasiones para comunicar lo que a uno más le importa. «Lo que no se nombra no existe. La realidad que vivimos las mujeres no se nombra; es la gran desconocida», asegura.
«Podríamos enfrentarnos a situaciones como tener tres abortos seguidos, tener que parir a un hijo muerto o parir y rechazar al hijo de una manera más sana si conociéramos la experiencia porque alguien la hubiera narrado antes. Por eso admiro tanto a Anne Sexton. Porque habla de temas que hasta ahora han sido tabú. Habla de la masturbación femenina, de parir y rechazar a un hijo…».
«Cuando leí su poema que hablaba de esto pensé: “Si alguna vez tengo un hijo y lo rechazo, ya tengo la experiencia de Anne Sexton. Ya sabré que no soy un monstruo porque seguro que es también la experiencia de muchísimas otras mujeres”. Tenemos que nombrarnos y hacer entender a los hombres que lo que nos afecta a nosotras también les afecta a ellos. ¿Qué hay más heróico y comprometido que parir?».
También Siri Hustvedt hizo una gran revelación a Bonet. En su libro La mujer que mira a los hombres que miran a las mujeres leyó una reflexión sobre cómo el paso del tiempo afecta al físico de las mujeres, al descolgamiento de la piel, a la pérdida de la belleza de la juventud… «Ella habla de cómo esto, que en principio puede parecer negativo, se puede convertir en algo positivo para la mujer artista: cuando desaparece el deseo erótico, aparece el respeto», reproduce, satisfecha, la pintora.
Paula Bonet dibuja, pinta, lee y escribe. Dice que la literatura y el arte que sigue es el que le da respuestas. «El arte que, tras pasar por él, me hace ser otra persona o me hace cuestionarme las cosas de otro modo», explica. El arte que hacen sus despertadoras, las que llenan el cartel de la próxima Feria del Libro de Madrid.
Aplausos de pie para ésta artista!!
Pueden descargarse gratuitamente mi desmitificador libro sobre la masturbación femenina desde mi Blog. TODO lo que se ha dicho sobre ella es FALSO. http://jesusramosbrieva.blogspot.com.es/