Como tantas buenas ideas, esta se gestó en un bar. Los artífices son cuatro cómicos: Fran Pati, Roberto Gontán, Jesús Arenas y Juanjo Albiñana. O lo que es lo mismo: «¡Una pandilla de zanguangos zamarros!», afirman con sorna, echando mano del argot rural de su tierra, Castilla La Mancha.
Creadores del espectáculo Cuatro motes manchegos, con el que llevan tres años triunfando, estos profesionales de la risa rompen fronteras con un nuevo proyecto: España Vaciada, la que tengo aquí colgada.
El nombre ya ha traído cola. Hace unas semanas, la Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM) rechazó su registro al entender que atentaba contra las buenas costumbres. Sin embargo, los monologuistas pretenden reivindicar precisamente las virtudes de la denominada España vaciada mediante una infalible arma: la comedia.
Al fin y al cabo, atesoran la experiencia de Cuatro motes manchegos, que ahora se expandirá más allá de los campos de Castilla. Porque aquí la clave es defender su origen de pueblo, la vida lejos de las grandes urbes. Un leit motiv más transversal trufado de anécdotas propias, reflexiones existenciales y mucha guasa.
«Reír siempre es el camino. Muchos mensajes que no calan desde un punto de vista serio y protocolario calarían más desde el humor; ¡y más en España!», razona Jesús Arenas (Villarrobledo, Albacete, 1986).
«España es un país que demuestra continuamente que quiere humor. Incluso en la pandemia todo se ha afrontado desde el humor: en redes, con distintas propuestas… La gente necesitaba reír incluso estando encerrados en casa en una situación devastadora. ¡Llevamos el humor innato! Te suben la luz y lo primero que salen son memes, no manifestaciones. Nuestra forma de manifestarnos es el humor. Creo que reír siempre te acerca al mensaje que estés dando; en este caso, la defensa de los pueblos y de la España vaciada», sostiene el cómico.

«Entonces, ya que hemos hecho esto al nivel de Castilla La Mancha, por qué no hacerlo para todos los pueblos», añade Fran Pati (La Roda, Albacete, 1985). «Yo soy de donde los Miguelitos, vivo y actúo mucho en Madrid con público de toda España y mi humor es bien acogido. Todos actuamos por separado en otras provincias y los chistes funcionan. Y aquí iremos con la misma dinámica de contar cosas de pueblo versus ciudad. Porque somos manchegos, pero nuestra visión es la de cualquiera de una ciudad pequeñita o un pueblo. Este espectáculo es para gente que tiene pueblo o quiere tenerlo», resume, citando el inicio del pódcast orquestado para la ocasión.
HUMOR BLANCO Y CAMPECHANO POR DOQUIER
Los ideólogos del sarao España Vaciada, la que tengo aquí colgada se han convertido en una suerte de hermandad y viajarán con su cachondeo rústico «hasta donde se pueda», como apunta Juanjo Albiñana (Albacete, 1985). «Buscamos que la gente se sienta identificada y no se olvide de sus raíces. Que la gente que se ha ido a la ciudad, por si no se ha dado cuenta, valore ese paraíso de estar en el pueblo, ir a ver a la yaya… Si hablamos de lugares, el objetivo es cubrir toda España, pero, sobre todo, que veamos lo importante que es ir a nuestra tierra», aduce.

«¡Si no existiesen los pueblos, habría que inventarlos!, irrumpe Roberto Gontán (Talavera de la Reina, Ciudad Real, 1976). «En los pueblos siempre nos han recibido con los brazos abiertos, sin excepción. Les encanta el humor y cuando vamos también encontramos a muchas personas que no viven allí todo el año, que están en las ciudades y van de vez en cuando, así que se sienten muy identificados con esa diferencia —para lo bueno y lo malo— entre pueblos y ciudades. ¡Porque también sacamos a relucir las cosas buenas de las ciudades!». Ahí está el quid de la cuestión: acercar los pueblos a las ciudades y las ciudades a los pueblos.
«¡EN LOS PUEBLOS SE VIVE MUY BIEN!»
¿Qué es lo que cuelga de esta España Vaciada tan jaranera? «Solo tenemos colgadas buenas intenciones: defender lo que en mi opinión es la mal llamada España vaciada, que es la España profunda, donde se vive espectacular», recalca Juanjo Albiñana, que intuye que muchos ciudadanos optarán en un futuro —ya está ocurriendo— por la tranquilidad fuera de las metrópolis, sin tanta ansiedad y en un entorno más apacible.

«Lo que tiene colgada la España vaciada es buena gente, buena comida, buen ambiente… Al final, es un paraíso», remata. «¡Es que en los pueblos se vive muy bien!», exclama Roberto Gontán. «En Talavera, aunque tenga 80.000 habitantes, todavía se aparca en la puerta, y en una mañana hago diez o doce cosas, mientras que en Madrid solo da tiempo a hacer dos o tres. Si no tuviera un sitio donde escaparme, tendría que comprarlo».
Porque, coinciden todos, en la España vaciada existe una energía única. Una interacción diferente a la de las capitales, donde todo se mueve demasiado deprisa. «Los tiempos, la vida, son de otra manera. Y el show es para sacar punta y echarnos unas risas, que es de lo que se trata», zanja.
Cada uno con su estilo, estos cuatro zanguangos y zamarros siempre se han encontrado con la hospitalidad y el cariño de los anfitriones. «Han sido más de tres años de gira con Cuatro motes manchegos y hemos tenido teatros llenos y plazas hasta la bandera. De hecho, lo de crear una segunda versión de Cuatro motes manchegos fue porque en algunos lugares hemos repetido. La secuela nació para seguir yendo y ganarnos la vida, felices de recorrer toda Castilla La Mancha y algunos sitios más», explica Fran Pati con gratitud.
Ahora, el mapa se expande ante sus ojos para celebrar el humor «costumbrista y con pinceladas de gamberrismo» que promete España Vaciada, la que tengo aquí colgada.
Otra curiosidad, relatan, se da en algunas aldeas donde apenas hay uno o dos locales y, tras el bolo, los artistas se juntan con los espectadores. «Nos tratan bien, nos dan de comer de lujo y lo pasamos genial. Somos peores nosotros, que llegamos con el rollo del cómico vacilando. Eso sí, con la mejor intención: reírnos con ellos. Y se lo toman con mucho humor. Cuando vas al bar después de actuar, están todos lo que te han visto y ahí te saludan, te felicitan o te hacen bromas sobre lo que has dicho… ¡Es maravilloso!», enfatiza Gontán.
STAND UP COMEDY, EL FORMATO QUE BRILLA EN ESPAÑA
Vivimos una edad de oro del humor. Lo corrobora Jesús Arenas: «¿El humor en España? Lo veo mejor que nunca. Creo que nunca ha habido tantas propuestas y tan diferentes. Sobre todo, en el sector del stand up ya tenemos una solera. Muchos años y muchos estilos. Y ahora se ven cosas más arriesgadas. También hay mucha más presencia de la comedia femenina, que era necesaria», reflexiona.
Se trata de un momento excelente, sobre todo, en los escenarios. Pese a la pandemia, en la cartelera brilla con intensidad la oferta de stand up comedy, formato que, aunque ya existían maestros del género como Gila o Pepe Rubianes, se popularizó en España en torno al año 1999 con El Club de la Comedia o Paramount Comedy (hoy Comedy Central), pero que, por ejemplo, en Estados Unidos ya despuntaba a mitad del siglo XX.

El espectáculo supone un reto para los cuatro protagonistas porque «siempre hay que saber adaptarse». «Lo que funciona en Barcelona o Madrid igual no vale en otros foros. Un chiste de Starbucks en una villa de 1.500 habitantes a lo mejor no encaja. Pero se trata de hacer reír en un sitio y en otro. Tienen que entender lo que estás diciendo tanto en el pueblo como en la ciudad», arguyen los manchegos.
Lo suyo es, pitorreo mediante, una oda a la España vaciada. «Hemos aceptado que pagar 800 euros de alquiler es lo normal, que vivir con una situación de estrés laboral es normal, que pegarse una hora y media en coche, metro o autobús para ir al trabajo es normal. Y yo creo que no es eso para lo que está hecho el ser humano», interviene Arenas. «Si se apostase bien por la España vaciada, por que tuviese buena red de comunicaciones, internet estable y mejor conexión, nos acercaríamos más a lo que merece el ser humano».
Y de todo esto —la idiosincrasia rural y la urbana— va el proyecto de estos cuatro amigos cómicos. Aquella idea que surgió de francachela en un bar empieza a volar alto, reivindicando el valor de los pueblos. Un objetivo claro entre chanzas, bromas, chacotas, ironías, premisas y remates hilarantes. Porque tal vez, como diría Buenafuente y mientras la vida pasa, «reír es la única salida».