Pensar en el futuro es pensar en nuestras posibilidades en el mundo.
El futuro le corresponde a África, porque parece ser que en el resto del planeta ya ha llegado.
(Okwui Enwezor, comisario consultor de Making Africa)
Cierra los ojos y piensa en estas palabras: «arte africano». ¿Qué evocan en ti?
Quizá bellos objetos artesanales decorados con motivos tribales. O, como mucho, ideas innovadoras para solucionar necesidades básicas.
A Google le pasa exactamente lo mismo.
Pero África, sobra decirlo, es un continente que, si bien tiene una historia ancestral, existe también ahora, en 2016. Y por esa existencia en el siglo XXI tiene también, como es lógico, una generación de jóvenes artistas que utilizan técnicas muy variadas para llevar a cabo sus obras, que conocen los avances tecnológicos y, sin renegar de su cultura y su tradición, se atreven con manifestaciones artísticas de las más diversas índoles.
La exposición Making Africa. Un continente de diseño contemporáneo, comisariada por Amelie Klein, ha llegado al CCCB de Barcelona con la idea no tanto de construir Africa como de construir en los visitantes una nueva visión de Africa y de su arte. Un grupo de 120 artistas y diseñadores africanos se ha propuesto acabar con los estereotipos occidentales y mostrar su visión del mundo sin tutelas externas.
«El arte africano se suele vincular al reciclaje y el diseño africano se relaciona con el diseño de soluciones prácticas a problemas humanitarios: (filtros para el agua, sistemas para la agricultura…)» explica Rosa Ferré, jefa de exposiciones del CCCB.
En contraposición a esa idea generalizada, esta muestra pasea por disciplinas como el diseño de mobiliario, la arquitectura, la moda, el urbanismo, los videojuegos, la visualización de datos, el cine o incluso los sitios web y las redes sociales. Todo aquello que tenga un componente creativo y sea susceptible de aportar pistas sobre lo que está pasando en el continente.
Muchas de las obras expuestas están realizadas por colectivos urbanos. Para establecer su razón de ser, miran a la sociedad, a las personas; y no al mercado. «Estas obras participan de la revolución digital e interpretan los materiales de forma radicalmente nueva», desvela Ferré. Prueba de ello es que la obra más cara que hay en la exposición, una pieza preciosista del escultor de Ghana El Anatsui, está realizada de chapas de botellas recicladas. «Para esta generación ya no hay materiales de primera o de segunda, todos los materiales son igual de nobles. El reciclaje ya no es una categoría válida de interpretación».
La comisaria de la exposición, Amelie Klein, habla con especial entusiasmo de las obras que trabajan con el diseño de la información y la visualización de datos. Rosa Ferré explica así este interés: «A lo largo de los siglos, la mirada que se dirigía a África estaba influenciada por los informes de los exploradores y misioneros europeos. Incluso la información que nos llega sobre África a través de los medios, que a primera vista se limita a respetar los hechos objetivos, se basa a menudo en clichés e intereses extranjeros y sigue siendo un instrumento para ejercer el privilegio de la interpretación. En la exposición varios artistas desenmascaran estos prejuicios que formatean la información».
[mosaic]
[/mosaic]
Las obras mostradas pretenden, además, contar a través del arte los cambios económicos y políticos que están teniendo lugar en este continente «en construcción». Porque los avances de un lugar son inseparables de sus manifestaciones culturales y artísticas. En palabras de la jefa de exposiciones del CCCB, «en muchos países de África coincide una nueva generación que utiliza la creación como motor de cambio, no sólo con diseño de objetos sino también de sistemas, de propuestas sociales».
Este movimiento debe luchar contra el «afropesimismo» y el «afroescepticismo» exteriores, dice Ferré. «África ha entrado en el siglo XXI con la determinación de romper las cadenas de la pobreza y de la violencia. Muchos países africanos se hallan en una situación prometedora». No hay más que atender a algunos datos relacionados con la nuevas tecnologías: por ejemplo, en 2012 había en África seiscientos cincuenta millones de teléfonos registrados, más que en Estados Unidos o Europa.
«Hay una joven generación de africanos que, con toda naturalidad, se considera parte de una cultura global y participa en ella utilizando los medios sociales. De esta forma, salir de fiesta y divertirse adquiere una dimensión política, tal como pasó hace cincuenta años, cuando la mayoría de los estados del continente accedieron a la independencia y fotógrafos como Malick Sidibé o Seydou Keïta captaron el sentimiento de una nueva era», recuerda Ferré.
La exposición puede visitarse hasta el 28 de agosto en el CCCB de Barcelona, un entorno especial para ella, según Ferré, «dada la tradición de esta ciudad a la hora de considerar el diseño como portador de cambio social». La jefa de exposiciones del centro ve esta muestra como una «conversación», ya que «los artistas representados trabajan en las principales ciudades del continente africano y la exposición es la expresión de estas ciudades que se quieren poner en relación con nosotros: Nairobi, Johanesburg, Ciudad del Cabo, Monrovia, Dakar, Addis Ababa, El Cairo…».
Los jóvenes diseñadores africanos no son diferentes de los que tienen otras procedencias. Ellos también son nativos digitales y, como tales, saben que sus obras no tienen límites geográficos: se dirigen a una audiencia global. «Nos enseñan lo que les interesa, lo que les importa, cómo trabajan desde su origen africano (más o menos explícito en su obra) en este contexto de globalización. Vemos que sus preocupaciones son diversas, locales, globales, contextuales o simplemente personales», amplía Ferré.
[mosaic]
[/mosaic]
África es un continente diverso y complejo, repleto de estímulos para que una nueva generación más informada dé rienda suelta a su creatividad a través de la creación libre, alejada del imaginario limitado que se atribuye a este continente desde el mundo occidental. «Un gran número de creadores africanos reivindica su derecho a pensar su futuro con independencia del primer mundo que sigue explotando África. Todo esto es lo que nos cuentan, y no lo hacen precisamente desde el reciclaje o la artesanía».
Y no les será difícil hacerlo mejor que nuestro primer mundo