Las ciudades cambian porque los paseantes así lo deciden. Los escaparatistas son arquitectos de sueños y las marcas escriben guiones para que se representen en los lugares más inesperados. El escaparate ha roto sus límites de cristal y el visual merchandiser está presente incluso en un banco de un parque. Los profesionales del diseño, venta o asesoría de imagen deben conocer y aplicar cualquier método conocido o por descubrir porque las personas ya no queremos que nos vendan, queremos disfrutar de cada metro y volver a casa deseando volver a pasear.
(Advertorial)
Los interioristas comerciales diseñan edificios a semejanza de una pasarela de moda. Un coche se reinventa hasta convertirse en una tienda donde las maletas son un colgador de perchas; una comunidad de vecinos transforma su hall en un outlet de oportunidades; las oxidadas vallas publicitarias ya son interactivas para alegrar los tiempos de espera en una carretera; los pisos comparten inquilinos que desean conocer otra ciudad. Los hoteles hospedan muebles de jóvenes diseñadores y un taxi ya lleva sombrero de copa.
El siglo XXI se reinventa porque el compromiso de todos los mercados pasa por ir más allá de vender. Quieren informar a los paseantes de todo aquello que deben saber; quieren que la mirada de un paseante le provoque una sonrisa de complicidad.