Justin Trudeau: el hombre que conjuga política con el verbo ‘molar’

21 de julio de 2016
21 de julio de 2016
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En noviembre EEUU decidirá quién será el nuevo inquilino de la Casa Blanca lo que, tras dos meses de transición, culminará en enero con el final de una era. Barack Obama cruzará el mar que separa el trono del hombre más poderoso del mundo al sillón de un jovencísimo jubilado que vivirá el resto de sus días como ‘ex’. Con Obama se irán muchas cosas, muchos símbolos y muchos gestos. Pero, más allá de lo netamente político, se irá una nueva era en comunicación política.

La forma en la que el equipo del todavía presidente de EEUU ha retratado al carismático líder, las fotografías, el uso de las nuevas tecnologías y hasta su fino humor contra los adversarios han marcado época. Desde que irrumpió allá por 2004 con el discurso central de la Convención Demócrata siendo un desconocido, todos han querido ser como Obama. La política estadounidense tiene algo de espectáculo magnético, y él ha sabido ser el mejor comunicador posible.

Pero antes de marcharse Obama ya tiene sucesor, no en su asiento, sino en su estilo, en su esencia. El primer ministro canadiense Justin Trudeau ha logrado reverdecer el carisma de su homólogo estadounidense, muchas veces copiando descaradamente el estilo y las formas. Sólo hay que ver su Flickr oficial y compararlo con la estética lograda por Pete Souza: enfoques, planos, tomas y juegos que recuerdan inevitablemente al fotógrafo de cámara más influyente de la política moderna.

El ‘feeling’ con Obama es evidente: a lo largo de su perfil hay un montón de fotos de su vecino del sur, selfie e imagen de cabecera de su perfil de Twitter (también con el presidente mexicano Enrique Peña Nieto) incluidas.

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Hasta ha copiado de los Obama la idea del ‘perro oficial’, que es prácticamente igual que el de la Casa Blanca.

Pero ser carismático no depende sólo de ‘copiar’ un estilo de comunicación ya copiado hasta la saciedad, ni tampoco usar la imagen de Obama. Trudeau tiene, por sí mismo, todo lo que necesita: es joven, magnético, con un discurso potente, una imagen impecable y un legado político muy definido: es -también en ideas- hijo del ‘autor’ del Canadá moderno, que fuera primer ministro en dos ocasiones hace tres décadas. Y, como él, liberal, federalista, comprometido con el plurilingüismo de su país (todas sus intervenciones públicas -y las de su esposa- son intercalando inglés y francés) y contrario al separatismo de Québec.

Heredero de esa saga familiar, además ha conseguido desmarcarse del perfil intelectual académico y clásico de su brillante predecesor, el gris Stephen Harper en el Gobierno y el -aunque brillante- académico Michael Ignatieff, para crear un lenguaje icónico propio. Para muestra un botón: fue capaz de explicar lo que es la computación cuántica a un reportero que, en broma, le preguntó eso en una intervención en un foro universitario

Por eso combina esos guiños con formas más cercanas y directas de hacer política. Hay, por ejemplo, un interesante uso del vídeo con gráficos para explicar la entrada en vigor de medidas concretas.

También hay, de nuevo en formato vídeo, tiempo para el humor: una cosa es felicitar al deportista de turno en una casposa recepción oficial o en un tuit firmado por el presidente del Gobierno (ambas cosas muy habituales en nuestro país) y otra muy distinta hacer esto

Pero una de las bases de la ‘doctrina Obama’ de la imagen es el hacer cosas con la gente, que no es exactamente lo mismo que poner a gente con el líder: se trata de integrarse en la acción, ser parte de ella, lo cual ofrece estampas curiosas y a veces poco habituales que contribuyen a ‘acercar’ al político al mundo real: desde indumentarias particulares a robots, pasando por animales o danzas, todo vale.

Y esa idea de integrarse en la acción le ha llevado, por ejemplo, a uno de los momentos que más se ha comentado de su corto mandato: su implicación con el colectivo homosexual y su activa participación en las marchas del Orgullo

En el ‘manual del político cercano’ (especialmente si se dirige a un votante tradicional) no podía faltar, claro está, la familia. La presencia de su mujer y sus hijos pequeños es habitual en las redes del ‘premier’

A pesar de tantas similitudes hay, también, una evolución respecto a las campañas de imagen de Obama: el tratamiento de la integración religiosa. Es cierto que quizá en el EEUU actual sería un tema más peliagudo, pero Trudeau ha hecho de la diversidad de credo uno de los máximos exponentes de su comunicación. Desde una felicitación navideña -él es católico- hasta actos con la comunidad judía pasando por el año nuevo chino, festividades sij y guiños a la comunidad musulmana y nazarí: en tiempos de conflictos de fe, el mandatario canadiense usa la religión como articuladora de un discurso social

It was a pleasure to celebrate Iftar and break the first Ramadan fast with Muslim members of our caucus last night.https://t.co/NUdM8jQwO2

Puede que Obama se marche, y con él acabe una era. Pero, por seguir con la inspiración religiosa, al menos su espíritu reencarnado sigue al otro lado de la frontera norte.

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