Escaparates en extinción

10 de agosto de 2011
10 de agosto de 2011
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Es una sensación curiosa. Extraña. Los pequeños comercios instalados en otras épocas, a menudo, pasan desapercibidos. Pueden incluso quedar excluidos del círculo de compras habituales de muchas personas por su aspecto anticuado. Pero cuando desaparecen, llegan los lamentos. Es la pérdida de una huella del pasado que no volverá jamás.
Juan Carlos Monroy se fijó en los escaparates de estas tiendas (“los comercios que dan identidad a una ciudad”, enfatiza) y pensó que había que documentarlos antes de que desaparecieran para siempre. Cogió su cámara y en 2003 hizo la primera foto.
Durante todos estos años ha esperado a la luz de otoño para salir a hacer fotografías de los escaparates de algunas de estas tiendas del centro de Madrid. Espera a las 7.30 u 8 de la tarde para disparar. “Desde fuera aún llega luz y dentro empiezan a encender las luces de la tienda. Ese contraste proporciona una iluminación muy buena”, indica el publicitario.
Las primeras fotos las tomó con una cámara analógica. Las últimas están hechas en digital por una razón meramente práctica. “La foto analógica tiene más magia. Incluso algunos errores en las imágenes tienen su encanto”, matiza.
Dice Monroy que “Madrid está cambiando y con ella sus escaparates”. “La transformación que está sufriendo la sociedad se refleja en la mayoría de los comercios de las principales calles de una capital que ha sabido como pocas acoger a sus nuevos inquilinos. Donde antes había una mercería ahora hay un Starbucks y donde se vendían cordeles hoy hay un take away”.
“La tienda de toda la vida deja paso a las nuevas cadenas de comercios, los escaparates se adaptan a los nuevos propietarios y ellos a los nuevos clientes”, especifica.

“La diversidad cultural aumenta y, por el contrario, los escaparates de las grandes firmas homogeneizan el paisaje urbano. Pero aún se resisten a desaparecer esos pequeños comercios de toda la vida que sacan todo su stock (género) al escaparate con el fin de no perder a ningún transeúnte. Son los propios dueños los que, según su personal criterio, ejercen de escaparatistas siguiendo las leyes de un mercado no regulado por ninguna ley marketiniana y que, gracias a su personal concepto del diseño, mantienen, sin quizá saberlo, la diversidad que se percibe a pie de calle».
«Cada vez que exponen un producto en el escaparate lo hacen de tal modo que dejan expuesto también una parte de sí mismos, convirtiendo el escaparate en un pequeño santuario en el que es fácil distinguir el alma del establecimiento y el espíritu del comerciante que hay detrás del mostrador”.
Para Monroy, “esta serie de fotografías es un homenaje a todos esos comerciantes que a través de sus escaparates crean una ciudad que la hace más humana, distinta, diferente y, en definitiva, única”.
Muchos siguen la tradición de una familia que abrió la tienda muchas décadas atrás y que pasó el negocio de generación a generación. Unos aguantan y otros, al final, sucumben… Así ocurrió, según el publicitario, con Fajas Ruiz, La Compañía Multispana, CD King y Ysusi.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Patrick Thomas

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