El mundo aguarda impaciente la llegada del hombre a Marte. Para amenizar la espera, ya hay quienes se atreven a cocinar como si estuvieran en el planeta rojo. Cocineros y botánicos de la ciudad de Wageningen, en los Países Bajos, han preparado una de las primeras comidas de alimentos cultivados en una tierra que imita con detalle a la marciana y la lunar.
Ya lo hizo Matt Damon en Marte, película en la que el actor encarna a un astronauta que debe sobrevivir en las durísimas condiciones extraterrestres. Entre muchas de sus increíbles proezas, logra sembrar patatas. Para que los futuros colonizadores del espacio no tengan que improvisar tanto como el protagonista del film, los investigadores y estudiantes de la Universidad de Wageningen llevan meses cultivando toda clase de verduras y hortalizas en unas macetas que contienen tierra comprada directamente a la NASA.
«Me gustó mucho, sobre todo la sopa de patatas y el postre sabían muy bien», opina sobre la cena Wieger Wamelink, investigador principal y botánico que, junto a su equipo, ha cultivado los alimentos.
Jaap Harm van Seggeren ha sido el cocinero jefe encargado de preparar tan curiosa cena que, en apariencia, difiere muy poco de cualquiera normal. Tanto es así que los comensales apenas podían distinguir qué se había plantado en la Tierra y qué en suelos de otros mundos. En una cata a ciegas, los invitados no fueron capaces de diferenciar los tomates y las judías verdes según su procedencia espacial. Sabían igual los terrestres, marcianos y lunares.
Algunos sí se pusieron de acuerdo, no obstante, en que las verduras del planeta rojo eran un poco más dulces y las de nuestro satélite más picantes. «Las diferencias en general eran pequeñas», aclara Wamelink.
Aunque el buen sabor de las verduras y hortalizas es un punto a favor del proyecto, no era el reto principal a batir. Mucho antes de que se encendieran los fogones, los investigadores tuvieron que cerciorarse del buen estado de los alimentos. Al igual que los de Marte y la Luna, el terreno simulado por los investigadores contiene gran cantidad de metales pesados como el plomo o el mercurio. Los botánicos comprobaron que el nivel era muy bajo y no alcanzaba la dosis máxima permitida.
«Tuvimos que lavar cuidadosamente todo lo que crece bajo tierra, como los rábanos, pero también las zanahorias y patatas porque estaban cubiertas de tierra», explica Wamelink. «Comer demasiado del suelo puede enfermar a largo plazo».
Orbitec, una compañía especializada en recursos espaciales, distribuye el abono que produce la NASA. Cualquier ciudadano puede adquirir este tipo de estiércol a través de su página web, aunque las imitaciones del suelo lunar se encuentran agotadas ahora mismo. Si estás interesado, te tendrás que conformar con las marcianas.
Para hacerlo más real, los horticultores añadieron a las macetas una mezcla muy nutritiva para las plantas que sustituye a las deposiciones de los futuros habitantes de Marte y la Luna. En una hipotética llegada del hombre a estos parajes, será importante no desperdiciar nada, y mucho menos el alimento de las plantaciones.
Uno de las dificultades de cultivar en estos terrenos extraterrestres es la falta de nitrógeno y materia orgánica. El suelo contiene todos los nutrientes para las plantas, pero casi ningún nitrógeno, esencial para el crecimiento de la vegetación. La materia orgánica soluciona este problema y también es necesaria para retener el agua. En un futuro marciano, tendrían que utilizarse plantas muertas o una materia sustitutiva para resolver este problema.
La dieta de los colonizadores
«Creo que ir a Marte será la mayor aventura de este siglo, y poder contribuir con esta pequeñísima parte es sencillamente genial», afirma Wamelink, gran apasionado de la horticultura. En su casa, cuenta con su propio propio jardín ecológico con verduras y árboles frutales.
Su doctorado sobre el vínculo entre la aparición de especies de plantas y las características del suelo le ha servido como base del proyecto. Antes de preparar la cena, han sido necesarios 3 años de experimentos y trabajo. Durante este tiempo, el invernadero de la universidad ha sido la casa de las verduras y hortalizas extraterrestres, como tomates, patatas, rábano, rúcula o zanahoria.
Más allá de una cena, el objetivo principal de este estudio es que seamos capaces de cultivar plantas en Marte y en nuestro satélite cuando realmente sea necesario, para alimentar a los viajeros y colonos espaciales. De hecho, los asistentes a la cena vegetariana son los donantes del proyecto Alimentos para Marte y Luna. La idea es lograr desarrollar una dieta que pueda ser plantada y cosechada fuera de nuestro planeta para que los humanos puedan pasar largas temporadas en los territorios extraterrestres.
El experimento fue diseñado para que se pueda comer la planta entera: semillas, hojas, frutas y raíces. Esta comida podría formar parte del régimen de los colonizadores, pero aún faltan otros alimentos que aporten todas las vitaminas que necesita una persona. Para suplir esta escasez, los investigadores planean más sembrados, como guisantes y hongos.
Con un poco de suerte, esta misión que nace con aires espaciales se empleará también para paliar ciertos problemas de la Tierra. Los suelos de la NASA provienen de un volcán en Hawaii y un desierto en Arizona, unos terrenos donde apenas crece vegetación. «Estamos investigando si es posible cultivar hortalizas en el suelo desértico», cuenta Wamelink. «Realizamos un experimento con arena del Sáhara para averiguar si es posible aplicar el tipo de sistema que desarrollamos para Marte».
El éxito de sus ensayos podría enriquecer lo que hasta ahora han sido territorios estériles. Después, a más largo plazo, podría servir como base para los menús de la pionera organización que lleve los humanos a Marte, ya sea la NASA, Space-X o Mars One.
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Imágenes de Alimentos para Marte y Luna
Que cosa más interesante!